Crítica Del 1x02 "Independence Day" De The Resident: Welcome To The Dark Side, Conrad

Publicado el 24 enero 2018 por Dro @Drolope
The Resident decidió unirse a los estrenos dobles –que parece que están de moda– y aquí os traigo mis percepciones sobre el segundo episodio. ¿Habrá mejorado o empeorado respecto a su piloto? No esperéis más y seguid leyendo.

Menudo peligro tiene este
señor con un bisturí

Si ya en el primer episodio nos presentaron al que va a ser el villano de la serie, en este segundo no han hecho más que remarcarlo. El Dr. Bell se encuentra tan tranquilamente cazando con su compañera, la Dra. Lane Hunter, quien es una oncóloga de renombre; un congresistay un lobista –parece un chiste, pero no–, cuando al congresista le da un infarto y dispara por error en el culo del lobista. ¡Nada mejor que unos perdigones en el culo por la mañana! Por supuesto, esto ya es una cagada tremenda, pues para la publicidad del hospital va como el culo –¿habéis visto lo que he hecho ahí, no? No me lo tengáis en cuenta–. Tanto Randolph como Lane están más preocupados, en un primer momento, por la imagen del hospital que por la salud de los pacientesporque, no lo olvidemos, amigos, que aquí Randolph “mano temblorosa” Bell le va más ser el poster boy del lugar y hacer negocios con la vida de la gente en juego que otra cosa. Como bien dice aquí el amigo, “la narrativa se puede cambiar si los salvamos”, así que es ahí cuando la medicina entra más en juego que los negocios. ¿O no? Ya hemos visto en más de un drama médico el drama –valga la redundancia– que suele ser UNOS, la Unidad de Trasplantes de EEUU, con sus prioridades y cómo éstas afectan a los pacientes. Aquí hemos tenido otra batalla en la que Bell y Conrad han chocado por un corazón para sus pacientes. Mientras que el paciente de Conrad, Micah, ya lo tenía asignado, ha sido Randolph quien se lo ha robado en el último momentoplot twist de manual, para qué negarlo –. El cabreo del Dr. Hawkins ha sido fino y no me extraña nada. Parece que este hospital es el Lejano Oeste y aquí te roban lo que les da la gana. “Hombre, es que es un congresista, está peor, tiene mayor prioridad. ¿Te he dicho que es un congresista y BLANCO? No podemos dejar morir a un CONGRESISTA BLANCO antes que a un profesorucho afroamericano”. Lo veis, ¿no? El tema racial en esta serie está a flor de piel y me alegro bastante, porque no me extrañaría nada que esto funcionase así de verdad. A partir de aquí viene un revuelo de sucesos tremendo que me ha sido imposible despegar los ojos de la pantalla. Centrándonos en Bell, el jefe de cardiología –que es un señor afroamericano, que conste– le dice que hay que hacer una esplenectomía antes del trasplante y que si la puede hacer él. A Bell le tiembla el pulso –hoy estoy fina, ¿eh?– y decide que sea Mina quien le asista, al menos para compartir/dejarle el desastre a ella o que haga la operación, pero él se lleve todos los halagos. Mina le manda a la mierda –menuda reina es esta mujer, la estoy queriendo muy fuerte– y le dice clarito que, como la ha sobornado, no va a ayudarle en la vida. Bell se queda con cara de gilipollas –de lo que es realmente– y sin muchas salidas dado que, de repente, parece que los análisis del congresista muestran que el corazón que le habían robado no sería una buena opción. Así que la única salida que tendría por el momento es hablar con la madre de la adolescente que se quedó sin actividad cerebral del anterior episodio para que firme la orden y así pueda donar los órganos. De esta manera, el corazón “robado” volvería a su primer nuevo dueño, Micah, el paciente de Conrad, y el corazón de la chica iría para el congresista.

El lado oscuro te sienta bien, cariño

Por parte de Conrad, este se encuentra dando una charla en el “día de las profesiones” sobre cómo es ser médico –si hubiera venido a mi clase, fijo que me tendría que hacer un boca a boca porque caería desplomada al suelo por su belleza– cuando Micah, profesor y su paciente, empieza a sudar y tener problemas respiratorios–vamos, lo que me pasa a mí cada vez que veo a Matt Czuchry–. Conrad, que es el MacGyver médico, se monta un estetoscopio con lo primer que pilla –este chico sirve tanto para un roto como para un descosido– y ve que el trasplante de Micah tiene que acelerarse. Como ya he adelantado antes, parece que todo va bien hasta que Bell se interpone y le quita el corazón para ayudar al congresista –estoy de los pacientes VIP hasta el papo, así os lo digo. ¡Y sólo llevamos dos episodios!–. Después de ver que el Dr. Bell es un capullo –como si esto fuesen noticias nuevas–, Conrad ve que la única posibilidad de que tanto él como Randolph ganen –o sus pacientes, mejor dicho– es con los órganos de la adolescente en muerte cerebral. El momento en el que Mina dice que si va a ella a hablar con la madre y todos sueltan un “no” al unísono me ha parecido sencillo pero maravilloso. Esta situación –cómo los doctores intentan convencer a un familiar afligido para que done los órganos de su familiar– es algo que hemos visto millones de veces, pero aquí me aporta un cariz nuevo y es el que comentaba Nic en el episodio piloto: “un hospital es un negocio”. Una persona que puede donar todos sus órganos se convierte en una especie de mercadillo, una “granja”, como dice la Dr. Okafor; se le despoja de toda humanidad porque ahí no hay un ser humano, es un cuerpo al que se le mantiene “vivo” de manera artificial. Esta posibilidad queda rechazada por Bell y decide seguir con su plan. Una de las cosas más interesantes de Conrad –aparte de sus métodos poco convencionales– es ese cariz oscuro que adopta en ciertos momentos para intentar salvar a sus pacientes. Toda la escena del cambio de las muestras de sangre me parece fascinante, desde cómo se camela a la mujer al cargo del departamento a cómo cambia las etiquetas y devuelve las muestras como si nada. Éticamente todo es horrible, obviamente, pero no puedo decir que no me sorprenda. Conrad es un tío que lucha por sus pacientes –como comenté en la review anterior–, que son su prioridad y quiere lo mejor para ellos, y si para eso se tiene que pasar las normas por el forro, se las pasa. Tras hablar con la madre de la paciente en muerte cerebral y que acceda a donar los órganos, el Dr. Bell habla con Conrad o, más bien, le caza, porque ha descubierto toda la jugada. En cuanto Bell saca el tema de que Hawkins podría no ejercer la medicina de nuevo si sale esto a la luz, vemos cómo Conrad también saca al manipulador que lleva dentro e intenta suavizar la situación. Sin embargo, se encuentra con un último impedimento, el chantaje de Randolph: yo no digo nada si tú convences a la Dr. Okafor de que opere conmigo. Finalmente accede y podemos ver cómo Mina no asiste realmente a Bell, sino que realiza la operación bajo su supervisión.

