Daniel Calparsoro es uno de los pocos directores que más han explorado el thriller dentro de su filmografía con películas como A ciegas, Asfalto o la más reciente Combustión. Con Cien años de perdón hace una nueva incursión con una historia que está muy pegada a la actualidad. La acción sucede en una ciudad de Valencia gris y triste, lluviosa y con la gente desanimada y con muchos problemas, nada que ver con la estampa que vemos actualmente de sol, alegría y fiestas. Lo que empieza como un atraco a un banco se va transformando en una trama política en donde se juegan los intereses de los más poderosos de nuestro país. Tal y como han actuado los bancos y sus responsables los ladrones parecen que están entre los responsables y esto es algo que refleja muy bien la película. Evidentemente hay unos atracadores que son los que van a quedarse con todo lo que encuentren pero algunos directivos y responsables no son menos ladrones. El director nos muestra algunas historias de personas que son víctimas del banco. Personas a las que se les ha engañado con productos poco convenientes o gente que va a perder sus casas por no pagar algunas de las mensualidades. Los ladrones no son como Robin Hood que quitaba el dinero a los ricos para dárselo a los pobres pero casi. Hay alguno de esos ladrones que consigue simpatizar con algunos de sus rehenes y en la medida de posible intenta aliviar su situación como a una de las rehenes a las que el banco va a echar de su casa y al que uno de los atracadores le da una parte del botín.
Cien años de perdón podría haber quedado como una película de atracadores más, gente que está en una situación desesperada con rehenes y que busca una salida cuando está rodeado pero le da una vuelta más y se acerca más a la realidad con la caja 314 que esconde un secreto que vale más que el resto de cajas juntas. Una caja especial que nos mete en una trama de corrupción política. Hay algo en esa caja que guarda algo muy valioso y muy comprometido para el partido del gobierno y nadie quiere que se sepa. Hay una alarma porque no saben hasta qué punto los atracadores son conscientes de la existencia de esta caja y todo lo que puede ocurrir si eso sale a la luz. Es asombrosa la casualidad que lo que vemos en la pantalla sea algo que vemos todos los días en las noticias. Desde que se plantea una película como esta, el primer borrador del guión hasta que se estrena pueden pasar dos años. Que lo que se nos muestra en la pantalla sea lo que vemos en los noticiarios sólo se puede explicar como una (afortunada) coincidencia.
Otro de los elementos que han decidido incluir en la historia es el humor. No es un ingrediente que le sobre pero que no aporta especialmente nada a la historia. Tanto la trama del atraco como la política están bien hechas y no necesitan nada para captar la atención del espectador. Es cierto que de alguna forma hacen menos malos a los atracadores o por lo menos a algunos de ellos. Normalmente en las películas de robos los ladrones son los malos y los policías son los buenos pero ahora vivimos en un mundo extraño en el que ya no sirve este precepto maniqueista. Los malos no son tan malos y los buenos tan buenos, existe un continuo que desdibuja y que los hace más reales.
En cuento a la parte de los actores destacar a Luis Tosar y a Rodrigo de la serna pero también a un inmenso Raúl Arévalo en un personaje oscuro en la línea de La isla mínima. Personalmente me gusta verle en papeles más cómicos pero para su carrera es importante para que no le suceda lo que temen tanto los actores en este país, que se encasille en un tipo de personaje y no le ofrezcan más que un tipo de personaje. En esta película apenas hay personajes femeninos, el que más destaca es el de la directora del banco que interpreta Patricia Vico. Su personaje también tiene una gran dualidad, por un lado se presenta como arrogante y los empleados que están a su cargo no tienen una buena opinión de ella pero consigue traspasar esa negatividad y mostrarnos a una mujer que también es débil y con la que nos podamos simpatizar.
En general la película consigue sorprender y mantener el interés en una hora y media bastante intensa.