Nota: 6
Lo mejor: como era de esperar, la idea y Cillian Murphy.
Lo peor: está pensada con mas seriedad de la que transmite su puesta en escena. Y da rabia.
Solo los que sigan a Niccol como una de las mentes mas imaginativas del mundillo independientemente de que luego dirija sus guiones o incluso los produzca -como es el caso- se sentirán conformes con In Time. Sin embargo, para los que busquen a aquel cineasta total capaz de cascarse peliculones como Gattaca o El Señor de la Guerra, esta cinta podria entrar facilmente en ese catalogo reciente de futuribles fhasion al límite de la verguenza ajena encabezado por Ultravioleta y Equilibrium.
Y lo que es peor, si la película no llega ni por asomo al nivel de la cinta protagonizada por Ethan Hawke -como era la idea- no es por culpa de una historia que no funcione o porque no resulte efectiva como mero entretenimiento, sino por un cumulo de malas decisiones que comienzan por esa estética de anuncio de perfume que miraran con recelo los aficionados de la generación Blade Runner y que quita brillo a una de las premisas mas potentes de los últimos años. Y de Amanda Seyfried claro, también conocida como la muñeca hinchable de Scarlett Johansson.
Sobre la historia, ya sabéis, el tiempo es oro. Literalmente. En la nueva sociedad moderna que nos plantea el realizador, las diferencias sociales que en Gatacca partían de los avances genéticos tienen aquí su origen en un sistema económico basado en minutos. Todo el mundo llega sin problemas hasta los 25 años, pero a partir de ahí solo disponen de 365 días para gastar como ellos quieran. Un café vale 4 minutos y un billete de autobús dos horas. Tú verás si te compensa desayunar o incluso ir a trabajar.
El partido que le saca Niccol a la premisa es enfermizo y durante la primera mitad del film se nos describe un mundo sólido y creíble en el que las diferencias entre clases están marcadas por unas aduanas que cuesta meses atravesar (de nuevo, literalmente). Viajar entre sectores no está prohibido expresamente por la ley, pero si tácitamente, ya que la mayoría de las personas viven al día en pos del equilibrio del sistema, como el protagonista. Bajas necesarias para que otros vivan eternamente. Y es cuando la descripción se vuelve innecesaria y comienza de verdad la película que descubrimos que este palacio de cristal estaba construido en arenas movedizas. No solo el reparto esta muy por debajo de lo exigible, sino que todo el diseño de producción se torna fallido y como consecuencia la trama acaba dando la sensación de que ha perdido más fuerza de la que realmente se ha dejado por el camino.
Para que os hagáis una idea, estamos ante ese tipo de film en el que su protagonista viste como un modelo de Armani a pesar de proceder de los suburbios y en el que los villanos llevan levitas negras de cuero fabricadas en la isla del Doctor Maligno y conducen coches aun mas negros forjados en el mismísimo Mordor. Para mas inri, con los vehículos se ha intentado dar ese aire retro que tan bien suele sentar a los relatos futuristas y que en esta ocasión fracasa estrepitosamente. No solo los coches parecen viejos, sino que corren menos aún de lo que podía hacerlo un Dodge de 67 (el obvio referente). El único atractivo visual del film esta en el juego que dan los relojes de los protagonistas aunque en más de una ocasión no cuadren del todo las cifras.
Vamos, que visualmente no cumple. Lo que podía no ser un problema tan grave de tener a intérpretes con carisma en el centro del encuadre. Pero no, tenemos a Justin Timberlake, que sí, que es un cachondo que ha sabido quitarse de encima el estigma de protagonizar varias portadas de la Superpop con trabajos dignos en La Red Social o Alpha Dog, pero al que aún le queda un trecho para sacar partido a alfo más que a su cara bonita. Más flagrante es lo de Amanda Seyfried, con el talante y los recursos de una actriz de soft-porn con el cerebro en la incubadora esperando para ser insertado. También es cierto que los personajes no están tan bien escritos como el contexto y no toda la culpa es de los actores. Las decisiones de él no están lo suficientemene motivadas ("hoy me he levantado gallito, voy a petar el sistema" o "como no puedo petar el sistema, voy a atracar bancos"), mientras que ella es retratada como una pija rebelde y orgullosa de serlo (por eso de sumar un referente "romeojulietero" más que nada).
Algo de brillo sí que podemos encontrar en ciertos secundarios, y no precisamente en Leonard de The Big Bng Theory, con un giro dramático totalmente hilarante, ni en Olivia Wilde (House, Tron Legacy), con 3 segundos en pantalla. Es Cillian Murphy quien nos enseña como sostener una figura tan potente como la del Guardián del Tiempo mientras es maltratado por el realizador hasta su ultimo segundo en pantalla. Por su parte, Vincent Kartheiser demuestra ser uno de los alumnos mas aventajados de la escuela Mad Men con la encarnacion del personaje realmente opuesto al de Timberlake y que debería haber gozado del estatus de villano: el banquero del tiempo, con su centro de mando orwelliano y el justo equilibrio entre megalomanía y ambición. Es decir, ninguno.
Por ser fans de Niccol tampoco vamos a engañarnos, si la película se desinfla no es solo por el aura new-age o la nula confianza que trasmite el reparto (consecuencias de que todos ronden la veintena). El guión también tiene gran parte de la culpa de la decepción al no arriesgar en su último tercio llevando la premisa al límite. En cambio, prefiere decantarse por una revisión de Bonnie & Clyde y Robin Hood, todo junto y mezcladito a pesar de que los malos de la historia no se cansen de repetir que por mucho que se esfuerzen los protagonistas es imposible que logren cambiar nada. "Pues robaremos bancos más grandes". Otra vez, literalmente.
Es por esa falta general de contundencia resultante de malas decisiones en casi todos los apartados (en mayor o menor medida) que la critica social queda anulada y por lo que no podemos hablar de éxito cuando esa era la principal intención de Niccol: 1. Hoy en día también vive más el que puede pagarse mejores tratamientos; 2. Al final, al trabajar te están pagando por tu tiempo; 3. El sistema está organizado por los más beneficiados; y 4. ¿Es mejor vivir siempre bello pero temeroso o envejecer sacándole partido a la vida?. Mucha chica y poco rascar que diríamos, y que nos lleva a la dolorosa sentencia final de que In Time es todo premisa. Es cierto que pedíamos bastante más al hombre que escribió El Show de Truman, pero en última instancia, seguro que hay formas mucho peores de perder hora y media de tu tiempo.