Crítica cinematográfica: Con la muerte en los talones

Publicado el 07 diciembre 2011 por Monotematicosfm @curnom


Alfred Hitchcock gustaba de poner en las situaciones más incómodas posibles a sus actores tanto fuera como dentro de la pantalla. Por todos es conocido su predilección por las bromas pesadas que tanto temían sus compañeros de trabajo. Muchos piensan que esta costumbre la adoptaba para que el actor no se dejase llevar por su ego y se controlase, otros que para que se sintiesen humillados como él mismo lo estaba diariamente, el debate está abierto. En este caso, su víctima dentro de la pantalla será Cary Grant, que capea el temporal con sorprendente maestría.
Roger Thornhill es un publicista que es confundido con un supuesto espía del gobierno llamado George Kaplan. Unos matones lo secuestran y tratan de matarlo pero él consigue librarse. Ahora Thornhill deberá seguir la pista del tal Kaplan para poder deshacer este entuerto antes de que los matones acaben con él.
Cary Grant ha brillado de una forma más intensa en las comedias, y posiblemente nunca lo hiciera con tanta fuerza como en esta película. Consigue el perfecto punto del eterno galán cínico. Incluso cuando lo emborrachan al principio mantiene su presencia. El ritmo es frenético desde el pistoletazo de salida inicial, cuando los matones emborrachan al protagonista para intentar matarlo, aquí Grant se luce en su faceta más cómica.
Esta es la película más divertida del inmortal director, pero no por esto deja a un lado sus eternas manías y miedos. Todo el argumento gira alrededor de la figura del falso culpable. Cary Grant es acusado de cometer un terrible asesinato, que tan solo presenció por mala suerte y los policías no dejarán de perseguirlo en el resto de la trama. Esta fobia a los agentes de la ley por parte del director viene dada debido a una mala experiencia infantil, en la cual su padre lo metió durante unos minutos en una verdadera cárcel, y el policía de allí le dijo que eso es lo que esperaba si no era un niño bueno.
El reparto se cierra con Eva Marie Saint en el papel de la chica, que no termina de estar a la altura de las circunstancias, y con el malvado villano interpretado por James Mason. Mason crea un distinguido y terrorífico enemigo para Grant, demostrando su poderío y su fuerza como actor.
Como en toda película de Hitchcock hay que recordar la escena más mítica del filme que en esta ocasión es la del ataque en avión en los campos desérticos. No podemos terminar esta crítica sin recordar la excelente banda sonora compuesta por Bernard Herrmann. La película no puede ser más divertida y graciosa, muy superior a la conocidísima Charada, en todos sus aspectos.