Crítica de El niño 44

Por La Cloaca @nohaycloacas

Publicado por Ezequiel L

Como todo amante de cine negro, o incluso para aquellos que sólo quieren apretar la mano al desconocido vecino del asiento de al lado en el cine, El niño 44 es una cinta digna de ver.
A veces el gran repertorio de cine negro, cuyo estilo y forma fue revolucionado por Alfred Hitchcock, pide a gritos una resurrección. Una resurrección bien llevada a cabo en este film de mano del director chileno-sueco Daniel Espinosa, cuyos trabajos anteriores no se salen demasiado de la media (“El invitado”(2012) con Denzel Washington por ejemplo), pero que en este caso, tal vez sostenido por el gran talento y la talla de los actores, consiguen hacerte sentir un poquito de sudor frío.

Como protagonista tenemos a Tom Hardy, que desde la gran Inception no ha parado, interpretando a Leo Demidov, un oficial ex-héroe soviético. Detallazo de Tom Hardy el acento, o intento de acento ruso durante todo el largometraje. Su esposa, Raisa, interpretada por Noomi Rapace, cuya Prometheus aún intento olvidar, y tenemos interpretaciones estelares como la de Gary Oldman, que todo lo que toca se convierte en arte.

CHILD 44 – 2015 FILM STILL – (L-R) Gary Oldman as ‘General Mikhail’ and Tom Hardy as ‘Leo Demidov’- Photo Credit: Larry Horricks © 2013 Summit Entertainment, LLC. All Rights Reserved.

Bueno, si hay algo que tiene cinematográficamente interés de la Unión Soviética, es que detrás de tanto telón y oscurantismo durante tanto tiempo, después de tragarnos tanto cliché y mentira por diestro y siniestro, caben mil historias, y aún más negras.

La idea principal en torno a la que gira todo el film, a veces reiterativo, es que el Estado Soviético intentaba por todos los medios aparentar utopía, y por ello se intenta ocultar la existencia de un asesino en serie de niños, cosa que en un estado ideal no podría existir. Hasta aquí bien, yo me lo creo, pero se corre el riesgo de tomar al espectador por ingenuo y se le repite la idea hasta la saciedad, de maneras explícitas que rozan lo forzado en los diálogos, te sacan de la historia ligeramente. Esta idea es la que deberíamos concluir después de ver un trabajo de este tipo, como todos alguna vez hemos salido del cine con el run-run y discutiendo con nuestros colegas.

Otro de los detalles que no están tan bien cuidados es la linealidad de la trama. Empezamos con el origen del protagonista en un  momento clave de su infancia, siempre con las guerras de fondo, después cambiamos múltiples veces de escenario, con sendas escenas de locomotora crepitando por una vía entre bosques, fotografías preciosas pero demasiado insistente, uno acaba pensando que va a acabar viendo Hogwarts al fondo.

Este continua transición entre lugares le hace a uno marearse un poco, aunque sirve de ruptura y descanso para el espectador entre escenas de tensión y trama un poco más intensa, no tanto por la complejidad de la historia, sino por la reflexión, política, ética y filosófica que conllevan los hechos. En resumen, la película falla en la administración del ritmo y los tiempos.

Defectos aparte, la oscuridad del film está muy conseguida ,así como la fotografía y los escenarios, en todo momento tenemos una imagen bastante realista de la Rusia de esa época, reduciendo al mínimo los clichés y la imagen de Rusia que nos ha dado Hollywood año tras año. Constantemente se pone en tela de juicio la influencia psicológica de las guerras en las décadas posteriores, en la figura del héroe, en sentimientos muy crudos y humanos como los celos, la ambición de poder y las exigencias del estado soviético en pos del “interés general”.

Demidov (Hardy) está constantemente atravesando un enorme estrés a varios niveles, bien caracterizado por su mal aspecto, su conciencia no le permite seguir las pautas de sus superiores durante la investigación del asesinato de unos niños, en muy extrañas circunstancias, y que fue ordenado de ocultar oficialmente incluso a los familiares por el bien del Estado.

Poco a poco, su vida queda desmontada y sufre un desengaño tras otro, en todos los ámbitos de su vida. Todo lo que tenía desaparece cuando se niega ante sus superiores y de nada sirvió ser héroe de guerra. Su mujer y él mismo se ven acusados de traición y en una continua cadena de personas que acusan a otras de traición, por salvaguardar sus intereses e incluso sus vidas.

Durante estos momentos quedan al descubierto las contradicciones del estado soviético, deformado por la máquina burocrática en la que se convierte, donde un papel o quedarte en el cruce entre dos carreras hacia un puesto superior puede costarte la vida.

Entre mil dificultades el matrimonio consigue alejarse de la situación, y de Moscú, donde transcurre el hilo principal, y encuentran a un oficial interpretado por Gary Oldman, que tras varios tira-y-afloja cede finalmente a investigar sobre los crímenes, que están sucediendo por la región. Llegamos finalmente al clímax de la cinta, en la que tienen lugar varios enfrentamientos verbales y no tan verbales y algunas situaciones de tensión contenida tipo Tarantino en Malditos Bastardos y Django, donde el espectador no sabe exactamente que está pasando, ¿¿qué saben los personajes??, ve señales por todas partes y sólo deseas que la tensión se resuelva.

Hablando de resolver, hacia el final de la historia, la persecución del criminal se acelera demasiado, todo es demasiado fácil, los hilos se mezclan un poco y la sensación es un poco decepcionante. Una vez más fallaron los tiempos, la tensión acumulada no está satisfactoriamente resuelta para el espectador y todo acaba en un amago de “y comieron perdices”.

Para terminar, decir que merece completamente la pena verla, y pararse a pensar en cada uno de los dilemas que plantea, sobre la ética, la moral, el estado, la ideología y las consecuencias impredecibles de la guerra. Sobre todo a la hora de crear monstruos a posteriori.

Como frase representativa y mencionada en el  film me quedaría con “un homicida es un criminal fruto del capitalismo”, de verdad consigue en ciertos momentos transportarte al escenario.

Ahí lleváis el tráiler para que os animéis: