De cuando en cuando suele aflorar terminología de la más diversa índole que salpica una vez sí y otra también textos y conversaciones cinéfilas cuya repetición constante parece ser fuente de (supuesta) erudición y, sobre todo, de modernidad. Vocablos que parece necesario incluir a toda costa en crónicas y críticas para hacer notar que uno está a la última y cuyo uso se extiende como un reguero de pólvora de tal forma que hay quienes renegamos de su uso por la misma razón que otros los ensalzan. Hoy en día si quieres parecer el colmo del vanguardismo (a riesgo de resultar pedante), además de usar una cantidad ingente de anglicismos innecesarios, tienes que incorporar indefectiblemente a tu vocabulario la palabra “distopía”.
No aparece en el diccionario de la R.A.E., de modo que muchos de quienes la invocan creen que se trata de un término de nuevo cuño; nada más lejos de la realidad. El filósofo y economista John Stuart Mill fue el primero en incluirla en un discurso allá por 1868 y posteriormente se rescató para catalogar a novelas como Un mundo feliz, 1984 y Fahrenheit 451. Ahora se utiliza para referirse a un género literario de gran éxito entre los adolescentes que ha dado su salto a la gran pantalla y que se publica en forma de trilogía y se rueda como tetralogía (cosas de la taquilla). Los juegos del hambre fue la saga fundacional y Divergente su calco inmediato en el tiempo.
Puestos a buscar el vocablo adecuado, la mayor antigüedad, además de la sonoridad y la negatividad que transmite “cacotopía” parece mucho más acertada que la presuntuosa sofisticación de “distopía”. Ambas comparten significado: exactamente lo contrario a utopía, que etimológicamente significa “buen lugar”; es decir, una sociedad futura indeseable, que es la que sirve de telón de fondo a Insurgente, segunda parte de la serie Divergente.
Más allá de todas estas disquisiciones semánticas nos encontramos con la continuación de la huida y la lucha contra el poder dictatorial de un grupo de “divergentes”, considerados peligrosos dentro de la posapocalíptica sociedad que habitan porque su compleja personalidad desborda las etiquetas simplificadoras a las que les obligan a ceñirse. Una propuesta de entretenimiento puro y duro. Cine de acción con protagonista femenina que mezcla la aventura, la ciencia ficción, el romance y la rebeldía; destinado a adolescentes, pero en el que puede entrar sin problemas un adulto.
De factura impecable, siendo el sucedáneo resulta mucho más entretenido que el original. Los incondicionales de las andanzas de Beatrice Prior disfrutarán; el resto del público, a pesar de no estar puesto en antecedentes y de encontrarse con ciertas situaciones y diálogos en el límite de lo verosímil, no se aburrirá. Shailene Woodley cumple el expediente con solvencia y viene demostrando, con interesantes trabajos como Bajo la misma estrella, que hay vida más allá de esta heroína, pero es Miles Teller (Whiplash) el único que consigue con su personaje aportar un toque de ironía y mala leche dentro del arquetípico tono general.
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Insurgente
Dirección: Robert Schwentke
Guión: Brian Duffield, Akiva Goldsman y Mark Bomback, según la novela de Veronica Roth
Intérpretes: Shailene Woodley, Kate Winslet, Theo James
Fotografía: Florian Ballhaus
Duración: 119 min.
Estados Unidos, 2015