Lo amas o lo odias, sea como fuere es innegable que el señor Allen tiene una forma de concebir las historias que le diferencia del resto de cineastas (y que a su vez hace realmente fácil distinguir y reconocer sus obras en cuanto las ves), lo que probablemente le hace especial es que siempre nos cuenta el mismo tipo de historias, con los mismo clichés, sus perpetuas obsesiones de siempre por el sexo, el sentido filosófico de la vida, y como la búsqueda de las pasiones terrenales nos lleva a la muerte….y sin embargo después de tantos años y tantos films su cine sigue teniendo el sabor de un buen rioja…aunque tras tantas copas de los mismo nuestro estómago ya empieza a resentirse y sinceramente este vino más que hacernos sonrojar y darnos ese puntito de dulce ebriedad ya empieza a producir resaca.
Crítica de Irrational Man:
Según el director de Annie Hall el ser un hombre atormentado, trágico, de actitud ausente y esquiva que recita a Kant, a Heidegger y a Emily Dickinson te convierte automáticamente en un sex symbol para toda la comunidad universitaria (alumnas incluidas), ya que el reputado profesor de filosofía Abe Lucas (Joaquin Phoenix) acaba de llegar a un pequeño campus de Rhode Island y no deja de levantar pasiones entre las señoritas y señoras del lugar (y eso que se encuentra sumido en una profunda depresión). Rita, (Parker Rosey) una profesora infelizmente casada y hambrienta de romances y amantes será la primera en fijarse en el legendario profesor vividor que inicialmente tratará de mantenerla a distancia con su indiferencia y acuciante pasividad vital en las que se ha visto sumido debido a la crisis existencial que atraviesa. Un día en clase, Abe habla en privado con una de sus alumnas, Jill (Emma Stone) que se siente muy atraída por el deprimido profesor, comienzan simplemente paseando e intercambiando ideas sobre filosofía, el sentido de la vida y la ética y poco a poco empieza a surgir algo más, pero a nivel emocional y vital Lucas sigue bloqueado, asfixiado, le falta el aire y el sentido y las ganas de vivir.
Llegado a este punto, si uno es conocedor de la filmografía del señor Allen empieza a hacer sus cábalas, profesor de filosofía, alumna que se enamora de él…suena a Hanna y sus hermanas que tira para atrás, o quizás es algo más enfocado a las relaciones y su complejidad, del estilo de Midnight in Paris o Vicky Cristina Barcelona (que podría suceder porque Jill aunque está colgada por Abe, la joven se encuentra actualmente en una relación con otro estudiante)….pero no.
Estando alumna y profesor desayunando en una cafetería de la zona escuchan accidentalmente una conversación próxima a su mesa en la que una pobre mujer cuenta a unos amigos como le será imposible mantener la custodia de sus hijos tras su divorcio debido a que su ex marido y el juez que lleva el caso son íntimos amigos, y por mucho que intente alegar que su ex pareja es incapaz de cuidar de los niños y que no les tiene el menor aprecio el juez siempre fallará a favor de éste. La desesperación de la mujer conmueve a Abe que tras muchas cábalas, decide organizar el asesinato de tan corrupto y lamentable juez en nombre de la ética y por un mundo que a su parecer estaría mucho mejor sin que un canalla como ese pudiera impartir justicia a su gusto, o mejor dicho injusticia.
A partir de aquí la referencia al universo woodyallenesco es bastante clara, aunque no sin ciertos matices y diferencias, la historia es en esencia muy similar a Match Point, pero desgraciadamente los elementos de este último largometraje no acaban cohesionándose en un todo tan compacto y armonioso como el film al que toma de referencia. Para empezar los actores pese a ser todos bastantes correctos no llegan a crear ese hipnotismo que mostraban otros actores que interpretaron a personajes salidos de la mente de Woody Allen que llegaban a impactar mucho más, quizás no sea culpa de las interpretaciones, ya que Joaquin Phoenix sin brillar si que está a gran nivel, pero lo cierto es que Abe y Jill no son tan impactantes ni carismáticos como otros “seres con preocupaciones existenciales” paridos por el director de Manhattan, y la figura del protagonista no acaba de emplazarse en ningún campo moral o ético una vez acabada la película, es una especie de despropósito de ser humano vencido por pasiones absurdas y más tragicómico que otra cosa.
La imagen de arriba que pertenece a una escena en la que Jill y Abe disfrutan de una noche en un parque de atracciones, contemplándose ambos en uno de esos espejos que deforman la imagen, es un metáfora perfecta de este film; la historia empieza con muchas expectativas, pero poco a poco se va revelando lo temido, que los personajes y el argumento son cien por cien reciclados de otras historias del director neoyorquino y las sorpresas no abundan, lo que para aquellos que sean conocedores de su manera de enfocar y desarrollar argumento y personajes tendrán aquí una continua sensación de deja vu, a lo que tampoco ayuda el ,a veces demasiado lento, ritmo en que se van presentando los acontecimientos.
Hay que destacar eso si el sublime trabajo de fotografía llevado a cabo por Darius Khondji, cuanto menos preciosista y con algunos paisajes grandiosamente retratados, que se lucen especialmente en las escenas en las que los dos protagonistas pasean juntos mientras discuten sobre filosofía. Así pues, como decía en la primera línea; lo amas o lo odias, Woody Allen ha vuelto con todas sus manías, cuestiones existenciales, crímenes inverosímiles y soluciones vitales de cama en un estilo muy familiar, demasiado similar a otras obras suyas incluso para enganchar a los curtidos en su cine, pero que sigue sabiendo a ese vino que en su día nos endulzó el paladar aunque notablemente menos inspirado que las grandes joyas de este prolífico creador.