Crítica de cine: El Amor y Otras Cosas Imposibles

Publicado el 02 mayo 2011 por Lapalomitamecanica
Portman y otras cosas imposibles: calentando antes de Cisne Negro

Nota: 3’5
Lo mejor: la relación de Portman con su hijastro agiliza un poco el guión.Lo peor: abundan los tópicos; el esquema de la película se ha repetido hasta la saciedad.¿Nunca os habéis preguntado lo que verán las compañías distribuidoras/productoras en ciertas cintas para que se estrenen directamente en la televisión o en dvd sin pasar antes por el cine? Porque os aseguro que con esta nos podían haber ahorrado el mal trago: Emilia (Natalie Portman), chica nueva en el trabajo lo suficientemente espabilada como para robarte a tu marido (Scott Cohen); el susodicho, que no es feliz en su matrimonio y convenientemente se deja llevar por los encantos ajenos; su hijo (Charlie Tahan) – en medio del barullo adúltero, como todos los niños que pasan por estos trances - que es un pelma insoportable y la mujer (o mejor dicho exmujer, Lisa Kudrow) una neurótica insufrible y soberbia que tras el divorcio se ha quedado más colgada que un mono en una rama. Con este planteamiento tan original y tras dos años de retraso, llega a nuestras carteleras El amor y otras cosas imposibles, la última cinta de Don Roos, director de otras como Un final feliz (2005) o Algo que contar (2000).
Con frecuencia, para salvar el guión de este tipo de filmes y de paso evitar que la atención del público decaiga, suele bastar el recurso del niño sombrío con instinto asesino que desequilibraría el matrimonio de Portman (cine posmoderno, hasta los niños están desilusionados con el mundo que les ha tocado). En el cine de autor o cine moderno, los guionistas se habrían esforzado en mostrarnos desde el principio la relación de los casados con todo detalle, con lo cual la película habría ganado mucho en profundidad. Y en el cine clásico, probablemente el personaje de Lisa Kudrow sería dueña de una plantación de algodón en tierras sureñas valorada en una fortuna y el exmarido, al darse cuenta de que Emilia es incapaz de tratar con niños (su bebé muere, no lo olvidéis), habría vuelto con la cola entre las piernas a los pies de su poderosa y calculadora mujer, abandonando a una Portman desolada y provocando el llanto a los espectadores, meta de cualquier drama que se precie. Que no se malinterprete, tampoco esto hubiese sido muy ocurrente, pero es probable que las dos horas de metraje se hubiesen pasado mucho más rápido. El guión fluctúa y aburre y aunque la mayoría de las actuaciones son correctas, los personajes son bastante planos, no tienen ni un ápice de profundidad (a pesar de que la historia lo reclama) por lo que es difícil llegar a empatizar con ellos. De hecho, la única que puede llegar a arrancarnos una lágrima es Natalie Portman, que interpreta aquí a una madre abatida por la muerte de su bebé, desgracia que por supuesto no ha tenido tiempo de superar y por ello no puede evitar pagarlo con cualquiera que le rodea. El problema es que casi todos los que se encuentran a su alrededor se limitan a cumplir, en cierto sentido, la función de la voz de la conciencia. Te has acostado con tu jefe y se lo has robado a su mujer, por lo tanto Dios te ha castigado. Tampoco Lisa Kudrow – actriz habitual en casi todos los filmes de Roos - lo hace nada mal (aunque en el fondo esperas que se ponga a bailar el intro de Friends en cualquier momento, y creedme, habría ganado mucho la película si lo hubiese hecho), en el papel de exposa desamparada que no ha perdido ni una pizca de dignidad tras la separación y se esfuerza en seguir educando a su hijo.
Tras más de un siglo de historia del cine y teniendo en cuenta cómo les gustaba a los compañías hollywoodienses producir melodramas como si fueran rosquillas, uno de los grandes “méritos” de la cinta es que sermonea sobre la complejidad de las relaciones humanas sin aportar una sola nota de originalidad. Por si esto fuera poco, Don Roos se toma la libertad de dar lecciones de moral reduciendo las acciones humanas al esquema del bien y el mal y enseñándonos que el adulterio no es válido. Habla de grandes sentimientos como el perdón, la culpa, el remordimiento, incluso del amor mientras sus personajes pasan de un estado a otro con una facilidad pasmosa, con lo cual, el espectador no termina de creérselo demasiado. El amor y otras cosas imposibles es un desfile de tópicos y clichés destinado al olvido, una película vacía e insípida que resulta interminable.