Crítica de cine: Mientras Duermes

Publicado el 24 octubre 2011 por Lapalomitamecanica
Siempre es más divertido cuando estás de lado del malo

Nota: 7,5
Lo mejor: Luis Tosar reventando el acojonómetro.
Lo peor: que aún tenemos muy reciente ese desastre llamado La Víctima Perfecta, con una premisa casi idéntica. Y que Alberto San Juan salga tan poco.
Mientras Duermes es el mejor ejemplo de lo que es capaz el cine español actual cuando decide mirar de lleno a un género concreto con la intención de llegar hasta las últimas consecuencias. Ya nos lo ha demostrado Enrique Urbizu recientemente con esa máquina de ganar Goyas titulada No Habrá Paz Para los Malvados, y ahora es el turno de Jaume Balagueró, que vuelve a la dirección en solitario tras las dos entregas de [REC] con un thriller que desde el primer minuto adopta vida propia a pesar de que su premisa pueda sonar de todo menos original.
Imagínate que hay un hombre que conoce tus horarios, que sabe cuando estás solo en casa y cuando la dejas vacía. Imagínate que ese hombre también controla tu correo y tus visitas, y por último, imagínate que está secretamente obsesionado contigo tras su apariencia educada e intrascendente. Ese hombre podría ser el conserje de tu edificio y tú ni te darías cuenta. Eso es lo que le sucede a Clara, una pizpireta joven que jamás sospecharía que el tipo que le abre todas las mañanas el portal tras un escueto "buenos días, señorita Clara" es la persona que más control tiene sobre su vida.

El primer acierto del guión de Alberto Marini (que ya colaboró con Balgueró en el pasable telefilm Para Entrar a Vivir) es una elección arriesgada pero que nos evita una presentación anodina de dos personajes que antes siquiera de abrir la boca ya son familiares para el espectador: el malo malísimo y la chica inocente. Y esa decisión es plantear la premisa del film dentro de la cotidianeidad de la vida de César obviando el "chico conoce a chica" para entrar directamente en el "chico es un peligro para la chica". Desde la primera escena asistimos al modus operandi de un psicópata para el que dormir junto a una convenientemente sedada Clara y pasearse por su casa es pura y perturbada costumbre. De hecho, toda la cinta con su fragmentación en los días de la semana al más puro estilo de El Resplandor hace especial hincapié en trasladar esa actitud voyeur de César a la audiencia, que asiste con una mezcla de rechazo y complicidad a la particular rutina de su protagonista.
Se trata de una estructura cuya elección por parte de Marini no tiene nada de casual, ya que de esta forma logra basar el peso de la historia en la curiosidad más que en la tensión cuya curva creciente puede ser fácilmente intuida por el espectador sin salirse demasiado de los cánones del género. El verdadero interés reside en ver cómo César intenta evitar que adviertan su presencia o lidia con el chantaje de la típica niña tocapelotas. Apenas hay introspección. No hay traumas ni arrepentimiento. Solo duchas exfoliantes y maldad pura y dura. Y encima quieres que se salga con la suya.

Pocos actores serían capaces de representar esa oscuridad sin salir de los tics y amaneramientos comunes de este tipo de rol. Pero Luis Tosar hace suyo al personaje de tal manera que la simple naturalidad con la que César combina sus labores de conserje con su otra vida ya asusta, con lo que verle jeringuilla en mano y delirio romántico en boca es como para erizarle los pelos de la nuca al David de Miguel Ángel. Es tal el nivel del protagonista de Te Doy Mis Ojos que se convierte en la maquinaria y casi único vagón de este tren con una facilidad casi orgánica y que demuestra una vez más la cualidad todoterreno de uno de nuestros mejores intérpretes. Y por suerte, la espontaneidad y simpatía de Marta Etura resultan el contraste y complemento perfectos.
Como maestro de ceremonias Balagueró no solo cumple sino que nos ofrece su mejor película hasta la fecha. Y eso no es por que a estas alturas le haya dado por ofrecer innegables guiños al Polanski de La Semilla del Diablo o a la mencionada cinta hotelera de Kubrick, que el tipo viene demostrando un control visual por encima de la media desde alguno de sus primeros films como Darkness o Frágiles. La diferencia es que en esta ocasión el realizador se ha dejado de fantasmas juguetones para trabajar con un guión que apuesta por el peor de los terrores, aquel que proviene de la soledad del ser humano, y ha tenido la suerte de dar por el camino con un actor capaz de ponerle rostro.