En infinidad de ocasiones se habla de la creación de una obra como el nacimiento de un vástago, la propia fase creativa sufre de ese proceso, que al igual que un embarazo acaba dando como resultado esa pequeña joya que nace del propio interior del artista. Tim Burton nos trae la historia de Margaret Keane y sus niños de ojos grandes, para llevarnos a una época donde la creatividad de la mujer quedaba relegada a un segundo plano a la sombra del hombre.
CRITICA DE BIG EYES
Big Eyes nos solo analiza la traumática experiencia de Margaret Keane, la cual tuvo que aceptar como su marido se otorgaba la autoría de todas sus obras, además esboza de una manera muy sutil como en el mundo del arte, lo que un día puede ser considerado arte vulgar otro día puede crear tendencia y llenar infinidad de galerías por todo el mundo. Tim Burton a través de la historia que nos cuenta, hace una sutil y breve crítica a la mercantilización de la obra de arte, de cómo ésta es despojada de los brazos del autor y es llevada a la sala de estar de millones de hogares en forma de burdas imitaciones.
Por su parte el bueno de Burton quiere mandarnos un mensaje con su nueva película, un mensaje que pretende hacernos recordar el buen director que antaño conquisto nuestros corazones y llenó nuestros recuerdos de increíbles historias. Es una clara declaración de intenciones donde busca volver a esa senda de la que nunca debió de salir, camino por el que pasa por crear grandes historias que no tengan que depender del peculiar mundo que las rodea, sino que ganen su propia fuerza dando forma a un cuerpo sustentado por una gran carga narrativa. Evidentemente no voy a negar que su cine anda estrechamente vinculado a los mundos que él solo puede imaginar en su cabeza, pero esos mundos apoyan llenando de encanto a sus historias. Que lo consiga o no dependerá únicamente de él mismo, parece que el primer paso en ese camino ya está dado, no por ello tiene que llevarle a repetir o volver a su cine del pasado, pero sí que puede volver esa intensidad, esa pasión que rodeaba todo su cine.
En esta ocasión ha contado con la ayuda de dos magníficos pilares, Amy Adams y Christoph Waltz. La señorita Adams toma y hace suyo el papel de la señorita Kane, de hecho hasta tal punto que la caracterización del personaje es sumamente brillante. El bueno de Waltz una vez más vuelca todo su potencial en dar vida a un personaje despreciable, pero que por momentos sabe sacarte una sonrisa de la cara. Es un verdadero premio poder tener a ambos en pantalla, sobre todo porque aumentan el nivel de calidad que encontramos en pantalla, pese a que la calidad acaba siendo mejor que los anteriores trabajos de tan peculiar director, flirtea por momentos con el telefilm más de andar por casa.
Big Eyes gustará a aquellos que andamos hastiados de los últimos trabajos de Burton, más incluso al comprobar su intención de volver a ser quien un día fue. Pese a esto, el resultado final no pasa por el mero entretenimiento, que sin el gran elenco de actores que nos encontramos en pantalla, habrían hecho descender la calidad de la misma.