Cuando Rodrigo Cortés estrenó Buried creíamos estar ante un buen realizador que sabía dirigir con pulso una película tan complicada como es el ejercicio de estilo de esta película. Las limitaciones de espacio y de argumento no le lastraron, no abusó de las truculencias ni de los efectos, y mantuvo la tensión en todo momento. Pero parte de lo que demostró en este film lo deja de hacer en su última película, Luces rojas, que no aporta gran cosa.
Una investigadora de parapsicología y su ayudante se encargan de desvelar todos los engaños entorno a este mundo en el que casi todos son cuentistas y pocos tienen verdaderos cualidades. Cuando Simon Silver, prestigioso vidente hace su aparición, el dúo deberá desacreditarlo, pero no será tarea fácil.
La idea es estupenda, y hasta que la película empieza a desmandarse también es muy digna. Pero cuando el joven investiga la primera actuación de Silver todo renquea. A nivel de dirección, Cortés no sabe llevar en condiciones este momento y el que le sigue, parece estar mostrándonos un sueño, y es un momento clave, de forma que nos encontramos con un buen bajón. A partir de aquí la trama se desarrolla con considerables lastres, pero igualmente estamos dispuestos a dejarlos pasar, pero lo que no perdonaremos nunca será el final.
El final, que no desvelaré, es truculento, bajuno y estúpido. La película podría haberse salvado por los pelos si no hubiese incurrido en las chorradas en las que entra, intenta darle un supuesto giro de guión ingenioso, pero lo que le sale es un churro que resulta ridículo. La supuesta investigación que resulta tan importante queda eclipsada, además de ser su resolución bastante obvia. Otro problema que podemos encontrarle es ese constante intento por desvelar el secreto de los trucos de magia que se nos muestran constantemente, mientras que en películas como Nueve reinas esto resulta dinámico e ingenioso, en esta película no termina de encajar con verdadera precisión.
En resumen, Luces rojas podría haber sido una buena película, pero no lo es. Empieza bien, antes de la mitad ya decae en condiciones, y en el final se estrella aparatosamente con todo el equipo. Resulta entretenida, eso sí, pero es fácil salir cabreadísimo del cine una vez se ha presenciado semejante final.