Crítica de “21 gramos” (2003) – Estreno en España: 30-enero-2004

Publicado el 20 enero 2015 por Manuzapata @vivazapatanet

Resulta curioso que casi todo el mundo vincule el título y el contenido de esta película al tema de la droga. Su título, un director conocido por contar historias violentas y llenas de potencia visual, un reparto en el que destacan Sean Penn y Benicio del Toro, cuyos currículos están plagados de thrillers que versan sobre bandas de criminales y narcotraficantes, en fin, todos estos elementos nos remiten a pensar que estamos hablando de 21 gramos de cocaína. Nada más lejos de la realidad, aunque el polvo blanco esté presente de manera indirecta en la historia. El trasfondo de esos 21 gramos es mucho menos prosaico y sí un tanto filosófico, se podría decir que incluso raya lo metafísico. Y cuando recorremos la fina línea que separa lo profundo de lo manido, lo emocionante de lo pedante y adoctrinante, podemos caer con facilidad a cualquiera de los dos lados. En este caso, y hablo del monólogo final de la película, nos movemos en el terreno poco original y trillado de lo ligeramente pedante, que trata de emocionar. A lo que íbamos, 21 gramos. La explicación que hay detrás del título resulta más interesante que la excusa argumental que sirve para ilustrarla. En el instante de la muerte el cuerpo de una persona pesa exactamente 21 gramos menos que cuando esa persona estaba viva. Ese es, por decirlo de algún modo, el peso del alma.

 

Para iluminar esa idea González Iñárritu ha escogido una historia de pérdida, culpa y redención, al estilo de las de Paul Schrader. Eso en el fondo, porque en la forma es totalmente personal e intransferible. Vuelve a utilizar la fotografía llena de grano, con colores muy lavados, dando frialdad a la imagen haciéndola más cruda y descarnada de lo habitual. En su ópera prima, Amores perros, ya desarrolló este estilo visual que aquí recupera. Este es uno de los puntos sobresalientes de la película, junto a las brillantísimas interpretaciones de los tres protagonistas de la historia. Un Sean Penn que alcanza uno de los hitos interpretativos de su carrera, más brillante incluso que en Mystic River, por la que ha sido nominado al Óscar. Una interpretación intimista, sobria, sin aspavientos, realmente conmovedora. De la misma forma que lo es la de Naomi Watts. Ella saca adelante un personaje harto complicado, marcado por la tragedia, golpeada por los vaivenes del destino. Y qué decir de Benicio del Toro que un gesto, con una simple mirada, transmite la profundidad emocional y la existencia torturada de un criminal en busca de redención. Podría ganar su segundo premio de la Academia.

Lo que está planteado como uno de los puntos fuertes de la película se vuelve claramente en su contra. Se ha buscado una intrincada estructura de flashbacks, que suele resultar atractiva y aporta cierto toque de thriller, pero en este caso hace que la historia parezca confusa. Han equivocado el criterio a la hora de construir la película hasta el punto de llegar a desorientar al espectador, que no es capaz de ordenar la sucesión de acontecimientos. Hasta el último tercio de película no logramos percibir la historia en toda su dimensión, pero más grave incluso resulta el hecho de que en el primer acto no seamos capaces de saber a ciencia cierta qué ha sucedido antes y qué después.

A pesar de todo nos encontramos ante una película cuyo visionado merece mucho la pena. Se queda en gran película cuando podría haber llegado a magistral. ¿Cuánto pesa la venganza? ¿Cuánto pesa el amor? ¿Cuánto pesa la vida? Está claro, 21 gramos.

 Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © This is That Productions, Y Productions. Cortesía de UIP. Reservados todos los derechos.

21 gramos

Director: Alejandro González Iñárritu

Intérpretes: Sean Penn, Naomi Watts, Benicio del Toro

Duración: 125 min.

USA, 2003.