Nota: 7
Lo mejor: el planteamiento y cierto cameo al final.
Lo peor: una resolución discutible y el hecho de que se sacrifiquen los sustos en pos del planteamiento.
La banalización intencionada o inconsciente del horror cotidiano, representado a diario para la masa mediante crudas imágenes de cadáveres y asesinatos en plano detalle en los telediarios, gente sin alma regurgitando sus propias heces, denominándolo 'exclusivas' y pavoneándose por platós de televisión que las amas de casa conocen al dedillo, nos conduce irremediablemente a un estado de parálisis generalizada de los sentidos. Una espiral de carroña y desinformación en la que habita un ejército de mentes anestesiadas y acorazadas ante cualquier estímulo inteligente. Nos encontramos sumidos en un estado permanente de alienación que se ha convertido en algo regularizado e incluso 'bien visto'. Porque, ¿quién eres hoy en día si no has visto a Snooki cagando en Jersey Shore? Sólo en este contexto puede germinar la semilla de un proyecto como The cabin in the woods. Navegantes, os aviso desde ya de que habrá SPOILERS.
Como deja entrever un tráiler que proporciona más pistas de las que debe, no nos encontramos ante la típica historia de terror yanqui. Y ésa es una de las grandes bazas que se reserva el filme. Pues The cabin in the woods parte de un esquema totalmente convencional y asentado en la memoria del espectador. Un grupo de universitarios jóvenes y guapos escoge como opción para pasar su fin de semana una cabaña en el bosque. No hace falta que os diga más para que cualquiera de vosotros termine la historia en su cabeza. Para hacerlo más creíble, la cinta incluso se sirve de los arquetipos propios de este tipo de películas: desde el cachas deportista (Chris Hemsworth), pasando por la rubia neumática (Anna Hutchison), su amiga tímida e intelectual (Kristen Connolly), el invitado encantador (Jesse Williams) y el fumado filosófico (Franz Kranz). The cabin in the woods engaña a sabiendas, pues se inscribe en la tradición más conservadora asimilando la historia de todo un género para terminar empaquetando los clichés y dar una vuelta de tuerca completa. Pues donde innova un filme como éste es en su enfoque, entendido como un experimento que subvierte los códigos del género, moldeándolos al antojo de su director y demostrando que no todo lo que se etiqueta bajo la categoría de 'terror' estaba inventado.
El realizador Drew Goddard representa cualidades actuales y universales como la incapacidad humana de empatizar, la carencia de principios, o la frialdad de los avances tecnológicos y sus implicaciones en una suerte de crítica velada a la cultura del reality en la que estamos inmersos. El escenario acotado y simulado del plató donde vivía felizmente Jim Carrey en El Show de Truman adquiere aquí un cariz macabro. The cabin in the woods no es más que un artefacto cuyo mecanismo se basa en 'permitir' el libre albedrío de sus participantes como una de las normas del juego. El director se recrea con la ilusión de fluctuar a otros géneros como la docuficción. Cualquier cinéfilo debería conocer el significado de la expresión 'cuarta pared', que hace referencia a ese muro imaginario que hay entre el espectador de una película y sus protagonistas. De esta manera, se produce un acto simbólico de romper la cuarta pared en el momento en que los protagonistas de The cabin in the woods toman conciencia del espectáculo del que forman parte. Se desmonta así el dispositivo voyeur, - orquestado por unos impecables Bradley Withford y Richard Jenkins - poniendo fin al juego metaficcional del ver y ser visto y dando lugar a un catálogo preciosista de monstruos y pesadillas vivientes, así como innumerables guiños a personajes de películas míticas de terror.