Crítica de cine: Bright Star

Publicado el 13 septiembre 2010 por Lapalomitamecanica
     Una critica de nuestra colaboradora Ana Masa.  Entre  Descubriendo nunca jamás y Sentido y sensibilidad

NOTA: 6,5
Bright Star cuenta los últimos años de vida de John Keats, haciendo especial hincapié en la relación que mantuvo con Fanny Browne.  La película muestra cómo, aunque en un principio no se interesaban en absoluto por el otro, gracias a la poesía de él llegan a conocerse y a amarse intensamente, a pesar de lo inconveniente que resulta su unión y plantando cara a sus familiares y amigos, que se oponen a la misma por diferentes razones. Así, la cinta narra la relación desde el momento en que se conocen hasta la muerte del joven poeta.
Se trata del clásico esquema de película romántica, con amantes que luchan contra viento y marea para lograr estar juntos, y en la que parece que la naturaleza no hace sino ponerse en el camino de la relación. Sin embargo, Jane Campion toma estos elementos tan utilizados y logra crear una hermosa historia en la que la poesía sirve a la vez de excusa para la relación y de alimento para la misma. 

Llama la atención de forma positiva la magistral ambientación de la película. El espectador se traslada desde el principio a los jardines ingleses del s.XIX con asombrosa facilidad. La directora consigue este efecto mediante pequeños  detalles que hacen la acción mucho más real.
Habitualmente, en las películas todo ocurre por una razón. Hasta la más mínima acción tiene su causa o consecuencia en el hilo argumental de la ficción. Por ello, introduciendo pequeños detalles aparentemente insignificantes y sin función argumental, Campion hace las escenas mucho más reales, creando así una complicidad con el espectador. Buenos ejemplosson, por ejemplo, el constante aire despistado de Keats o los pequeños juegos y escenas cotidianas que aparecen a lo largo de la película. Estas pinceladas, que aparentemente no tienen ninguna trascendencia para el desarrollo de la película, favorecen a la creación del ambiente romántico de la Inglaterra de principios del s.XIX. El excelente trabajo de fotografía también contribuye de manera espectacular a sumergirse en una época tan sombría como magnífica. 

La interpretación de los actores es excelente. Ben Whishaw (el inquietante protagonista de El perfume) encarna al poeta Keats, dándole un eterno aire de despiste que lo convierte en un personaje entrañable, real y cercano; mientras la australiana Abbie Cornish da vida a Fanny Browne, la obstinada prometida del poeta. Ambos han sido nominados a varios importantes premios del sector por su trabajo.
Pero lo que sin duda destaca en Bright Star  son los personajes secundarios. Sobre todo el mejor amigo de Keats, interpretado magistralmente por Paul Schneider. El aún desconocido actor construye un señor Brown lo suficientemente peculiar como para resultar creíble y alejado de tópicos, pero no lo demasiado excéntrico como para chirriar.  Podríamos decir que es el villano de la película, ya que se pasa las dos horas que dura el filme intentando separar a la feliz pareja, y por si eso fuera poco, deja embarazada y rechaza a la doncella. No obstante, el respeto y afecto que siente por Keats logra humanizarle, y hacer de él un personaje tremendamente complejo. El resto de papeles secundarios, sin destacar tanto como Brown, forman parte, como ya hemos comentado antes, de una magistral ambientación. Aportan un toque de realidad gracias sus comportamientos y vestimentas habituales de la época, que crean el escenario propicio para el desarrollo de la historia.

Como ya hemos comentado, son los detalles los que crean una película de gran calidad. Sin embargo, son precisamente estas pequeñas cosas las que hacen que la película resulte quizás demasiado larga. La directora crea tal sensación de realidad, que el argumento se desarrolla de forma excesivamente lenta, tal y como sucede en la vida real. Es sobre todo en la segunda mitad de la película, cuando se empieza a hacer pesada, además de predecible. El final se ve venir a partir de los primeros 60 minutos, y resulta innecesario ver otra hora de escenas de amor correspondido pero trágicamente imposible por las circunstancias, todo ello aderezado además con empalagosos recitales de poesía.
La directora neozelandesa nos trae, por lo tanto, una cinta romántica con una potente carga visual y excelentes interpretaciones, pero con pocas sorpresas en el argumento. Al igual que hizo con El piano, en esta ocasión también ha logrado numerosas nominaciones a diferentes premios internacionales, bastante repartidas entre actores y técnicos, pero no alcanza ni de lejos la grandeza del clásico de 1993.