De bien es sabido que el western está considerado como 'El cine americano por antonomasia', ya que relataba en clave heroica (o crítica) la conquista del oeste de Estados Unidos y la difícil gestión de la nación americana... y a pesar de haber estado denostado durante parte de los setenta y toda la década de los ochenta (siendo denominado de forma injusta como un género anticuado), en estos últimos años se ha convertido en uno de los géneros cinematográficos que más ha evolucionado. Todo ello gracias, en gran medida, a ese clásico contemporáneo de Clint Eastwood llamado "Sin Perdón" (Unforgiven, 1992) que arrasó en los premios Oscar a principios de los noventa, y allanó el camino (dicho sea de paso) a cineastas como Quentin Tarantino, Kevin Costner o los Hermanos Coen, por citar algunos ejemplos.
Como decía anteriormente, el western no es para nada un género anticuado, me atrevería a afirmar que es un género generoso (valga la redundancia), ya que al igual que la ciencia ficción, es un género que puede dar pie a desarrollar otros géneros dentro de si mismo; es decir, que con una ambientación precisa o partiendo de una historia puramente western, puede derivar hacía el drama, el fantástico o el terror, entre otros. El hecho de su 'generosidad' propicia que las historias relatadas alcancen un cierto grado de matices que enriquecen la narración. Este razonamiento se puede aplicar claramente a la película que nos concierne, titulada "Comanchería".
A primera vista, La historia de "Comanchería" es bastante sencilla: dos hermanos con mala suerte roban bancos para saldar sus deudas, y serán tenazmente perseguidos por un legendario Texas Ranger a punto de retirarse. Sin embargo, por debajo de las dos claras líneas entrelazadas de la trama, se encuentran las corrientes que profundizan en la lealtad, la masculinidad, la familia y sus ciclos históricos y la forma en que un nuevo mundo de codicia sin rostro está colisionando con el viejo oeste individualista.
Así que no es descabellado puntualizar que esta película no es la típica de "atraca bancos" que se hacían en la edad dorada de Hollywood, protagonizada por los típicos villanos con sombrero negro y sheriffs respetables. Sin lugar a dudas, "Comanchería" es un western crepuscular, moralmente complejo y mordaz, ambientado en un nuevo Oeste donde los bancos atracados son ahora los más degenerados y crueles villanos de la historia. Una historia verdaderamente brillante, plasmada en un asombroso guión, repleto de de humor y humanidad, y escrito por Taylor Sheridan, quien es conocido tanto por interpretar al ayudante del sheriff David Hale en la exitosa serie "Sons of Anarchy", como por ser el autor de la aclamada por la crítica y nominada al Oscar, "Sicario" (Denis Villeneuve, 2015).
Hay que mencionar además, que destacan unas interpretaciones magistrales de prácticamente todo el elenco del filme, con unos Chris Pine y Ben Foster que dan replica a los hermanos atracadores de bancos; así como Gil Birmingham, y sobretodo un Jeff Bridges nacido expresamente para interpretar este tipo de papeles, que interpretan a los veteranos Texas Rangers que siguen el rastro de los violentos 'rateros' sureños.
Su pausado ritmo evidencia la sobriedad con la que David Mackenzie ha filmado la cinta, el cual intercala de maravilla secuencias intimistas con portentosas escenas de acción, protagonizadas por unos personajes con identidad propia. Merece también una mención especial la deliciosa banda sonora, compuesta por el tándem Nick Cave y Warren Ellis, que atesoran una experiencia notable en el género western, del que cabe recordar que son autores de la genial partitura del largometraje "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" (The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, 2007) de Andrew Dominik.
En síntesis, "Comanchería" es una película notable, auténtica 'pata negra' interpretada de maravilla y que cuenta una historia con un trasfondo social importante y con un cierto aroma del mejor western de los Coen, el genuino Eastwood de "Un mundo perfecto" (A Perfect World, 1993) y (por momentos) a la impresionante "Bonnie & Clyde" (Id., 1967) de Arthur Penn.
LO PEOR: Nada.
PUNTUACIÓN: ★★★★