Nota: 4,5
Ya sabéis que no me gusta empezar un análisis con alusiones personales, pero en el caso de Intelligence me vais a permitir una excepción. Y es que nos encontramos ante uno de esos productos tan blancos, carentes de carisma, chispa y garra, que es igualmente complicado hablar mal de ella como hacerlo bien. La nueva serie de CBS no contiene ningún elemento concreto que nos sirva para justificar la decepción, sino que su fracaso de un espíritu general rendido a la simpleza y a la racanería, en el que ni su trama engancha ni repele de la misma forma que sus abundantes escenas de acción apenas entretienen. Tecnología desfasada, que diríamos, válida quizás hace una década, cuando el espectador ya no estaba tan entrenado y podía sobrevivir enganchado a una serie símplemente por la curiosidad de una premisa que presenta a un súper soldado peleón y bocazas con un modem incrustado en el cerebro.
El primero de los 13 episodios de la primera temporada de Intelligence nos presenta a Gabriel (Josh Holloway), un héroe de guerra que es seleccionado por una división secreta del gobierno para ser el primer portador de un arma destinada a cambiar el paradigma bélico, definida como "el Proyecto Manhattan de este siglo". El dispositivo no consiste en más que un chip del tamaño de una pastilla de chicle que, conectado a la corteza cerebral del protagonista, le permite acceder "mentalmente" a la Red, con todos los satélites, aplicaciones y tecnologías de reconocimiento en manos del gobierno estadounidense a un pensamiento de distancia. Algo así como la personificación de la máquina de Person of Interest, por lo menos sobre el papel, ya que en realidad el protagonista de la primera apuesta cifi del año -a la espera de Helix- no deja de ser una reinterpretación del Sawyer que hizo famoso a su estrella hace una década, sólo que pistola en mano y algo más espabilado (y tan esmirriado como si viniera de pasar una década en una isla desierta).
Por lo menos, Intelligence tiene el detalle de no hacernos pasar por la enésima y reiterativa historia de orígenes, presentando a un Gabriel ya con el chip instalado en su cerebro y cumpliendo una misión de campo. La otra cara de la moneda de semejante recurso la encontramos en unos diálogos atropellados y saturados de información, necesarios para fijar las motivaciones de los personajes como si se tratara de varios previously in insertados a mitad de metraje. En esa línea conocemos el trágico pasado del personaje central, obsesionado con encontrar a su esposa y compañera, que desapareció hace 5 años en el marco de una operación encubierta y cuya jefa en la agencia (Marg Helgenberger, de CSI) sospecha que se cambió de bando.
Los chinos, ya asentados como el nuevo recurso hollywodiense para las figuras del mal, recogiendo el testigo de los rusos y coreanos, no podían faltar a una cita tan poco inspirada y artrítica. En la figura de un ex oficial de inteligencia del gobierno asiático es donde encontramos al primero de los villanos de Intelligence, obsesionado por hacerse con la tecnología que esconde Gabriel en su interior. Un secuestro, con su correspondiente tortura y chantaje, así como una tan inesperada como gratuita traición después, la batalla se equilibra y, gracias a una escena final más sobada que las muletillas de El Luisma, por fin conocemos a un rival a la altura de Gabriel en la que es la única esperanza de la serie por remontar el vuelo y generar interés por encima de lo que apunta a convertirse en una estructura procedimental en toda regla.
Por desgracia, Intelligence sólo convencerá a aquellos que busquen un recital de acción y no les importe la falta de virtuosismo. La propuesta del creador Michael Seitzman (guionista de En Tierra de Hombres) no es que haya fallado en su misión de heredar el testigo de El Hombre Invisible (2000), Chuck (2007) o incluso Alphas (2011), es que encima ni siquiera sirve para poder ser calificada como un capricho culpable. Intelligence tiene la poca decencia de tomarse demasiado en serio a sí misma, como ya hiciera hace 5 años el fallido remake de La Mujer Biónica y a diferencia de la apuesta por la buddy movie de Almost Human, la pelín superior aunque también bastante mejorable nueva serie de J.J. Abrams, cuyo sello e impronta jamás pensé que echaría de menos a la hora de enfrentarme a una serie moderna de ciencia ficción.