Nota: 7
Lo Mejor: No decae la tensión ni en los títulos de crédito.
Lo Peor: Que no cuenta nada nuevo.
Se suele decir que la segunda vez es mejor que la primera. Miguel Ángel Vivas no tuvo un debut demasiado exitoso en 2002 cuando perdió la virginidad en el largo con Reflejos. El chico venía del mundillo del cortometraje y no contaba con demasiada experiencia en el terreno, a pesar de que, desde sus pequeños primeros trabajos, al sevillano ya se le veía con duende. Ahora y tras recolectar alabanzas en los diferentes eventos festivaleros, llega a la gran pantalla su segunda película y, esta vez ,el novato se ha ganado nuestro respeto. Si hace unos días comentábamos en la web que el cine español necesita renovarse en géneros, llega Vivas y zas en toda la boca, nos planta una película palomitera a caballo entre la de Michael Haneke de 1997, Funny Games, y Hostage (Florent Emilio Siri).
No es que se nos presente nada nuevo, el argumento gira en torno a una familia adinerada, compuesta por el padre (Fernando Cayo), la madre (Ana Wagener) y la hija (Manuela Vellés), que se muda a una nueva casa y que a las pocas horas del traslado es secuestrada y retenida en el propio hogar por unos ladrones. Un género que andaba un poco decaído con una trama que ya nos conocemos y de la que no esperamos demasiadas sorpresas, pero no os dejéis engañar por las apariencias. Sí, tiene todos los ingredientes para soltar una mueca torcida y un 'bah' cuando os plantáis ante la cartelera el fin de semana para elegir película: española , director y reparto semi-desconocido y el rollo de siempre; sin embargo, resulta ser una muy acertada opción si ya os habéis visto Black Swan y el resto de las nominadas en los Oscar. La segunda obra de Miguel Ángel Vivas es puro entretenimiento.
Sin duda, lo más destacado del film resulta ser la tensión que mantiene el director durante todo el metraje. Un ritmo trepidante con el que uno se siente encogido en la butaca y totalmente inmerso en la acción de la cinta, creyéndoselo absolutamente todo y pasándolo peor que en una casa del terror con los colaboradores de Sálvame como inquilinos. Y es que Vivas no se anda con chiquitas, el chabal se ha currado una película de 78 minutos -para qué alargarla más si no es necesario- en 12 alucinantes planos-secuencia cámara en mano ¡Zasca! Ya podemos caracterizar a este cineasta por un cuidado de la técnica especial y particular dentro del cine español. Eso sí, quizás con un recurrente y pelín abusivo uso de la pantalla partida, recurso que, a no ser que seas Fernando Trueba, impide mirar las dos escenas simultáneas en el tiempo a la vez, perdiendo detalles, pero nada excesivamente grave desde el punto de vista técnico.
Cabe destacar la enorme interpretación de la joven Manuela Vellés (Caótica Ana), quien nos transmite magistralmente su inquietud y agonía en cada una de las situaciones que vive durante el secuestro, con esos primeros planos estremecedores de su rostro en los peores momentos. La muchacha brilla como la que más en su papel, pero Ana Wagener, más conocida por su aparición como la ex-mujer alcohólica de Bardem en Biutiful, y Fernando Cayo (Concursante, Pájaros de Papel), también están espléndidos. Sin embargo, el reparto queda un poco empañado por la intervención de Guillermo Barrientos, el hijo mayor de la familia Pardo en la televisiva y fracasada Hay alguien ahí, único personaje que no vi muy creíble en el film, un pequeño fallito de casting lo tiene cualquiera.
El realismo del que ya se impregna la cinta con la técnica de rodaje utilizada, queda aún más acentuado con las escenas de violencia -no os hacéis una idea de cuán útil es tener en la repisa de casa una escultura de mármol en forma de huevo- que Vivas se casca, sin miramientos ni concesiones y con tintes un poquito gores incluso, herencia personal de los cortos de este chico al que, recordemos, le van las de terror, Tenéis una buena muestra en Youtube con su trabajo de I´ll See You In My Dreams, con banda sonora alucinante, por cierto.
¿Lo malo? El propio argumento, que no cuenta absolutamente nada nuevo, aunque dentro de nuestra industria nacional es un rasgo que queda pormenorizado al no haberse hecho antes cintas a la norteamericana como ésta.
Lo dicho, Secuestrados es española, cuenta con un director y un reparto no demasiado conocidos y relata la misma historieta de toda la vida, pero, sorprendentemente y en contra de todo lo que se podría esperar, es realmente buena, tensa y violenta, no apta para corazones cardíacos y gente paranoide que vive sola en casa. Por fin un cine español palomitero, y que siga así.