Crítica de Con la magia en los zapatos, un film de Thomas McCarthy

Publicado el 23 mayo 2015 por Bebina @Games4u_es
Cuando uno va a ver una película protagonizada por Adam Sadler se hace una idea más o menos concreta de lo que le espera; humor desenfadado y ese estilo de comedia de situación tan suya y que a ojos de la crítica empieza a estar ya un tanto moribunda, pero este no es exactamente el caso del film que nos ocupa, estamos más bien ante un híbrido entre el estilo tan humano del director de “Vidas cruzadas”, Tom McCarthy y el humor con que el protagonista de “Un papá genial” suele impregnar a sus producciones. La unión de estas influencias da lugar a una fábula tan inocente como descontrolada, en la que uno puede diferenciar claramente la parte de la película guiada por la mano de McCarthy de aquella donde comienza el desaguisado tan típico en el que el señor Sadler se suele ver siempre envuelto. Vamos a ver cual es la moraleja que puede extraerse de esta fabula con tintes de comedia.   Crítica de Con la magia en los zapatos: Tras un enigmático  y breve prólogo situado en 1904, McCarthy nos introduce directamente a modo de narrador a nuestro protagonista, Max Simkin, un triste y deprimente tipejo de mediana edad que vive con su madre y trabaja en una zapatería que ha heredado de su padre. Entre sus vecinos en el barrio destacan el barbero (Steve Buscemi) y una joven activista por los derechos sociales (Melonie Diaz) que siempre tratan de animarle e intentan que se implique más en la vida del barrio y en los problemas de la gente que le rodea. Una noche, mientras repara las botas de un gangster de la zona, Ludlow (Method Man), se le avería la máquina que usa para trabajar y se ve obligado a buscar otra herramienta para poder acabar de arreglar los zapatos, es entonces cuando se encuentra una vieja máquina que su padre le enseñó a usar y logra reparar el calzado del gangster. Aburrido de esperar a que aparezca el dueño para recogerlos, comprueba que usan el mismo número (un 45) y decide probárselos, convirtiéndose en la viva imagen del gangster. A partir de ahí descubrirá que el poder para que los zapatos te transformen en su dueño proviene de la vieja máquina que redescubrió en el desván de la tienda y poco a poco se irá implicando más y más en las vidas de cuantos dejan sus zapatos en su tienda. Hasta lo que hemos abordado en el párrafo anterior, el film tiene un tono y un realismo mundano en el que se nota la mano de McCarthy, pero es justo en el momento en el que el protagonista comienza a caminar en los zapatos de otros cuando la historia se torna más del lado de las películas de Sadler, con una sucesión de escenas en las que Max prueba sus “nuevos poderes” para realizar cosas tan lamentablemente aburridas como hacerse un “sinpa” en un restaurante o convertirse en una asiático para dar una vuelta por chinatown, son estos detalles los que por su simpleza y reducida inspiración restan enteros al argumento. Sin embargo, poco después el toque tierno y más humano del director de “El visitante” vuelve a hacerse patente en una sublime escena en la que Max decide hacerle un regalo a su madre (Lyn Cohen), que se encuentra bastante enferma convirtiéndose en su padre (Dustin Hoffman), que desapareció hace muchos años, y que así la señora Simkin pueda pasar una última velada con su marido. Hay que decir que Adam Sadler encaja perfectamente en su papel, de hecho su interpretación es casi lo mejor del film, es posible que el msmo guión se concibiera para su propio lucimiento, pero el problema es que la historia no está a la altura de su interpretación ni tampoco de actores como Buscemi o Hoffman, tiene momentos emotivos que golpean con cierta fuerza al espectador, pero contrastan demasiado con las partes del film que tratan de traernos el humor y la hilaridad de las películas de Sadler, y que además no son precisamente de las más graciosas de su carrera. En ese sentido se puede decir que Con la Magia en los zapatos no va a hacer las delicias de aquellos que busquen humor de calidad, porque aquí no hay demasiada inspiración en ese sentido. Hacia el final el film se introduce en una montaña rusa de giros inesperados que desembocan en un final que si bien muchos podrán deducir no guarda mucha relación con los primero 20 minutos del film, para que os hagáis una idea; es como si un film dirigido por Clint Eastwood acabase pareciéndose hacia el final a Lo Vengadores, está claro que la historia es una especie de fábula con cierto toque de magia que trata de ser adaptada a nuestro tiempo pero el resultado es una mezcla en la que todas sus partes están bien realizadas pero la suma de todas ellas da lugar a un producto poco homogéneo y lleno de altibajos, quedándose en una especie de limbo cinematográfico entre ser un film de Tom McCarthy y una de las creaciones habituales de Adam Sadler, y probablemente no satisfaga a los amantes de ninguno de los dos, pero si no se espera algo muy particular de ella esta es una historia amena y con momentos en los que llega al espectador, sin grandes pretensiones y desde la más absoluta humildad, es un cuento moderno para todos los públicos aunque un híbrido de inspiraciones un tanto quimérico.