Crítica de “Infiltrados en la universidad” (2014)

Si algo ha caracterizado a la cinematografía estadounidense desde sus inicios es haber sabido reírse de sí misma de forma sarcástica y brillante como ninguna otra en todo el mundo. Ese elemento de autoparodia trasciende de la propia industria a sus propias estrellas y cineastas, demostrando que hay que tomárselo muy en serio para hacer una buena comedia, por muy desmadrada que esta sea. Al espectador de cine de hoy le pasa como al consumidor en general, que cada vez es más exigente, no le valen cuatro chistes mal hechos, hay que seducirle, además de por el sentido del humor, por los otros cinco (o seis). Esa lección la tienen perfectamente aprendida dos tipos como Phil Lord y Christopher Miller (La Lego película) que han sabido ir más lejos de las muy mejorables prestaciones de Infiltrados en clase y transformar su irregularidad y su aspecto de comedieta chapucerilla de tres al cuarto en 112 minutos de acción y humor, tan estúpido como surrealista, durante los que no da tiempo a pestañear, ni siquiera a pensar si lo que estás viendo tiene pies o cabeza, pero que resultan tan rematadamente entretenidos que te mantienen enganchado de principio a fin.

Cuando sabes perfectamente a qué juegas y qué es lo que busca tu público potencial la mitad de la partida está ganada de antemano. En este caso todos los elementos de la ecuación (producción, guión, realización e intérpretes) tienen muy claro cuál es su producto, una comedia gamberra con toques delirantes y humor de brocha gorda (que se cuida bien de no sobrepasar la delgada línea roja de lo chabacano) con armazón de cine de acción de primera (fotografía, montaje, sonido y banda sonora) de acabado impecable. Ahí está Channing Tatum, un fulano con pinta de cachas descerebrado interpretando, sin ningún tipo de complejo, a un musculitos con media neurona, acompañado de Jonah Hill, el típico gordito gracioso con dos nominaciones al Oscar, aportando la otra mitad de masa encefálica. Ni qué decir tiene que Hill figura en los créditos como uno de los creadores de la historia y ambos como productores de la cinta.

Y el guión (esperamos un doblaje que haga justicia al original en inglés), una catarata interminable de chistes, guiños y referencias que se mueven entre lo friki y lo culto, con un totum revolutum que va desde el estilo de Michael Bay a frases míticas de Arma letal o menciones a personajes tan diversos como Cate Blanchet, Beyoncé, Benny Hill o Harvey Milk, y que no deja de jugar continuamente con el metalenguaje cinematográfico para generar comicidad sacando punta a los dobles sentidos y los equívocos. La guinda al pastel, unos descacharrantes créditos finales que no hacen sino reafirmar lo sano que resulta reírse de uno mismo. Se trata de un placer culpable, sí, pero lo bien que sienta a veces desconectar de todo durante dos horas sin pensar en nada más que en pasártelo bien y reír a mandíbula batiente no tiene precio.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Columbia Pictures, MGM, Cannell Studios, Media Rights Capital, Original Film. Cortesía de Sony Pictures Releasing Spain. Reservados todos los derechos

Infiltrados en la Universidad

Dirección: Phil Lord, Christopher Miller 

Guión: Michael Bacall, Oren Uziel y Rodney Rothman

Intérpretes: Jonah Hill, Channing Tatum, Ice Cube

Música: Mark Mothersbaugh

Fotografía: Barry Peterson

Duración: 112 min. 

Estados Unidos, 2014