Hubo un tiempo en el que contar con Johnny Depp como estrella en el reparto de un film era sinónimo de calidad, cuanto menos de taquillazo (y si no que se lo digan a su amigo Tim Burton). Este, antaño venerado y solicitado actor, ha sufrido uno de los encasillamientos más alarmantes de los últimos tiempos. En los años noventa el por entonces joven actor estadounidense se ganó su fama de artista camaleónico con actuaciones soberbias en películas como ¿A quién ama Gilbert Grape?, Ed Wood, Donnie Brasco y Eduardo Manostijeras. Su situación como actor fetiche del director de Pesadilla antes de Navidad y el dar vida a los pintorescos personajes que este le confiaba no supuso ningún lastre para el polifacético actor, y logró alternarlos con otros papeles que le permitiesen desarrollarse en su faceta interpretativa y así no acabar siendo tan solo el “muso” de Tim Burton.
Sin embargo, la culpa de que el actor haya quedado confinado no ha sido del joven Manostijeras, ni tampoco del rimbonbante Willy Wonka… sino más bien de un pirata. Interpretar al Capitán Sparrow llevó a Depp a las más altas cimas de la popularidad y la rentabilidad, pero da la sensación que desde 2003 (fecha en la que se estrenó Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra) hemos estado viendo actuar, más que a Johnny Depp, a distintas variantes de Jack Sparrow. ¿Es posible que Piratas del Caribe haya hecho caer sobre Depp la maldición que la saga Star Wars supuso para Mark Hamill, Carrie Fisher o Hayden Christensen?,parece obvio que no es el mismo caso, pues estos tres actores quedaron encasillados en un único personaje mientras que Johnny parece haberse reducido a si mismo a interpretar siempre el mismo papel aunque con distintos personajes. Irónicamente el título de la primera película de los piratas de Disney no ha podido ser más premonitorio para la carrera del protagonista del film que hoy nos ocupa, no sabemos si fue la Perla Negra la que lo maldijo, pero él aún no ha sido capaz de dejar atrás la vida del bucanero.
CRÍTICA DE MORTDECAI:
Inspirada en la trilogía de novelas de Kyril Bonfiglioli que cosecharon un gran éxito de crítica y público en los años setenta y ochenta del siglo pasado, esta es la historia de Charles Mortdecai (Johnny Depp), un noble venido a menos y acosado por las deudas que sus trapicheos en el turbio mercado negro de la venta de arte le han ocasionado y que también le han granjeado más de una enemistad. Los contactos de nuestro bigotudo protagonista operan a ambos lados de la ley, dentro y fuera, pero será su viejo amigo de la universidad, el detective Martland (Ewan McGregor) que siempre ha estado enamorado de la esposa de Mortdecai, Johanna (Gwyneth Paltrow) el que le pida ayuda para resolver un oscuro caso y tratar de recuperar una pintura de Goya cuyo paradero ha sido desconocido durante un siglo, lo que la ha llevado a ser muy cotizada por los marchantes del mundo del arte y que además oculta un millonario secreto. En pos de conseguir tan legendaria obra de arte, Charles se embarcará en una busqueda a nivel mundial tan histriónica e inverosímil como él mismo, siempre acompañado por su leal sirviente Jock (Paul Bettany) que hace las veces de guardaespaldas, mayordomo y amigo de nuestro protagonista, la relación entre ambos es de pareja idílica, cuasi romántica y da lugar a los mejores momentos de todo el film, ya que curiosamente Depp tiene mucha más química en pantalla con este ultimo que con Paltrow.
Respecto a los actores en si, este es un claro ejemplo de “no es oro todo lo que reluce”, el trío de estrellas Depp/McGregor/Paltrow sin duda atraerá una ingente cantidad de público a las salas, sin embargo ninguno de ellos realiza un interpretación que logre ser memorable, lo que es golpe importante en la cara de un film como este cuyo poderío recae en su mayoría en la caracterización de los personajes, aunque Gwyneth y Bettany acaban resultando mucho más efectivos en sus respectivos roles. En cuanto a Depp juega con las mismas cartas que ya nos ha enseñado una y otra vez pero sin llegar a tener una jugada contundente, dejando al personaje de Mortdecai como una colección de retales de sus interpretaciones anteriores pero que carece de alma por si mismo.
El director David Koepp (Secret Window, Premium Rush) trata de mantener el ritmo de la película en todo momento sin que decaiga un solo segundo, y de hecho lo consigue pues las bromas y la situaciones cómicas no dejan de sucederse en pantalla. Sin embargo trata de mezclar el humor irreverente con la acción en algo similar a lo que intentaron los films de La Pantera Rosa de Steven Martin a comienzos del siglo XXI pero la formula no le termina de salir del todo, da la sensación de que la historia nos lleva de un lado a otro del mundo sin ninguna verosimilitud y entre un gag y otro tan solo encontramos ese efecto de cambio de localización en el mapa, que si bien funcionaba perfectamente en anteriores trabajos del director como en Premium Rush, lo cierto es que aquí se siente fuera de lugar. Koepp y su guionista Eric Aronson no han sabido como plasmar la novela Todo por un bigote de Bonfligioli, algo que se nota especialmente en que han trasladado a personajes de los años setenta a 2015 sin tratar de encajarlos, ni adecuar el mundo que les rodea, creando unos contrastes entre los personajes y la ambientación (especialmente notorio en la figura de Mortdecai) que hace que el film se parezca más a Austin powers que al material original.
El estilo visual y las situaciones cómicas de la historia no son para nada decepcionantes, pero el problema radica en que los dos pilares en los que podría haberse sostenido esta adaptación acaban viniéndose abajo; por un lado Johnny Depp nos hace un revival de todas sus muecas, bromas y gags empleados en anteriores personajes y que logran dejan a este Charles Mortdecai como un refrito de todas sus interpretaciones anteriores pero aportando poca alma al protagonista. El segundo pilar es la solidez del material original, pero que no ha sabido ser trasladado a un film de 2015. En resumen, sólo los fans de Johnny Depp disfrutarán a fondo de esta película, aunque si os va el estilo a lo Pantera Rosa y el sutil pero efectivo humor inglés puede que os sintáis cómodos con las divertidas situaciones que trae consigo Mortdecai.