Crítica de cine: El hombre lobo

Publicado el 15 febrero 2010 por Lapalomitamecanica
Cómo hacer una peli con una careta y niebla, mucha niebla

Nota: 4
Lo mejor: El poster y Hugo Weabing.Lo peor: Benicio del Toro y el tono cutre que destila toda la película.
Nadie esperaba que esta nueva versión del clásico de terror se pareciera en algo más que en la aparición de Anthony Hopkins al Dracula de Francis Ford Coppola, aunque ambas partan con la idéntica misión de acercar un mito cultural a las nuevas generaciones. El problema está en que ni siquiera llega al nivel de La momia (Stephen Sommers, 1999) o incluso El hombre sin sombra (Paul Verhoeven, 2000) quedando relegada al cajón de los bodrios por culpa de un guión simplemente estúpido, unos actores en estado catatónico y unos efectos especiales que convierten a los de Águila Roja en una revolución al nivel de Avatar.
(La misma cara de "me pica la entrepierna" durante toda la película)
La cosa me ha empezado a oler mal desde que ha aparecido el título de la película sobre un fondo hecho en 30 segundos con el photoshop seguido de un rayo, y los 100 minutos siguientes no han hecho sino confirmar esas sospechas: El hombre lobo es cutre hasta decir basta y es menos original que un especial recopilatorio de Escenas de matrimonio. Todos sabíamos que la historia que nos iban a contar poco más tenía que ver con un hombre que es mordido por un licántropo, pero es que no sólo no va más allá, sino que además esboza aspectos interesantes -como la profesión de actor teatral del protagonista, los viajes de su padre o la muerte de su madre- que luego no explota en ningún momento. 
(Es época de celo. Ya sabéis como son los perros)
Los diálogos son tan absurdos que si la película fuera muda funcionaria más en el género de terror que como comedia, y es que en el cine se oian risas tras discursos como el que da su padre (Hopkins) al protagonista cuando SPOILER este último es capturado y encarcelado, y el anciano decide confesar que él es el hombre lobo original culpable involuntariamente de la muerte de toda su familia, para después asegurar que ha aprendido a disfrutar de la maldición. Pero a ver hombre, que has asesinado a tu mujer e hijo, has ayudado a que detengan a tu único vástago vivo al que encima has convertido en licántontropo, todo el pueblo quiere quemar tu mansión ¡¿Y encima llegas a la conclusión de que la maldición es algo positivo?! FIN SPOILER. Además, el pueblo en el que se desarrolla la acción debe de estar junto a un vertido de residuos nucleares que provocan estupidez congénita a la población, ya que no he visto muertes más absurdas o irrisorias desde que a Steven Seagal no le dieron ketchup con su pedido en el McDonald´s.(Veanse los aldeanos que caen en sus trampas o los médicos que no saben abrir una puerta).
(Hopkins tiene un secreto. La complicada pista está en la barba)
Si me dijeras que un guión tan poco inspirado viene adornado por unos efectos impactantes, bastantes dosis de acción o por lo menos una recreación decente de la época este quizá seria un caramelo interesante debido al carisma de su figura central. Pero se convierte más en una bola de pelo intragable desde que nos muestran los primeros exteriores de la película, que quitando dos o tres escenas nocturnas, parecen sacados de un capítulo de bajo presupuesto de Más allá del límite. Cuando el encuadre obliga a mostrar el horizonte, o la distancia más allá de dos manzanas en la calle la niebla hace acto de presencia. Un recurso que bien utilizado -Sleepy Hollow- puede ahorrar presupuesto a la vez que otorgar un clima tétrico a la película, pero que en El hombre lobo funciona al nivel de Ghost Rider, es decir, al de la cortina de humo que sueltan en el  tren de la bruja del parque de atracciones para que no veas al esqueleto de cartón.
 (El método "del Toro" para superar la resaca y ponerse a rodar no funciona)
Lo mismo sucede con la mansión del protagonista, que parece la casa de muñecas de Tim Burton. Pero la palma de la cutrez se la lleva la caracterización de la bestia. Un diseño que apenas es visible hasta la mitad del metraje, y que funciona bastante bien mientras se mantenga en las sombras o corriendo a la suficiente velocidad para ser apenas visible, pero que provoca carcajadas cuando es mostrado a plena luz. Símplemente, es un tipo con una pechera de gomaespuma y una careta fea.Todo efecto especial digno de mención -la transformación o las carreras por los tejados- ya los habéis visto en el trailer.
Una dirección que abusa de los planos innecesarios y juega con trucos tan baratos como difuminar el agua para introducir un pensamiento o mover a velocidad epiléptica la cámara en las escenas de acción termina por destrozar una oportunidad inmejorable para resucitar al mito. Aunque seguramente la culpa de todo la tenga una productora algo rácana que ha ido destrozando el alma de la cinta montaje tras montaje. Y es que recordemos que la cinta había visto su estreno retrasado debido a que  el resultado final no terminaba de convencer a los señores del cheque. (¿Ha visto por aquí al señor Anderson?)
Benicio del Toro no cambia la cara de susto durante toda la historia y realiza la que seguramente sea su peor interpretación hasta la fecha, y que conste que yo nunca le he visto el talento por ningún lado. Hopkins por su parte hace lo que mejor sabe, que es poner la cara de Hannibal mientras susurra versos de la versión pirata de Hamlet. De Emily Blunt poco puedo decir ya que en la cinta sólo aparece una figura de cartón a escala natural de la actriz. Entre tanto sopor no es raro que un actor carismático y más o menos fresco como es Hugo Weabing brille como el inspector que investiga el caso, aunque su personaje nunca llega a coger la importancia necesaria para que sea un motivo que compense al resto.
Si logras apagar tu cerebro lo máximo posible para poder masticar y pestañear es posible que El hombre lobo te sirva para evitar la lluvia una tarde de febrero, pero que nadie entre a la sala esperando una adaptación a la altura. Este perro mojado se queda en la misma jaula que los adolescentes untados en aceite de Luna nueva y no loga destronar a la no más que correcta Lobo (Mike Nichols, 1994) como la mejor versión moderna del clásico del terror.