Lo mejor: que no salen tiburones de los tornados.Lo peor: un reparto que no sabe por dónde le da el aire.
A pesar de que ya se ha extinguido momentáneamente la moda del cine de catástrofes, la del mockumentary o falso documental, en una época de crisis económica y de ideas, está más en auge que nunca. En su explotación sin ningún tipo de pudor encontramos la razón de existir para En El Ojo de la Tormenta, que llega a nuestras carteleras también con la intención de convertirse en la Twister de la presente generación. Para ello, el guionista John Swernam (Step Up All) actualiza las bases del filme que protagonizaron Ellen Hunt y Bill Paxton en 1996 por lo menos en términos visuales, permitiendo que el peso de la cinta repose en unos impactantes efectos especiales en lugar de en los personajes sin relieve a los que encarnan los semiconocidos Sarah Wayne Callies y Richard Armitage.
En esta Into the Storm no hay tiempo para el desarrollo de personajes, una historia uniforme o algún atisbo de épica o emoción, sólo de tornados. Gangbang de tornados, de todos los colores y tamaños; capaces de levantar al niño, a la niña, al perro y hasta al padre de Superman. De hecho, estas brutales espirales de destrucción están mucho mejor conformadas que cualquiera de los roles que pululan por la cinta, arrejuntados todos bajo el mismo metraje con la única excusa de fusionar las memorias de sus cámaras para construir una cinta coherente con las bases de grabación en tiempo real que plantea el formato; o como dice acertadamente uno de los personajes, "la cinta casera más cara de la historia". Por desgracia, llega el punto en el que el apego al mockumentary deja de ser una de las prioridades del realizador Steven Quale (director de segunda unidad de James Cameron), más preocupado por aprovechar las posibilidades de los planos en 3D que de parir por lo menos una cinta respetuosa con su corriente.