Nota: 6’5
Lo mejor: se deja ver tranquilamente y la idea es interesante.Lo peor: no ahonda demasiado en el contexto científico que propone.Nunca me abandones es el título de la última película dirigida por Mark Romanek, reconocido director de videoclips y filmes como Retratos de una obsesión, (2002) y Static (1985). Está basada en la novela homónima del escritor Kazuo Ishiguro. Con este tercer largometraje, Romanek nos presenta una vez más a personajes sin vitalidad cuya inocencia se ha perdido, a la vez que desmonta la creencia de que los directores de videos musicales (véase el trío ganador: Michel Gondry - Spike Jonze - Chris Cunningham) no son capaces de realizar montajes lentos. Si se puede destacar algo de Nunca me abandones es que consigue recrear un ambiente pesado, inquietante, en el que parece que el tiempo se ha detenido.
Esta obra de ciencia-ficción distópica nos sitúa en la campiña inglesa, en los años ochenta aproximadamente. Los protagonistas son tres jóvenes: Tommy (Andrew Garfield: La red social), Ruth (Keira Knightley: Expiación) y Kathy (Carey Mulligan: An education), quien nos hace partícipes de su infancia en común en un internado en Hailsham. Es aquí donde se desarrolla el triángulo amoroso entre Tommy, Ruth y Kathy, la tercera en discordia y la que desempeña el papel de narradora. Romanek no se demora mucho en desvelar el secreto que envuelve a los protagonistas, lo cual proporciona esperanza al espectador de que se aclare cómo se ha llegado a una sociedad que tolera lo que ocurre en Hailsham. SPOILER La ausencia de rebeldía y la resignación de los protagonistas encuentra fácil respuesta en el hecho de que han sido educados en un régimen estricto de internado, apenas han conocido el mundo exterior, y por consiguiente carecen de referentes y modelos a la hora de comportarse. Están convencidos de que lo que les ha tocado afrontar es justo y normal y en ningún momento se plantean qué pasaría si no se sometiesen al programa ideado para ellos. FIN SPOILER
El problema es que no lo hace. Una vez más encontramos que la mezcla de géneros no ha resultado bien parada. Como ya veíamos en Destino oculto, la historia de amor se impone al entramado científico, la diferencia es que en ésta el romance está perfectamente logrado. Por lo tanto, es cierto que consigue transmitir desesperación sin recurrir a efectismos exagerados pero con el inconveniente de que no se profundiza en la relación “ciencia versus ética”: de la ciencia en contraste con los sentimientos, mientras los protagonistas apelan a una ética que convenientemente los ha ignorado en beneficio de un bien mayor, el de una sociedad completa. Nunca me abandones cuenta con buenas bazas para lanzar un mensaje devastador que no consigue del todo, en parte quizás porque no se aclaran los detalles “científicos”: se puede interpretar como una especie de documental del horror, que retrata el infierno que han sufrido estos seres, SPOILER creados única y exclusivamente para que otras personas tengan una vida mejor en detrimento de sus propias necesidades. La comunidad aparentemente idílica y perfecta ya la habíamos visto antes en Picnic en Hanging Rock (Peter Weir, 1975), y El bosque (M. Night Shyamalan, 2004). Los clones que no son conscientes de que lo son, ya habían aparecido en Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978) Moon (Duncan Jones, 2009) y La isla (Michael Bay, 2005).FIN SPOILER