Se podría afirmar que "Caminando entre las tumbas" es la enésima incursión en la acción pura y dura del actor nord-irlandés Liam Neeson, del que huelga decir que interpretó a Oskar Schindler en la obra maestra de Steven Spielberg "La lista de Schindler", y siendo un actor que rebasa los sesenta años, se podría decir con total seguridad que ha sido capaz de adaptarse y seguir trabajando, ya que en Hollywood cuando llegas a ciertas edades suelen dejarte en un segundo plano, o directamente en el más absoluto de los olvidos.
Neeson se vale de su enorme carisma y recursos interpretativos para elevar una película más o menos decente, como por ejemplo "Venganza" o "Sin identidad"; no obstante, en el caso de esta que nos concierne, titulada "Caminando entre las tumbas", se podría decir que, aparte del carisma de Neeson, destaca el estilo que rezuma su director, Scott Frank, que a pesar de ser un segunda incursión en la dirección, demuestra ser conocedor del género tras filmar este 'pulp' de forma inteligente.
La película nos cuenta la historia de Matt Scudder, un ex-policía de Nueva York que trabaja como detective privado a pesar de que no tiene licencia. Cuando accede a regañadientes a ayudar a un traficante de heroína a cazar a los hombres que secuestraron y asesinaron brutalmente a su esposa, descubre que no es la primera vez que esos hombres han cometido este tipo de crímenes. Entonces decide recorrer las calles de Nueva York para detener a los asesinos antes de que vuelvan a matar.
El arranque es realmente notable, en una secuencia que recuerda a cintas clásicas policíacas setenteras como "Harry, el sucio" o "French Connection". Tras ese demoledor principio, la premisa va desarrollándose a fuego lento, evocando los genuinos 'films noir' de los años cuarenta, pero sin la típica 'femme fatale', dosificando muy bien las escenas de acción, y manteniendo el suspense hasta el final.
En definitiva, "Caminando entre las tumbas" es la misma historia de siempre, pero muy bien contada y con estilo, que se vale de la enorme personalidad que le imprime un actor del calado de Neeson, que la hace elevarse del resto de incursiones en las que el actor nord-irlandés suele realizar últimamente.