Crítica de cine: 'Mud'

Publicado el 14 septiembre 2013 por Lapalomitamecanica
Jeff Nichols saca lo mejor de Matthew McConaughey

Nota: 8
Lo mejor: es una película sincera sobre el amor. Lo peor: peca de un desarrollo demasiado lento.
Jeff Nichols se perfila como la voz del drama sureño estadounidense. Director y guionista de sus propias historias, nos enseñó sus cartas por primera vez en 2007 con Shotgun Stories, un amargo drama familiar con ajustes de cuentas incluidos. Tras esta intensa ópera prima en la que ya apuntaba maneras, volvió a salir a la palestra con Take Shelter (crítica aquí), una historia electrizante en la que coqueteaba con la ciencia ficción más apocalíptica. Ahora con Mud, nos recuerda que ha venido para quedarse. 
“No puedes confiar en el amor, Ellis. Si no tienes cuidado, te destruirá”. Éste es el consejo que le da el padre de Ellis al susodicho mientras se dirigen en coche a cumplir con el negocio familiar. Frase que ilustra de manera bastante acertada la concepción general que tienen la mayoría de los adultos en Mud sobre el amor. En la cinta, el amor equivale a destrucción y decepción. Los adultos vagan como espectros, consumidos y vapuleados por heridas abiertas e historias que no llegaron a buen puerto. Y es en ese contexto donde entran en juego Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone (Jacob Lofland), dos niños intentando descifrar un mundo del que todavía no forman parte y cuya ansia de aventuras es lo que les lleva a conocer a Mud (un notable Matthew McConaughey), un enigmático fugitivo atrapado en una isla. 
Así, lo que empieza como una casualidad, pronto deviene en una relación prácticamente imprescindible. Dos chicos que no dudan en involucrarse, la necesidad de encumbrar a alguien y de creer en algo verdadero hacen el resto. Para Ellis, las visitas a la isla se convierten en una vía de escape a su situación familiar. Por su parte, la franqueza de Mud encaja bien con la espontaneidad de los chicos. Mientras los demás adultos siguen constituyendo un misterio, Mud se convierte en un libro algo más abierto para ellos. Los víveres, los mensajes secretos y la posibilidad de hacer que un barco que se encuentra más cerca de las nubes que de las olas vuelva a navegar, les termina mezclando en una historia demasiado peligrosa. Mud es un relato iniciático y una historia de amor. Es tierna y es dura. El amor se convierte en el principal motor de casi todos los personajes en este filme. De tal manera que la motivación de Ellis por ayudar a Mud se ve reforzada cuando se percata de que éste y su novia (Reese Witherspoon) se quieren de verdad. A través de los personajes de Ellis y Neckbone, Nichols concibe la infancia como último resquicio de esperanza, como una isla en la que refugiarse. El río, a su vez, como el camino a recorrer para salir de ella y madurar. Y es precisamente el fracaso de un amor y la picadura de una serpiente los que provocan la llegada de un clímax que quizá se ha hecho esperar demasiado. Un último adiós sin palabras desde un balcón y un tiroteo largo en el interior de una casa en el río.
Como ya demostró en sus dos filmes anteriores, Jeff Nichols hace uso una vez más de la fuerza visual que es capaz de inyectarle al paisaje. Un aura mágica y decadente se desprende de los escenarios de la Norteamérica rural que retrata, en los que flotan las supersticiones y los personajes incapaces de adaptarse a los tiempos que corren, como señas de identidad más reconocibles del director de Arkansas. Aunque no prescinde de su actor habitual (Michael Shannon), esta vez lo utiliza únicamente para un papel secundario, el del tío de Neckbone. McConaughey, por su parte, brilla y da la talla interpretando al personaje sobre el que se sustenta buena parte del peso de la cinta.