Es una serie para reírse de las telenovelas y el marujeo que tanto daño han hecho a las horas de la siesta. Les llegó la hora por fin a todos esos actores narcisistas de rancho, contrabandistas de cártel y etc. Y hablando de cártel, me recuerda un poco (y digo UN POCO) a Breaking Bad, será la morriña. Pero ese rollo del sur de Estados Unidos, esos americanos parlando castellano forzado, las drogas y la mafia de por medio, hacen que a uno le venga a la cabeza aquel New Mexico del gran Heisenberg. Compararla con Breaking Bad sería un insulto a la memoria, pero ya digo, no tienen nada que ver la una con la otra.
Haciendo un pequeño resumen podríamos decir que la serie tiene como trama principal el embarazo de la virginal y un poco “monjita” Jane. Va al ginecólogo a hacerse una revisión rutinaria y acaba inseminada artificialmente por error (cómo no). Así empieza la serie. ¿Y cómo lo trataría una telenovela? Pues haciendo que el padre sea el hombre que dio a Jane su primer beso. El novio de Jane, esperando al día de la boda para tener sexo con ella se lleva un chasco de narices. Tanta espera para el lío que se avecina… Un culebrón de cuidado, dos hombres y una mujer, a parte de misógino, muy telenovelesco. ¿Cómo iban a faltar las drogas y la mafia en el sur de EEUU? Pues también tenemos ración de trapicheos y mafias. Y en todo esto están involucrados los dos pretendientes de Jane. Pero lo que la hace diferente de las patrañas de las 16:00 en televisiones “prestigio”, es que la serie en sí es una crítica burlona de la milonga de siempre, y todo gracias a la voz en off (gracias por existir). Sarcástica y sin escrúpulos pega de lleno donde más les duele a los culebrones de medio pelo. Vamos a ver un poco los personajes que si sigo descargando mi ira contra la telebasura no acabo:
Jane, la protagonista, monjita y recatada se queda embarazada por accidente (gracias al destino por darle un poco de sabor a su vida). Todo esto ocurre cuando está a punto de casarse con su novio de toda la vida, Michael. El embarazo les cambiará la vida, más que nada porque el accidental padre es el tío que le dio a Jane su primer beso. La actriz es Gina Rodríguez, por cierto, premiada con un Globo de Oro el pasado enero por su actuación en la serie (la tía lo borda).
Michael, un “pringao”(encarnado por Brett Dier) y perdón por la expresión. A dos velas hasta el matrimonio quería aguantar el tío, que si es por amor vale, pero que el guión no es justo con él, también hay que decirlo. Es policía, y pesado en sus ratos libres. Destapa toda una red de mafioseo con su compañera (una compañera un tanto especial). El tipo es un buenazo de los de peli romántica, pero parece que no le va bien el rollo que se tira.
Alba, la entrañable abuela de Jane (Ivonne Coll). Para mí el mejor personaje y la mejor actriz de la serie, aunque luego los premios siempre se los dan a los mismos. Consejera espiritual y culpable de que su nieta siga virgen a punto de ser madre. Es la típica abuela que todo ser humano con alma querría tener (y esto no quiere decir que la cambiase por la mía).
Los personajes y las tramas son dignos de las telenovelas y los usan para criticarlas desde dentro. Hay quien dice que lo que busca la serie es, a la vez que criticar los culebrones, alabarlos. O que la serie es una adaptación de las telenovelas al mundo de las series americanas. Pues si eso es lo que quiere dar a entender, lo hace mal, pero que muy mal. Desde el primer capítulo da a entender que es una especie de crítica al género. Aunque luego nos vengan los grandes diarios en su sección de cultura y nos suelten la chapa del típico becario que no ha ido más allá del piloto.
No es una serie de gran nivel, pero es buena, bastante buena. 40 minutos donde caben risas, suspense y crítica; son, sin duda, unos buenos 40 minutos.
Jorge (@JorgeJP_5)