En una ópera prima en general, y más en concreto en una que proviene del cine independiente estadounidense, se suele repetir con frecuencia un patrón común. Gran parte de ellas suponen la prolongación de un cortometraje de éxito en el que su autor narraba una historia que tenía que ver con alguna vivencia propia que le había marcado en cierta manera. En el caso de Las vidas de Grace, su origen, el corto Short Term 12, consagrado en el Festival de Sundance, recoge las experiencias de su director, el hawaiano Destin Daniel Cretton, como cuidador en un centro de acogida para jóvenes problemáticos. El cineasta al convertir la historia en un largometraje cambió el sexo del protagonista otorgando así al relato una dimensión y una profundidad que no hubiese alcanzado de otra manera.
Brie Larson, vista en éxitos independientes como Scott Pilgrim contra el mundo y Don Jon, se ganó a pulso el derecho a encarnar a Grace trabajando como voluntaria en instituciones como la que aparece en el guión, lo que no le dijo al realizador hasta meses más tarde es que la habían echado de todas y cada una de ellas. No obstante no podría haber una Grace mejor que Larson que defiende un papel muy exigente sentimentalmente. Su personaje posee un enorme atractivo desde el principio del filme. Cretton la retrata como muy profesional, muy dura, con una coraza exterior que la separa de los traumas y problemas que sufren los adolescentes con los que trata a diario, para a continuación mostrarnos una Grace extremadamente frágil y vulnerable en su vida fuera del centro y distante e incluso arisca en su relación de pareja con otro de los monitores, encarnado por John Gallagher Jr., de la serie de televisión The Newsroom.
El título habla del peculiar modo que tiene Grace de ayudar a estos chicos desfavorecidos narrándoles situaciones supuestamente sacadas de su vida que se parecen sospechosamente a los problemas que sufren ellos. Se trata de un hallazgo muy interesante porque el público no llega a saber claramente qué hay de verdad en todo ello debido al hermetismo de la propia protagonista. Ese misterio que encierra el personaje lo hace tremendamente atractivo a ojos del espectador. Será su encuentro con una joven interna el que despertará en ella los traumas que llevaban tiempo hibernando, para que, poco a poco, vayamos descubriendo a la verdadera Grace.
La fuerza de actores jóvenes, semidesconocidos, y el minimalismo en la puesta en escena confieren intensidad a un relato que ya por sí solo resulta duro y descarnado. El cine independiente es capaz de llegar con una enorme economía de recursos a donde las películas de los grandes estudios no se atreven. Tiene la libertad de abordar cualquier temática, por escabrosa que esta sea, y de profundizar en las historias de un modo diametralmente distinto. Resulta reconfortante encontrar ese cine diferente y esa valentía en Las vidas de Grace sin perder por ello la capacidad de llegar y emocionar al espectador.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright de las imágenes © Animal Kingdom, Traction Media. Cortesía de Good Films. Reservados todos los derechos
Las vidas de Grace
Dirección y guión: Destin Daniel Cretton
Intérpretes: Brie Larson, John Gallagher Jr., Kaitlyn Dever
Música: Joel P. West
Fotografía: Brett Pawlak
Duración: 96 min.
Estados Unidos, 2013