Crítica de Cine | Todos los días de mi vida, de Michael Sucsy (2012)

Publicado el 25 febrero 2013 por Mientraslees

Todos los días de mi vida (The Vow, en inglés) es una película romántica, dramática y basada en hechos reales. Se estrenó hace casi un año y fue especial para San Valentín. Y si en Mientras Lees tenemos un especial romántico y dulce de San Valentín, no podemos perdernos esta película, ¿a que no? ¡Pues vamos allá!
Título Original: The vow
Año: 2012
Duración: 104 min.
País: USA
Distribuidora: Sony Pictures
Director: Michael Sucsy
Guión: Abby Kohn, Marc Silverstein, Jason Katims (basado en la novela "The Vow")
Interpretes: Rachel McAdams, Channing Tatum, Sam Neill, Scott Speedman, Wendy Crewson, Jessica Lange
Sinopsis: Un accidente de coche deja a Paige (Rachel McAdams) en coma. Cuando se despierta, ha perdido la memoria y no reconoce ni siquiera a su marido Leo (Channing Tatum), con el que llevaba poco tiempo casada. Leo tendrá entonces que volver a conquistar el corazón de su mujer.


Mi historia con este film protagonizado por Channing Tatum y Rachel McAdams es más bien curiosa. Un buen día, mi mujer estaba escuchando una canción titulada “It do anything for love”, de Meat Loaf —muy romántica, por cierto— y empecé a picar “Todos los días de mi vida” para ver de qué iba. Justo paré en un momento íntimo de los protagonistas en un coche y… ¡empezó a sonar la misma canción de Meat Loaf en el coche de la película! El protagonista se puso a cantársela (a matarla, mejor dicho) a su joven esposa y yo cogí a la mía por el brazo y le dije: es el destino, tenemos que ver esta hoy. Ahora mismo. Y así fue…
El argumento es sencillo e incita a saber más: Paige (Rachel McAdams) y Leo (Channing Tatum) son un joven matrimonio que sufre un pequeño accidente de tráfico y Paige pierde 5 años enteros de su memoria. PUF. Cuando despierta del coma inducido, su marido, Leo, descubre que el amor de su vida ni siquiera le reconoce. No sabe quién es y no recuerda absolutamente nada de su antigua existencia. Lo último que recuerda es estar en medio de la facultad de Derecho (¡cuando aún estudiaba derecho!) y llevarse genial con sus padres (¡los pijos y estirados de sus padres!). Un horror, teniendo en cuenta que la antigua Paige ni se hablaba con sus padres ni seguía estudiando Derecho, no, no, no… ella era una bohemia artista afincada en Chicago, casada con un también bohemio productor de música, vegetariana y muy diferente a la antigua Paige, pija y remilgada.

Menudo lío y menudo desastre. Yo no querría ser Leo, porque de la noche a la mañana, su querida chica se despierta siendo una estúpida rematada que te cae peor que una patada en el culo, y encima, él tiene la culpa (según ella, claro). A pesar de todo, esta película habla del amor verdadero. De ese por el que vale la pena luchar y seguir luchando, aunque todo te diga que vas por mal camino. Leo trata de convertir a Peige en su antigua mujer, pero los recuerdos hacen a las personas, por lo que, al desaparecer la anterior vida de Peige, ésta deberá reconstruirse por sí misma.
Lo que más me gustó de esta película, a parte del ritmo sosegado y los increíbles escenarios (qué precioso es Chicago, de verdad, de ensueño), fue esa evolución personal que ambos personajes presentan durante el metraje. Paige era una chica totalmente diferente al empezar la película, pero luego podemos verla convertida en una cría caprichosa, que sólo se fija en las apariencias y que vuelve a tener sentimientos encontrados por su ex novio. Al principio, me daban ganas de matarla, literalmente, pero poco a poco me di cuenta de que la película quería contarnos algo más profundo. Nuestra esencia está constituida por una serie de recuerdos, pero no debemos dejar que el pasado nos convierta en una persona diferente. Tenemos que dejar guiar nuestro ser hacia donde realmente desee estar.

Dejando atrás lo metafísico, el romance mostrado es original, muy dulce y algo doloroso (no es gusto de nadie que tu querida esposa te rechace fríamente, porque eres un verdadero desconocido para ella). Me encantó la manera de vivir de la pareja protagonista; su piso, su taller, la decoración, la cocina… hasta la original manera de casarse, en un museo de arte contemporáneo, habiendo escrito los votos en un menú de su restaurante favorito. Tiene frases de estremecedoras, que te hacen pensar y, en términos generales, trata de ser un romance que se enrosque en tu interior. Puede que no lo consiga por completo, pero a mí me dejó una sensación dulce por dentro.
Sin embargo, los clichés fueron salvajes: los pijos, fríos que ni saben lo que es llorar; los bohemios, buenos amigos y viviendo bastante “bien” para ser tan bohemios… Un final algo truncado, que te deja con sensación de vacío y, finalmente, una película que, aunque puede dejar un buen recuerdo, no pasa de ser una película romántica del montón. Está bien para pasar el rato, pero es algo larga y lenta, y los actores no lo hacen tan bien como deberían (sin embargo, juntos tienen muy buena química). Vamos, que es una película para ver y disfrutar, pero no para buscarle mil patas al gato.
Si os decidís y la veis acompañados de vuestra otra mitad, la disfrutaréis siempre y cuando tengáis en cuenta lo que os he dicho. Si es así, os pasará como a mí: os sentiréis inspirados a amar aún más a esa persona que os coge de la mano y os sonríe al miraros.
Lo mejor: Los escenarios y la escena de los votos matrimoniales.
Lo peor: Tiene un final del que esperaba mucho más.
Puntuación: 6/10

ESCRITO POR DAICHAN
Estudiante de letras y otaku apasionado. A parte de leer, jugar a videojuegos y ver películas, adora estudiar y enseñar japonés. Administra Mientras Lees desde hace tres años y su sueño es convertirse en librero. Podéis encontrarlo en su bitácora personal.