Crítica de televisión: Los Pilares de la Tierra 1x01 y 1x02

Publicado el 31 julio 2010 por Lapalomitamecanica
  
Los Tudor encuentran heredero y Ken Follet respira tranquilo. 

Nota: 7
Ficha: IMDB.
Lo mejor: las escasas diferencias con la novela funcionan a la perfección. Lo peor: una dirección demasiado teatral de los actores, que en ocasiones rozan la sobreactuación.
No era una tarea fácil adaptar la titánica novela de Ken Follet al celuloide, de hecho, concentrar las más de 1.300 páginas en una película hubiera sido imposible, de ahí que la solución idónea haya sido realizar una miniserie de 8 episodios con un presupuesto a la altura (40 millones de dólares). El pasado día 23 se estrenaron los dos primeros capítulos y ya podemos asegurar que la empresa ha sido todo un éxito. Obviamente existen licencias y cambios con respecto al original literario, pero su historia ha sido bien aprovechada para confeccionar un thriller histórico que no sólo dejará satisfechos a los fans de la recién desaparecida Tudors, con la que guarda no pocas similitudes. 
Si hay una palabra que define la novela, y por consiguiente la historia que tenemos entre manos esa es la de "ambición". En Los Pilares de la Tierra nada se queda pequeño ni a medio gas. De hecho, Follet sorprendió a todos en 1989 con un elenco de personajes abrumador a lo largo de los casi 40 años que abarca la creación de la catedral eje del argumento. Y la adaptación en imágen real debía respetar obligatoriamente esa sensación de grandeza. 

Estos dos primeros episodios comprenden al período entre el hundimiento del White Ship (1120), donde murió el único heredero legítimo del Rey Enrique I de Inglaterra, y el inicio de la construcción de la Catedral del priorato de Kingsbridge a manos del albañil Tom Builder y su familia 16 años después. Lo que nos cuentan en realidad son las intrigas palaciegas por la sucesión del monarca desde la perspectiva de los habitantes de Kinsgbridge, una localidad ficticia que sirve como elemento representativo de la sociedad de la época. 
En el apartado técnico no se le puede poner ninguna pega a la producción más ambiciosa del canal Starz. Se nota la mano de Ridley Scott en tareas de producción ya que la puesta en escena recuerda inevitablemente en perfección a la fallida El Reino de los Cielos, a la que se le pueden recriminar muchas cosas pero no la tacañería en decorados o vestuario. Además su cabecera acompañada de una genial partitura de Trevor Morris es una obra de arte por si misma. 

Entonces, ¿Qué impide que esta miniserie alcance la brillantez de su homónimo literario? Por desgracia nos encontramos ante un director, Sergio Mimica-Gezzan (Prison Break, Heroes, Battlestar Galactica) al que se le escapa el talento del descomunal reparto que tiene entre manos y se muestra incapaz de contener a sus actores. Sólamente Ian McShane, Donald Sutherland y Rufus Sewell -para el que las cintas de época son su segunda casa- logran estar a la altura de sus personajes sin caer en la caricatura o en un exceso de intensidad. 
Unos defectos que tienen su máxima expresión en Matthew McFayden (Frost-Nixon, Robin Hood), que interpreta al Prior Phillip. El que sale mejor parado es el pérfido Al Swearengen de Deadwood, un Ian McShane que antes de saltar a la fama como villano en la próxima entrega de Piratas del Caribe nos vuelve a demostrar que una simple mirada es suficiente para que nos hagamos pis encima como el obispo Waleran.

La adaptación gustará a los seguidores de Follet ya que las principales diferencias con la novela se centran en la relación entre Tom y el ladrón que roba a su hijo recién nacido además de en la esperada precipitación de algunas situaciones imposibles de trasladar con exactitud a la pequeña pantalla. Pero todos aquellos que no se hayan atrevido con el original literario pueden encontrar aquí una oportunidad para conocer una historia apasionante con una factura de lujo.
Al finalizar la emisión de los 8 episodios realizaremos una critica general que esperemos sea tan positiva como la de estas dos primeras entregas.