Crítica de cine: 'Headhunters'

Publicado el 13 septiembre 2012 por Lapalomitamecanica
Ponga un Lannister en su vida

Nota: 7
Lo mejor: Unos personajes más trabajados de lo habitual en el género. 
Lo peor: No dejéis de verla porque sea noruega, que nos conocemos.
El arranque de Headhunters se efectúa con una confesión directa de Roger, el protagonista, en la que dirigiéndose expresamente al espectador, revela el secreto de su éxito en la vida. De cómo su estatura no le ha impedido casarse con una rubia espectacular, conseguir una posición holgada en una de las mejores empresas de su país y ostentar un estilo de vida envidiable para cualquiera. De esta manera, en un guiño cínico y consciente al patio de butacas, comienza a desplegarse la artillería de una película como la que nos ocupa. La función no ha hecho más que empezar. Pronto se desvela que Roger se encuentra secretamente endeudado. Por lo que, si consigue mantener el lujoso tren de vida que lleva, es debido a que presta más atención a su otro hobby: robar obras de arte para venderlas posteriormente. Así, cuando su mujer, que posee una galería de arte, le presenta a Clas, Roger ve la oportunidad para retirarse dignamente del negocio del hurto y dar esquinazo a todos sus problemas económicos. Una de las bazas de las que dispone Headhunters son las buenas actuaciones del elenco de actores y actrices, así como el tratamiento de los personajes. Se establece una clara oposición entre los dos personajes principales, Roger y Clas. Por una parte, Roger (Aksel Hennie) es cazatalentos, su trabajo consiste en reclutar posibles candidatos para puestos de directivo en su empresa. Proyecta la imagen del perfecto yuppie, del triunfador repeinado con un plus de seguridad en sí mismo y el punto justo de picardía. Es en el momento en que Clas accede a su burbuja, que, como impulsados por un efecto dominó, los elementos que conforman la envidiable vida de Roger comienzan a desmoronarse. Así, pronto se completa su transición personal de triunfador a despojo, adquiriendo la súbita complicidad y simpatía del espectador. Clas (Nikolaj Coster Waldau, o más conocido como Jaime Lannister en Juego de Tronos) entra en escena y la sed depredadora de Roger se reduce a una especie de Benjamin Linus (Lost) en su última etapa: patético, chapucero, pusilánime y miserable. Haciendo honor al título de filme y a su trabajo ficticio, Roger ha cazado un talento que le viene demasiado grande.
Uno de los temas que explora la película es la identidad del hombre en el contexto del capitalismo, quien pasa a convertirse en un ser únicamente definible y reconocible por su estatus económico. Se plantea así una reflexión sobre la aparente normalidad del materialismo desenfrenado actual, que trasladado al protagonista, causa verdaderos estragos, pues elige seguir endeudándose antes que renunciar a los objetos que ha comprado. La falta de humanidad y una carencia brutal de valores se ejemplifican en los personajes tanto de Roger como de Clas, aunque cada uno por motivos totalmente distintos.
Para su gracia o desgracia, Headhunters se enmarca en la moda del thriller nórdico, que se aprecia tanto en librerías como en salas de cine. Tendencia, que en el terreno cinematográfico ya hemos sufrido recientemente con adaptaciones y posteriores remakes de la trilogía de Larson, y otros filmes como la sueca Dinero Fácil (2010, Daniel Espinosa), o la muy recomendable danesa Terriblemente Feliz (2008, Henrik Ruben Genz), por ejemplo. Escandinavia está en boga, y ha reactivado la literatura negra y el thriller policíaco, junto con una determinación por mostrar que en esos países de apariencia pacífica con gentes tranquilas, también se cometen crímenes y se llevan a cabo empresas monstruosas. Así, en la actualidad, la región escandinava parece haber avistado la rentabilidad, encallándose intencionadamente en un estilo cinematográfico, el del cine negro y subvariantes.

Pues para nadie es un secreto que el cine negro tiene raíces europeas (los préstamos del expresionismo alemán en cuanto a puesta en escena, los directores europeos forzados a emigrar a EEUU para evitar el régimen nazo, etc). Sin embargo, los escandinavos parecen haberse tomado demasiado en seio la tarea de reinventar un género que ya gozó de su época de esplendor en EEUU durante los años 40-50 aproximadamente. Rara es la ocasión hoy en día en que se estrena un filme nórdico y no es un thriller negro. Las innumerables escenas que han quedado inmortalizadas en nuestras retinas gracias a directores europeos como Fritz Lang, Billy Wilder, Jacques Tourneur o Robert Siodmak entre otros, adquieren irremediablemente ahora otro sentido al asistir a la renovación de este estilo a manos de los cineastas escandinavos. Morten Tyldum es el director de este thriller de acción tan atractivo que ronda discretamente las taquillas en estas fechas. Con dos filmes anteriores a la espalda, el noruego consigue sacar adelante una narración realmente entretenida que no pierde ritmo en ningún momento. Sin llegar a sumergirse de lleno en la comedia, adorna con toques de humor negro la fórmula empaquetada que vienen manufacturando sus compatriotas desde hace relativo poco tiempo. Consciente de su posición, el propio filme recurre a la violencia explícita y a ciertos trucos admisibles, dejando claro al espectador que no estará visionando una obra maestra del cine noruego, aunque los elementos que conforman su cinta han superado todos un control de calidad más que aceptable.