El séptimo arte tiene por costumbre cada cierto tiempo refrescar las memorias de los espectadores, suprimiendo el carácter lúdico de la obra dejando vía libre a un estrechamiento entre el patio de butacas y lo que se cuenta en pantalla. Steve McQueen consiguió transportarnos a la época donde la esclavitud en los estados sureños de Norteamérica todavía estaba aprobada, ahora Ava Duvernay nos desgrana parte del mito que hizo de Martin Luther King uno de los mayores defensores de la igualdad entre blancos y negros.
CRÍTICA DE SELMA
Selma es una pequeña ciudad del estado de Alabama, cuyo nombré tiene su eco en la eternidad por ser el punto de partido de la marcha hasta Montgomery, la cual fue uno de los muchos movimientos no violentos promulgados por Martin Luther King para conseguir el voto de los afroamericanos en el sur de Estados Unidos. Como ocurre con muchos iconos de la humanidad aquello que trasciende a su mensaje o a sus ideales es una frase o un discurso, contundentes obviamente pero dejando a un lado todo aquello que hace a un hombre como Luther King ser quien fue.
Ava Durnavey nos lleva a esa época donde la mentalidad americana, sobre todo en los estados sureños estaba en fase de cambio, recordemos que un país con tan poco tiempo de historia en tan solo siglo y medio, pasó de la esclavitud a la abolición de la misma con los consecuentes derechos y libertades para los afroamericanos. El sueño que en su día tuvo Martin Luther King es analizado cual autopsia por un forense, de un modo frio y aséptico se analiza no solo los hechos que ocurrieron los momentos previos a su asesinato, sino que además se profundiza en la persona que estaba detrás de todo ese movimiento.
Pese a que gracias a Ava Durnavey salimos de la sala conociendo de un modo más profundo la vida de uno de los personajes más emblemáticos de la historia de la humanidad, es su modo de narrar la historia lo que hace que nos vayamos alejando por momentos de lo que se nos cuenta en pantalla. Ese modo de desgranar dichos momentos históricos hace que toda carga emotiva quede carente de sentimiento, haciéndonos más espectadores de un documental que de una película sobra la vida de una persona.
Por su parte David Oyelowo esta espectacular, dotando de una gran firmeza su interpretación, dándose el caso que dar vida a un líder como el Dr. King conlleva ser muy fiel a la forma en que éste hacía llegar su mensaje, como en sus discursos conseguía que tanto blancos como afroamericanos se levantaran pidiendo igualdad. Éste es probablemente el carácter más positivo de la cinta, su protagonista consigue por encima de toda la comparsa de secundarios, dar vida a uno de los personajes más complicados que se pueden llevar a la pantalla. Por su parte, Tom Wilkinson hace que las reuniones que tuvieron King y el Presidente Johnson, tengan por breves momentos esa carga de tensión que ha de tener una escena con dos titanes interpretativos.
Selma no es una mala película, ni mucho menos, pero comete el error de ir alejando al espectador de lo que acontece en pantalla. La forma de abordar el “quien fue” por encima de sus grandes citas, da como resultado una cinta lenta y carente de sentimiento, aunque por otro lado sale más reforzada la persona que estaba detrás del nombre.