Crítica de cine: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2

Publicado el 16 julio 2011 por Lapalomitamecanica
Una fiesta de graduación cargada de fuegos artificiales
 

Nota: 6,5


Sumario
Lo mejor: que no todos los días una saga termina dignamente. Lo peor: ese doblaje a lo Michael Jackson asmático que le han puesto a Voldemort en castellano. Y el 3D.Ficha: Imdb.     Presupuesto/taquilla: 150 millones de dólares (sin confirmar) / 43 en el preestreno de jueves a viernes. Primer record. El director: Ahora que ha terminado con el niño mago -al que lleva ligado desde la quinta entrega- veremos el potencial real de David Yates, al que hemos visto mejorar cinta a cinta y que puede depararnos buenos momentos palomiteros en el futuro.El plan: marcar todos los records posibles en taquilla.La curiosidad: en Facebook se pueden encontrar grupos como "Aparta niño que llevo 10 años esperando esta película" y en las salas el público juvenil supera con creces al infantil demostrando que Potter es todo un fenómeno generacional.La duda: ¿En serio Voldemort ha lllegado a ser El Señor Tenebroso sin comprobar las cosas importantes por sí mismo? (Referencia libre de spoilers al final). Cuatro películas de la saga han hecho falta para que el director David Yates por fin nos regale la cinta de Harry Potter definitiva. Esa en la que no hace falta llevar tatuado el nombre de Dumbledore en la ingle o una varita en el bolsillo para disfrutar de la película en condiciones. Ya que no solo los fans disfrutaran como enanos, sino todo aquel que se acerque a la sala buscando una de las aventuras del verano. Porque como ya comentamos en nuestra critica de la primera parte, la decisión de dividir a novela en dos no solo no sirvió para explicar mejor las múltiples subtramas, sino que se tradujo en minutos de relleno para justificar lo que a todas luces es una estrategia comercial redonda. Pero en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2 la cosa es algo distinta. Como era de prever, han dejado todo lo mejor para el final, y en esta ocasión todo se limita a constantes duelos de varita con el escenario mas emblemático de la saga como telón de fondo: el colegio Hoghwarts. Simple y fácil de seguir. Buenos contra malos en un recinto cerrado. Nada de personajes que aparecen y desaparecen cuyas motivaciones nunca quedan claras. Salvo alguna sorpresa mas o menos esperada tratándose de una saga juvenil, la trama es la más asequible de toda la franquicia. "¿Pero cuántos horrocruxes les quedan por destruir? Da igual, que estos tíos van a partirse la cara hasta en los espectro patronus", sería un resumen perfecto.
Y es que durante toda la saga se ha echado de menos algún combate espectacular. Incluso cuando las novelas justificaban ese tipo de escenas en la versión cinematográfica, desde Warner se han mostrado rácanos (como al final de la sexta) dejándonos huréfanos de batallas realmente lucidas hasta la primera parte de este cierre. Y todo ha sido para reservarse para este momento. Es ahora cuando las varitas cogen la dimensión que pueden tener, por ejemplo, las espadas láser en Star Wars, y ver decenas de combates de forma simultánea entre los magos fieles a Potter y ese ejército tipo Saruman que se ha marcado Voldemort es una auténtica gozada.

Ahora bien, volvemos a la queja principal sobre la adaptación del último libro. Lo que tenemos son dos películas tremendamente descompensadas. Ambas superan las dos horas de duración y se centran una en el drama y otra en la acción, y es inevitable preguntarse qué hubiera sucedido de dejarlo todo en una única película de 3 horas. Afortunadamente son preferibles 150 minutos de fostiazos que de adolescentes mirándose con ganas de no estar en un cinta recomendada para mayores de 7 años, así que no es complicado que esta segunda parte supere con creces a la primera.


Por supuesto hay cosas que si no han funcionado hasta ahora a estas alturas no van a cambiar. Como lo justito de talento que anda el protagonista o esa caracterización de Voldemort que no le deja nada de espacio a ese monstruo que es Ralph Fiennes. Pero por fin hemos podido ver al señor oscuro a sus anchas y su paseo triunfal por Hoghwarts puede ser tranquilamente lo mejor de la película. Un instante tenso y cargado de épica que parece casi irreal prediciendo un final muy negro para nuestros protagnistas. 

Y ese temido momento llega. Harry Potter muere y todo el cine se queda sin respiración. Es entonces cuando la historia se pone raruna y la acción se traslada a una especie de limbo dentro de la mente de Potter que en realidad se trata de una sala de abortos para parásitos sin nariz. Aparece Dumbledore disfrazado de Gandalf y todo vuelve a ser buen rollo. Potter resucita (en realidad nunca estuvo muerto), el espectador se olvida de la excusa argumental tipo Lost y ya estamos preparados para el epílogo final, que ha sido uno de los aspectos más debatidos por los fans. Y lo cierto es que la técnica utilizada a caballo entre el maquillaje tradicional y los retoques informáticos no les podría haber quedado más realista para envejecer a los protagonistas.


A lo que ya nos hemos cotumbrado es a contar con un reparto de secundarios tan impresionante como desaprovechado. Ahi tenemos a los fugaces John Hurt o Jim Broadbent, y se nota que hay personajes que se han ganado a pulso mas metraje ya sea por su carisma o por el estupendo trabajo de sus actores como Bellatrix (Helena Bonham Carter) o Lucius (Jason Isaacs). Otros, como Snape, están en otra liga y con cada aparición son capaces de captar toda nuestra atención.


Pero más allá de que la saga Harry Potter se haya convertido en un muestrario de la mejor escuela interpretativa inglesa, lo que nos ha dejado es un legado de 8 películas con títulos realmente notables (la primera y tercera siguen siendo las mejores), alguno pedorro (la cuarta y séptima fundamentalmente) y que ha sabido terminar de la forma más digna posible, contentando seguro a los fans sin descuidar al espectador de blockbuster. Y ahora qué, ¿15 años como mucho para empezar con los remakes?