VALE MÁS UNA IMAGEN QUE MIL PALABRAS
Arturo Turón adapta la gran obra de Ingmar Bergman, “Persona”, bajo el nombre de “Alma”, en la sala madrileña Nave 73. Rocío Muñoz-Cobo y Andrea Dueso, dan vida a Elisabeth y Alma, dos mujeres muy distintas que se verán unidas por una especie de simbiosis. Una obra de una gran profundidad y complejidad, a la par que estéticamente bella, que dejará al espectador cuanto menos, perplejo. | Por Raquel Jaro
La voz y el cuerpo. ¿Pueden ser ambas reflejo de nuestra “alma”, de nuestra “persona”, de esa “máscara” que nos ponemos para caminar por la vida? ¿Y si decidiéramos prescindir de una de ellas?
Elisabeth esta cansada de su vida, de su persona, de todos esos papeles que se ve diariamente obligada a interpretar. Sólo esta conforme con su papel de actriz. Es por esta razón por la que durante una de sus representaciones pierde la voz, no por razones físicas, ni siquiera por razones psicológicas. Elisabeth ha decidido dejar de hablar. Esta decisión resulta incomprensible para sus doctores y familiares que no cesan en su labor de buscar qué es lo que realmente le ocurre a Elisabeth. Así, deciden que esta debe reposar en una casa de verano en compañía de Alma, una joven e inocente enfermera. Aunque en un primer momento su relación es de mera compañía, y parece que muchas cosas las separan, principalmente la corta edad de Alma, además de su inocencia, poco a poco, el silencio de una va llenándose con las palabras de la otra para alcanzar una auténtica simbiosis.
“Alma” se presenta así como una perfecta adaptación de la obra de Bergman, una auténtica “simbiosis” entre la sensibilidad de los planos de la cinta y las posibilidades escénicas que ofrece el teatro, con claros guiños a esta obra de tintes de Nouvelle Vague y Free Cinema, que constituye todo un hito del cine vanguardista. Uno de estos guiños es el momento en el que Alma se acerca a la pantalla en la que está proyectada Elisabeth y la acaricia, recreado mediante una pantalla situada al fondo del escenario que da mucho juego también durante el resto de la obra, acercando al espectador a esos planos tan cerrados que caracterizan el cine de Bergman.
Pero no solo encontramos guiños específicos en la obra, sino que toda la iluminación y el cuidado en la escenografía, que nos remite a las películas Dogville o Manderlay de Lars von Trier, además del vestuario, recrean ese halo de preciosismo y esa fotografía que la película toma de las innovaciones de la nueva ola francesa.
Además de esto, si algo hay que destacar es la labor de las dos actrices, capaces de viajar por diferentes estados a lo largo de la obra, manteniendo la tensión y rompiéndola cuando la historia lo exige, lo que es también resultado de la labor de Turón, y demostrando, en el caso de Andrea Dueso (Alma), una madurez interpretativa abrumadora, y en el caso de Rocío Muñoz-Cobo (Elisabeth), un exacto retrato del cansancio de alguien que no tiene nada que perder y que tan solo quiere disfrutar de su retiro y su silencio. Dos grandes actrices que soportan (y levantan) el peso de una obra, que desde luego no es materia ligera.
En resumen, “Alma” encantará a los amantes del cine de autor, y en especial a los amantes de “Persona”, pero a la que hay que ir sabiendo lo que uno va a encontrar para no quedarse en el envoltorio de esta (que desde luego también es apreciable): una obra compleja que Turón ha logrado hacer dinámica a pesar de mantener, como es necesario, la densidad reflexiva que el texto encierra. Sólo por ver en acción a sus actrices ya merece la pena.
“Alma” dirigida y adaptada por Arturo Turón, se representa en la sala Nave 73 (C/Palos de la Frontera, 5. Metro: Palos de la Frontera, Atocha) los sábados a las 20:00h y los domingos a las 19:00h del 28 de febrero al 29 de marzo. Más información: http://nave73.es/portfolio/alma/