Nota: 9
La verdad es que no sé por dónde empezar a describiros las sensaciones que me ha causado este sensacional piloto Listen. Un episodio que en opinión de este redactor se ha convertido de improvisto en el mejor estreno de la temporada por encima incluso de Homeland. A priori, el interés de Boss parecía recaer en Kelsey Grammer, un actor que curiosamente lleva viviendo de dos personajes durante casi 20 años, el actor secundario Bob (al que pone voz) y sobre todo el psiquiatra Frasier Krane, de cuya sombra parecía imposible escapar atendiendo a otros intentos televisivos del actor como la olvidable Hank. Pero al igual que sucedió hace 4 años con Bryan Cranston, es toda una sorpresa ver como Kelsey se desenvuelve tan ágilmente como siempre en un registro completamente nuevo y demostrando que hay vida después de la sit-com. Pero, ¿Podrá Tom Kane hacer sombra a Frasier Krane?
El análisis del piloto de Boss tras el salto
Boss nos sumerge de lleno en el truculento mundo de la política a través de Tom Kane (Kelsey Grammer), alcalde de la cosmopolita Chicago. Pero Kane cuenta con una peculiaridad, y esa es que tiene que hacer frente a una enfermedad neurodegenerativa incurable parecida al Alzheimer y al Parkinson mientras continua en su cargo al pie del cañón. Hasta aquí la serie de la cadena Starz nos da todo lo que uno puede esperar de la premisa que se nos anunció, sin embargo, el piloto dirigido por el prestigioso director Gus Vant Sant va mucho más allá adentrándonos en una atmósfera atormentada donde nadie es lo que dice ser. Todos se deben al juego de la política por el control de una Chicago que promete ser un personaje más al igual que lo fue Baltimore para The Wire.
Desde luego, la mano del director de la estimable El Indomable Will Hunting se hace notar adaptándose perfectamente al formato de la televisión en contraste con las opiniones encontradas respecto al piloto de Scorsese de Boardwalk Empire o al de los Borgia, obra de Neil Jordan. Y a pesar de que en ocasiones puede llegar a ser un poco denso dada la complejidad del relato, el ritmo no termina por decaer gracias a varias líneas argumentales sustentadas por personajes con potencial como la esposa del alcalde (Connie Nielsen), que sin duda nos trae a la memoria a la infatigable Alicia Florrick de The Good Wife.
Los primeros minutos del piloto son los más desconcertantes porque como sucede en muchas series actuales, hay que saber verlas con paciencia para conseguir digerirlas con perspectiva y lograr saber el quién es quién y el porqué de sus actos. Como ya he dicho, Boss me ha desconcertado precisamente porque no se han limitado a vendernos las vivencias de un alcalde enfermo, sino que han sabido arriesgar aún más introduciéndonos en el terreno pantanoso de la política con muchos parentescos a la serie de la HBO Boardwalk Empire. La corrupción y los juegos de poder están presentes desde el primer minuto y os aseguró que el juego limpio es tan solo una sugerencia, no un requisito.
La joven cadena Starz (Spartacus) desmuestra con esta serie la inteción de ponerse al nivel de AMC (Breaking Bad, The Walking Dead) y HBO (Juego de Tronos), y no tardará en conseguirlo como Boss continúe a este nivel. Porque Tom Kane es mucho más de lo que se nos prometió. Los que esperéis encontrar el mínimo resquicio del personaje de Frasier en los ojos del actor olvidadlo, porque desde el primer minuto Kelsey Grammer consigue hacernos olvidar los buenos ratos que pasamos con su entrañable personaje y anhelar los que vamos a disfrutar con Tom Kane. Y es que el alcalde tiene a la ciudad de Chicago a su merced fruto de su carisma de cara al público y su mano de hierro entre bastidores. Nos encontramos con otro de esos magníficos personajes que batallan entre la doble moralidad al igual que Walter White o el calculador Vic Mackey, aunque con referentes más clásicos si cabe como el Rey Lear o el personaje estrella de Orson Welles con el que comparte apellido.
Boss es probablemente la serie más prometedora de la temporada, aunque bien es cierto que uno no deja de preguntarse si el nivel se mantendrá una vez Gus Vant Sant deje de estar detrás de las cámaras. De momento, nos quedamos con un piloto sensacional que nos presenta a sus personajes, navegantes entre las distintas tonalidades de grises y ejes de una de esas historias maduras que intenta retratar los aspectos más crudos y desconocidos de los hombres (y mujeres) que guían las vidas del ciudadano medio. Kelsey Grammer ahora es El Jefe y esperemos que lo sea por mucho tiempo.