Crítica de Cine: 'Lo Imposible'

Publicado el 12 octubre 2012 por Lapalomitamecanica
El telefilm más grande jamás contado

Nota: 7´5
Lo Mejor: una fotografía espectacular y Tom Holland. Lo Peor: un excesivo sentimentalismo que no la aleja de los productos convencionales de una true story para televisión.
Agua. Una pantalla anegada de una mezcolanza de barro, escombros, muebles, cuerpos y coches que son arrastrados por una corriente marina emergida de la nada. Se siente dolor, angustia, confusión, se siente casi desfallecer. El ángel de la muerte capitanea una batalla contra la ira de la naturaleza casi perdida y cuando parece que la rendición ha llegado, que es mejor dejarse llevar, una luz tenue de aliento surge del alma mecida en el recuerdo del amor. Y entonces, el ser casi perecido eleva la mano al cielo y se alza triunfante a cámara lenta sobre la superficie anaranjada venciendo a la marea negra que quería ahogarle el espíritu. Respira, y con él, respira también la esperanza. Es probable que ésta sea una de las escenas más impactantes y conmovedoras de Lo Imposible, que se corona como la mejor película de "post-desastres" de los últimos tiempos.

Y digo de "post-desastres" por la acertadísima decisión de su director, Juan Antonio Bayona, de no haber construído una obra centrada en la "gran ola", recurso facilón al que podrían haber despuntado otros directores más dados al blockbuster, ya sean un Michael Bay o un James Cameron puestos hasta las cejas de CGI. El realizador barcelonés, quien ya obtuvo cierto reconocimiento a nivel internacional con El Orfanato, opta por dejar de lado el artificio más rococó para volcar la atención en una trama que superpone el drama humano y el sufrimiento que viven los personajes principales, olvidando todo lo que existe más allá de los cinco protagonistas, y con todo también significa la crudeza que deja tras de sí el desastre, originando una realidad mucho más grave de la que aquí se relata.

El patrio se limita a contarnos una historia basada en el verdadero calvario que sufrió una familia española víctima del tsunami que asoló la costa tailandesa en el 2008. Un matrimonio (Ewan McGregor y Naomi Watts) unido de clase acomodada con tres retoños (Tom Holland, Oaklee Pendergast y Samuel Joslin) cuya fortaleza se pondrá a prueba hasta límites insospechados en una lucha externa e interna por la supervivencia y por no perder una fe que, aunque debilitada, se perfila como una línea de apoyo que les obliga a no detenerse nunca en su propósito, reencontrarse, vivos o muertos.
Si bien, como se ha mentado, Bayona huye de las grandes artimañas de las megaproducciones que juegan a la magnificencia del 3D y el ordenador, no abandona el mimo por la estética visual modelando una obra sobrecogedora gracias a la lírica de las imágenes. Un canto poético desesperante, intenso, cuya autoría corresponde a Óscar Faura, acostumbrado a trabajar como asistente de director de fotografía en reconocidas películas internacionales como Ágora o El Maquinista. El talento del profesional, desde luego, se percibe desde la primera secuencia con un tsunami recién nacido de la nada que no quiere lucirse más que el momento familiar y ocioso mismo en el que se encuentran los protagonistas, más que el pánico de éstos ante la incomprensión pero consciencia de que algo enorme se les viene encima. Lodo, huesos, escombros y, siempre, como metáfora de un bello porvenir, un cielo naranja.

El otro gran pilar sustentador del film son los intérpretes, especialmente el tándem madre-hijo mayor formado por una brillante Naomi Watts que esta vez es algo ensombrecida por la verdadera estrella del metraje, Tom Holland, quien, literalmente, se come a todo el que le acompañe en pantalla. Este chaval de 16 años, que ha encarnado a Billy Elliot en su versión musical, se convierte con este debut en el largometraje en toda una promesa del cine futuro. De hecho, al chico ya le veremos próximamente compartiendo escenario con Saoirse Ronan en How I Live Now, de Kevin McDonald (El Último Rey de Escocia). El joven al que da vida Holland ha de transformarse en cuestión de minutos en un hombre, un niño que ha de representar el papel de héroe único capaz de salvar a su progenitora, un niño que se encuentra cara a cara con un miedo real que no tiene apariencia de hombre del saco o chupacabras, sino que tiene el rostro de la misma muerte, una muerte que puede olfatear son sólo ladear la cabeza.
Por supuesto, Ewan McGregor y los otros dos pequeños, Oaklee PendergastSamuel Joslin, completan el trabajo de sus compañeros con unas actuaciones excelentes y conmovedoras, pero menos lucidas porque aunque ocupan una parte importante de la película, no llegan a ser tan relevantes como los minutos que pasamos junto a su esposa y el primogénito.

Por tanto, el film aprovecha el aspecto más emocional de la trama y sus posibilidades técnicas, que ofrecen un estremecedor paisaje entre trágico y hermoso, para colmar el corazón del espectador de una hondonada de sentimientos casi asfixiantes en los que sufre, se aterroriza, ríe, llora y hace suyo el amor de la familia. Se trata del tsunami que inunda el alma de la audiencia, pero este enorme flujo también juega en contra de la obra en cuanto se perfila como un telefilm del todo sentimentaloide que en ocasiones ahoga, no ya sólo porque se perciba una reticencia a mostrar más muerte y miseria humana en el entorno, que seguro la hubo, sino también por la prolongación de momentos que empalagan un pastel ya de por sí dulzón, transmitiendo una visión demasiado edulcorada de las horripilantes circunstancias.
"Hacer posible lo imposible", repiten una y otra vez los medios utilizando a Lo Imposible como símbolo del potencial del cine español. Yo digo que puede ser un ejemplo, pero no más grande y representativo que No Habrá Paz para los Malvados, donde Enrique Urbizu ya dejó claro hasta dónde se podía llegar y; sin embargo, la repercusión fue mucho menor, porque en última instancia lo que al final cuenta no es únicamente que tengas una idea cojonuda, sino que poseas a un Ewan McGregor, una Naomi Watts y una financiación cuya mitad son dólares, para imponerte como un taquillazo mundial. La película es buena y pocos afirmarán lo contrario, pero, amigos, sólo se trata del telefilm perfecto.