Crítica birdman (2014), por albert graells

Publicado el 19 mayo 2015 por Matias Olmedo @DragsterWav3

Sinopsis: Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor.
En el instituto sufrí acoso escolar, una vez estuve ingresado dos semanas en urgencias debido a que sufrí un grave neumonía y una crisis nerviosa al mismo tiempo, he padecido una aguda gastroenteritis, estuve a punto de morir en dos manifestaciones por los gases lacrimógenos que alegremente disparaban los antidisturbios, y hace unos años Albert Rivera me echó una bronca, en castellano, y vestido. He vividos situaciones bastante asquerosas a lo largo de mi vida, pero ninguna me ha tocado más los huevos como haberme sentido impotente al ver como “Mommy” había sido ignorada y sin embargo premiaban a Alejandro González Iñárritu con tres Oscar por hacer éste montón de basura perfumada cuyo visionado he tenido la desagradable experiencia de sufrir y no poder hacer nada al respecto, salvo hacer justicia en ésta crítica, que es lo que voy a hacer.
“Birdman o (la esperada ridiculez de la pretenciosidad)” (cómo a mí me gusta titularla) ha conseguido, junto con “Whiplash”, hacer del 2.014 el año del Happy Party de la fanfarronería y arrogancia cinematográfica, una descontrolada orgía de chulería y petulancia que llega a ser más insultante para alguien con buen gusto (como un servidor) que la negación del holocausto nazi para un judío superviviente de Mauthausen.
El problema de Iñárritu es que le ha podido el orgullo, y ha puesto la forma por delante del contenido. En “La soga”, “El arca rusa”, “Gravity”, “El secreto de sus ojos”, “Hijos de los hombres”, “Sed de mal” o “Uno de los nuestros” los planos secuencia estaban justificados. En “Birdman” Iñárritu usa el plano secuencia para hacerse el chulo, que está bien, pero no.

Lo peor no es que una historia que podría haber dado mucho más de sí quede eclipsada por la ansiosa necesidad de Iñárritu de demostrar que puede hacer cosas chulas sin que venga a cuento y a costa de la calidad del film. Lo más desagradable de digerir es que el operador de stady y el perchista han tenido que sufrir considerablemente hiendo de un sitio a otro durante largas tomas, con las tensiones y molestias físicas que eso conlleva, para que el director mejicano pudiera satisfacer su infantil necesidad de presumir, algo que podría haberse ahorrado para centrarse más en cómo contar una historia con interés y coherencia sin parecer petulante. ¿Dónde ha quedado la modestia que mostró en “Amores perros”?
Al igual que le sucedió a Timur Bekmambetov con “Abraham Lincoln: Cazador de vampiros”, en que el hecho de imitar o emular a Zack Snyder la pasó factura a la calidad del film, lo mismo le ha sucedido a Iñárritu con “Birdman”. Si tanto le gusta Michael Gondry hubiera bastado con un par de guiños sin descaro, pero Iñarritu comete la vulgaridad de imitarlo, haciendo que “Birdman” no se pueda tomar en serio. Otra muestra de que el director de “Babel” le ha dado la máxima importancia al envoltorio, descuidando el contenido y marginándolo a un término olvidable.
Sin embargo lo más molesto es que han usado el audio de “Whiplash” como banda sonora del film, subiendo el volumen lo suficiente para asegurarse que el espectador no pueda oír bien los diálogos. No se sufre ya lo suficiente con el film de Chazelle, encima hay que aguantar que se meta a tocar la batería en la mayor parte de ésta fallida propuesta.
El espléndido trabajo de Emma Stone, Zach Galifianakis, Naomi Wats y, sobretodo, de una extraordinaria Lindsay Duncan, no compensa el ver a Edward Norton y Michael Keaton interpretando unas versiones paródicas y exageradamente histriónicas de sí mismos, haciendo que su trabajo no se pueda tomar con un mínimo de seriedad.
“Birdman o (la esperada ridiculez de la pretenciosidad)” se va tan ricamente a la papelera de mi escritorio, y espero que el próximo trabajo de Iñárritu sea más disfrutable que una resaca.
Mi calificación es: