Después de haber triunfado con su anterior largometraje, "Intocable", los directores Oliver Nakache y Eric Toledano nos traen "Samba", también protagonizada por Omar Sy. En ella nos vuelven a contar una historia sobre dos extraños que podrían encontrar juntos la senda de la felicidad. Por un lado está Samba, un trabajador clandestino que se fue de su país, y que ahora intenta regularizar su situación para poder cumplir con una oferta de trabajo que ha recibido; y por otro lado Alice, una ejecutiva que lo tiene todo para ser feliz, pero que está sobrecargada de trabajo y ha reventado. El trabajo es el valor supremo para ambos, pero cuando se conocen van a descubrir nuevos horizontes, e intentarán ser felices de forma distinta de la que impone el mundo del trabajo y el éxito social.
Omar Sy y Charlotte Gainsbourg están estupendos. Omar encarna a un trabajador clandestino al que le costó dos años llegar a Francia, renunciando a abandonar el país y luchando cada día para normalizar su situación; por otra parte, Charlotte encarna a una mujer que intenta volver a sentir, recuperar la empatía y la sensibilidad hacia los demás, tras haber padecido el síndrome conocido como "burnout" (que a grandes rasgos consiste en la presencia de una respuesta prolongada de estrés). Mención especial para Tahar Rahim, en un rol cómico y desenfadado que me ha sorprendido, lejos del ofrecido en filmes anteriores, como "Un profeta" o "El Pasado (Le passe)".
En conclusión, pese a que no llega a la trascendencia y altas cotas ofrecidas por su anterior cinta "Intocable", "Samba" es una buena película, muy entretenida, con una premisa que busca esa transición entre los momentos de felicidad intensa y la aventura más trágica, a caballo entre la comedia y el drama, que contiene reminiscencias al cine de Ettore Scola, con ese talento para abordar temas auténticos con una emoción, una empatía y una gracia extraordinarias, estando siempre sostenido por unos actores muy grandes.