Ma ma supone el regreso del Medem clásico. Del mejor Medem. El de La ardilla roja o Los amantes del círculo polar. Aquel que había quedado difuminado entre las costuras de sus últimos trabajos. Aunque tal vez el adjetivo clásico no sea el correcto para definir la singular voz del cineasta donostiarra en su inspirada primera etapa. El que nos dejó obras más o menos irregulares como Caótica Ana o Habitación en Roma no era sino un sucedáneo. Celebramos la vuelta del genuino Medem. Con sus juegos de palabras llenos de dobles sentidos, en la polisemia del título sin ir más lejos, su metaforismo exacerbado, pero elegante, ese toque psicológico y profundo que adquiere la situación más nimia cuando pasa por su original tamiz y, en lo particular de esta historia, la visión diferente, en positivo, de un tema tan espinoso que, aunque sea de refilón, nos ha tocado a todos de una u otra manera: el cáncer de mama.
Lo que aquí se nos cuenta es el proceso que sigue la enfermedad y las huellas que deja sobre una mujer con un marido ausente y un hijo a su cargo desde el momento cero, el del fatal diagnóstico: una Penélope Cruz magnífica, omnipresente en cada segundo de metraje, que aporta todos los matices y alguno más a esa Magdalena que se niega a llorar por su complicado destino. Junto a ella, sobrio, pero lleno de sensibilidad, Luis Tosar, y el televisivo Asier Etxeandia, en un personaje tan tierno como sorprendente.
Por más que de este planteamiento pudiésemos esperar algo oscuro, tenebroso y triste, lo que nos encontramos, en cambio, es una película alegre, clara y luminosa, teñida de blanco de principio a fin. Un blanco que puede resultar gélido en ocasiones, pero blanco al fin y al cabo. Las paredes del hospital, la decoración de las casas, la lechosa luz que impregna todo y que se acentúa con la sobre exposición de cada uno de los planos, hasta la camiseta del Real Madrid, todo es de un blanco relucientemente atómico. Una aproximación diferente, al inconfundible estilo Medem, a una temática que podría haber derivado en un dramón de lágrima a moco tendido y que sin embargo es capaz de emocionarnos.
El acabado visual recuerda con profusión a momentos tanto de Lucía y el sexo como de Los amantes del círculo polar. Más allá de la luz y los colores, que también, es la caligrafía fílmica, los puntos y las comas que regulan la rítmica sucesión de planos, la culpable del déjà vu. Esa manera de avanzar y retroceder en la narración mediante el montaje, que aporta subtextos, entrelineados y apostillas a lo que se nos está contando, surge de las manos de Iván Aledo, colaborador habitual del guipuzcoano, en el que Medem vuelve a confiar tras el empecinamiento de querer asumir esta tarea en solitario. Uno de los factores clave en este renacimiento artístico, sin ningún lugar a la duda, es la reunión de estas dos creatividades que forman una sinergia perfecta, cual matrimonio bien avenido, sumando mucho más juntos que por separado.
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Ma ma
Dirección y guión: Julio Medem
Intérpretes: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia
Música: Alberto Iglesias
Montaje: Iván Aledo, Julio Medem
Fotografía: Kiko de la Rica
Duración: 111 min.
España, 2015