Crítica Batalla Naval (Battleship)

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

Intenciones sepultadas bajo un gusano intergaláctico

 ★½☆☆☆ 

Hay algunas películas que desde que vez el título y la publicidad, ya sabes como va a terminar. Muchas veces se encuentran acorraladas por el género, otras por el director que se vuelve famoso en el estilo de contar sus historias, lo cierto es que buscas el lado amable del asunto y sólo se vuelve un ejercicio en el cual esperas sentir algo para salir satisfecho.

Es una exageración decir que ‘Batalla Naval’ es una desilusión. Todo lo que se ha visto al respecto grita desesperadamente ser entretenimiento palomero el cual llevas a tus hijos o algunos adolescentes para disfrutar explosiones en la pantalla grande, entonces el requerirle ser una épica de proporciones descomunales no esta dentro de su ADN. Ahora, que el director Peter Berg tenga intenciones de hacer esto más majestuoso de lo que es, no le quita lo cansado que se vuelve ver más de dos horas de una producción inflada que con menos minutos pudo haber obtenido un mejor resultado.

Eso de las invasiones extraterrestres se han vuelto tan predecible, como que el Sol sale cada mañana. Ya lo único que queda por innovar es en lo personajes que eliges en la pantalla para ver tan majestuosa destrucción. Antes esto era difícil, tenías que hacer maquetas o de plano algo que se encuentra en peligro de extinción: desarrollar personajes interesantes, -no como el que pretenden ofrecernos-. Con el uso de los efectos visuales este género se ha vuelto perfecto para que directores novatos estiren músculos, por lo que que no falta el estreno cada seis meses de otra horda de ineptos seres tratando de llevarse el agua o extraer los minerales del planeta.

De nuevo Taylor Kitsch es el encargado de centrar nuestra atención en una trama que dura demasiado tiempo para mi gusto. Su vida es un asco, vive con su hermano y en una escena cómica se mete en problemas con la policía por intentar obtener un burrito para la dama de sus sueños. La solución a todos sus problemas es enlistarse en la Armada, en donde ostenta milagrosamente el grado de teniente y es especialista en armas a bordo de un barco destructor. Media hora después, es que vemos que llegar del espacio chatarra espacial que se transforma en amenazadoras naves que brincan como gusanos en el agua y escupen bolas mecánicas con la misión de destruir columnas de puentes y no inocentes niños jugando béisbol.

En otra muestra más de inteligencia intergaláctica, tenemos una fuerza militar que hace demasiado escándalo para llevar a cabo sus planes – lo que sea que fuesen-. Olvídense de que el libreto sea producto de un juego de mesa, eso no es limitante para ni tan siquiera dar motivos a las lagartijas en traje, que resultaron ser vampiros de closet porque les incomoda el Sol. Su única aparente misión es comunicarse a casa utilizando las antenas transmisoras que se encuentran en algunas laderas de Hawái, emitiendo un rayo demasiado caricaturesco para poderlo ignorar.

Las actuaciones son irrelevantes, porque el material presentado no tiene la menor importancia. Lo triste, es que existen comentarios positivos en IMDb respecto a la actuación de Rihanna y ni que se diga de la película en general, como si se necesitaran actores con estudios de Shakespeare para estar sentados a un montón de botones, salir gritando cada vez que el barco explota o sacar los ojos de asombro ante una pantalla verde.

¿En verdad, esto les divierte? Me sentí cansado de ver tanta absurdidez disfrazada de propaganda estadounidense con un personaje amputado de una pierna que todavía la hace de superhéroe mientras porta su playera del ‘ARMY’. Encima de todo esto, tenemos un homenaje a hombres y mujeres que fueron marineros en uno de tantos buques de guerra, en lo que se supone debe de ser un momento de remembranza o grandeza de sus actos, se reduce a ser una versión cómica con ancianos caminando en formación para salvar a la humanidad. Ni que se diga de la corrección histórica con los japoneses de colados, sirviendo de relleno para las escenas.

Esta cosa ya ha recabado más de 200 millones de dólares, la misma cantidad que costo en producirla. No me voy a dar golpes de pecho en decir que no disfruto alguna que otra explosión, o que ver el diseño de naves de otro planeta no sea divertido, es por eso que comprendo a la audiencia que fue a las salas de cine en busca de entretenimiento. Pero esto ya es masoquismo, se vuelve excesivo estar mirando durante una hora efectos visuales luchar con humanos que al final reciben medallas por su valentía, por lo que me lleva a preguntar: ¿dónde está la mía?