Autoparodia, autocrítica humorística, la capacidad de reírse de uno mismo…llámalo como quieras pero lo cierto es que ante la plaga de cine de comics y superheroico que hemos tenido en los últimos quince años y que ha dado lugar a casi todo un género en si mismo (uno realmente lucrativo sobre todo para los estudios de Marvel) es de agradecer que aparezca un film que se ría de todo este submundo que la empresa de Spiderman y Lobezno ha creado.
Teniendo en cuenta que vivimos en tiempos del imperio de lo políticamente correcto y del cine de acción PG-13 (es decir contenidos para toda la familia y que no vayan a traumatizar a esos adolescentes que ya ven material para adultos por su cuenta en internet) resulta aún más provocador que el último film de la inagotable factoría marveliana sea el que representa el sexo, drogas y rock n´ roll (y con mucho lenguaje soez) respecto al resto de sus hermanos y hermanas cinematográficos.
Mucho se ha especulado sobre si Deadpool tendría dos versiones, una para mayores de dieciocho años y otra para toda la familia, sobre si al final algunos de los contenidos del film no pasarían el cortafuegos de la censura….pues lo cierto es que el mercenario bocazas ha logrado dejar atrás todos los impedimentos que le obstaculizasen en su labor de dar rienda suelta a un sentido del humor golfo e irreverente, a usar sus súper poderes para trinchar, agujerear o desmembrar a sus enemigos, a sus ganas de tener escenas de sexo o de hablar todo lo mal que se le venga en gana. Porque al igual que en sus historietas de cómic, Masacre no tiene que gustar a toda la familia, está por encima de la heroicidad y no se toma en serio ni a la de tres, pero si algo ha dejado claro en su estreno en la gran pantalla es que él no es el personaje de cómic que vaya a gustar a todo el mundo, no es la película de Marvel que muchos querrían….pero si la que algunos necesitábamos.
CRÍTICA DE DEADPOOL
La historia de Deadpool como personaje de cómic se aleja exponencialmente de lo que son los súper héroes “cabeza de cartel” de Marvel, su primera aparición se remonta al número 98 de la serie Nuevos Mutantes donde se presentó como un villano, y poco a poco fue teniendo más y más apariciones, sobre todo en la colección Factor X,a partir de ahí ha protagonizado numerosas series debido sobre todo a que, pese no ser un primera espada de los héroes marvelianos (ni mucho menos de los X Men), el mercenario bocazas no tardó en hacerse un hueco entre los personajes más destacados, sobre todo gracias a su humorística elocuencia,su estilo tan visceral y sus referencias continúas a la cultura popular y una sublime y exclusiva habilidad para romper la cuarta pared (es decir, atravesar la barrera invisible entre la ficción de la que él participa y el lector o espectador que la disfruta). Si he hecho esta retrospectiva de los orígenes en papel de Masacre es precisamente porque todo aquello que le hizo especial dentro del universo del cómic Marvel ha sido genialmente trasladado a la gran pantalla, Deadpool es diferente a todas sus hermanas cinematográficas, bien lo sabe y lo deja claro desde el principio….desde los mismo créditos de inicio.
Wade Wilson (Ryan Reynolds) era un mercenario y más tarde matón bonachón a sueldo al que le diagnostican varios cánceres de carácter grave, una noche una organización de oscuro y desconocido origen le promete una cura para su enfermedad y darle a su vez poderes que un humano normal jamás podría soñar. Como se puede ver, la premisa de la historia no es muy diferente a otras vistas en su mismo universo (de hecho la película es plenamente consciente de lo genérico y predecible de su guión y sus bases) pero la grandeza del film del novel director Tim Miller radica en como se ejecutan sus elementos, es pura y frenética diversión sin adulterar, y desde el mismo momento en que su protagonista comienza a narrarnos de qué va la cosa ya sabemos que se ha entablado entre el espectador y la película una relación sin pretensiones ni prejuicio alguno; que vamos a disfrutar de las casi dos horas más descerebrados, salvajes, canallas y políticamente incorrectas de entretenimiento que un tío enfundado en licra roja (lo siento amigo y vecino Spiderman) nos haya hecho pasar jamás.
Ryan Reynolds (Blade Trinity, X Men Origenes: Lobezno, Linterna verde…. si,yo también puedo ser muy capullo a veces) encuentra por fin su lugar en el cine de súper héroes que hasta ahora sólo le había dado disgustos y sinsabores, y lo hace con un antihéroe al que ya interpretó en 2009 pero desgraciadamente el contexto y el film no pudieron ser peores (vamos a obviar la versión de Deadpool de aquella película de X Men…mejor vamos a obviar la película en sí), de hecho en el film que nos ocupa no sólo Reynolds demuestra que es el Masacre perfecto sino que se burla con fina y deliciosa ironía de papeles pasados en el mundo de las adaptaciones de cómic, a eso lo llamo yo superar las cagadas del pasado con sentido del humor.
El largometraje está plagado de guiños y latigazos deliciosos al universo Marvel (especialmente a algún que otro mutante) y a se mofa con mordacidad y desenfadado encanto de la era de saturación de súper héroes en la pantalla grande que vivimos actualmente, se burla incluso del escaso presupuesto y recursos que ha tenido en comparación con otras superproducciones de Disney/Marvel y se lo puede permitir, porque a nivel de calidad juega en la liga de las mejores de la marca. Sin embargo criticar que no posee los medios astronómicos de Los Vengadores y cia sería un golpe bajo y miserable para un film que demuestra ser más divertido que la mayoría y que además posee un gran estilo en las escenas de acción (que te hacen sentir como si estuvieras leyendo un cómic interactivo del personaje) e incluso se permite alguna que otra escena bastante épica cuando se pone seria (impagable por cierto la interacción del personaje con la banda sonora).
En definitiva estamos ante una peli de Marvel atípica (y por eso también me he permitido ciertas licencias especiales al hacer esta crítica, no penséis que me tomo yo estas familiaridades ni me da por romper la cuarta pared entre el lector y un servidor en mis reseñas habituales) y que no es familiar, ni para todos los públicos, ni para los que buscan una fábula heroica (es más bien una cómica y salvajemente descarnada historia de amor), es el mejor ejemplo de que siempre debe haber alguien que rompa la barrera entre la pantalla y el espectador y nos prometa que nos vamos a partir el ojete a reír y que vamos a disfrutar como enanos, sin prejuicios, sin censura y con el único temor de que hagan una secuela y se carguen este soplo de aire fresco que ha sido Deadpool.