Devon, a ti no te quieren bien

¿Y qué ha estado haciendo el Devon durante todo el episodio? ¡Enfrentándose al Independence Day! Suena tan apocalíptico como la película de 1996 pero, en vez de aliens intentándose cargar a la raza humana, tenemos un total de veinte pacientes para él solo a su cargo. Sinceramente, no me creo que, en ningún momento, un residente de primer año, que no olvidemos que es un pipiolo que acaba de salir de la facultad, tenga en sus primeras semanas una experiencia como esta. Pero, bueno, sigámosle el juego a la serie. Devon se tiene que armar de paciencia y seguridad para enfrentarse a este marrón que le ha dejado Conrad. El chaval lo hace bastante bien y le salva la vida al lobista –que lo habíamos dejado un poco olvidado porque, claro, no es un paciente VIP ni un congresista blanco–. También se pone firme con el paciente que no hace más que comer y al que le tienen que amputar el pie –si tenéis algún amigo que le mole la “vida sedentaria”, ponerle la escena del dedo del pie. Ya veréis cómo se empieza a mover–. Vamos viendo a lo largo de todo el episodio cómo Devon pasa de ser un residente asustado a un residente con más confianza en sí mismo, tanto que se enfrenta a Conrad. Al decirle que no siempre tiene razón, que se ha saltado sus normas, que no es “su sombra” y que si está equivocado va a ser el primero en decírselo, a Hawkins se le ilumina la cara y parece un padre orgulloso –ya tienen algo en común: ¡a tomar por culo las normas!–. Conrad ha conseguido que Devon capte el mensaje que ya le lanzaba en el anterior episodio: este trabajo es duro, no todo el mundo puede hacerlo, pero si tienes en mente el objetivo principal, entonces será más fácil dentro de las circunstancias en las que estés.

Ganazas de conocerla mejor

En la review anterior me quejé de que hubiese tan pocos personajes femeninos –Nic, de la cual no sabíamos casi nada, y Mina–, así que en este episodio lo han mejorado un poco –tampoco tiremos cohetes– al introducir a la Dra. Lane Hunter, una oncóloga de renombre y por la que Devon parece sentir fascinación. La Dra. Hunter ha dado señales de que no es trigo limpio y que hace cosas “raras”. El alta que le da a Lily, la paciente de cáncer que conocimos anteriormente, no sólo le ha parecido extrañísimo a Nic, sino también a mí –y seguramente que a muchos de vosotros–. ¿A qué juega la doctora Hunter? Es algo que tendremos que descubrir en próximos episodios. Sobre esto, me gusta que una doctora tenga esa parte de “villana”, podríamos decir. Es algo que no suelo ver en los dramas médicos y me interesa bastante.

♥ Cuquis ♥

Por último, seguimos viendo cosillas sobre la relación entre Nic y Conrad. A pesar de no estar juntos, son un apoyo el uno para el otro y así lo ha sido en los momentos difíciles para él, como cuando tiene que darle a Micah la mala noticia. Podríamos decir que ella es la brújula moral de él. Tocará ver si también él le devuelve los gestos a ella. El final del episodio me ha gustado bastante, la química entre Emily y Matt existe, me la creo y me hace apostar por ellos –ojalá ser Emily VanCamp para tocar a este señor–. Sin embargo, no voy a negar que Conrad tiene algunos gestos bastante tóxicos, como decirle a Nic lo que tiene que beber cuando llega al bar –aunque quiera animarla a beber una copa para despejarse, ella tiene que ser la elija qué coño le apetece–. Espero que en la evolución de Hawkins –porque tendrá que haber evolución–, este tipo de gestos vayan desapareciendo. El problema es que luego lo compensa con algunos gestos cuquis y me confunde muchísimo más.
En general, tanto el piloto como este segundo episodio se me han pasado volando –¿de verdad que duran 43 minutos? Porque me parece menos– y me tiene bastante interesada en lo que pueda pasar en las siguientes entregas. Creo que el doble estreno ha sido un acierto, pues vemos una continuación respecto al piloto y no perdemos el hilo por completo de una semana a otra. Además, ayuda a que vayamos entrando en la dinámica de la serie y en el tono que tiene. Por ahora, los temas que tratan me parecen interesantes y el cómo lo hace también, lo que me anima mucho a seguir con la serie.Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. Me gustaría saber qué os está pareciendo, si os convence o no lo que estáis viendo.
¡Hasta la próxima semana!
P.D: ¡Tenemos intro! ¡Yay!P.D.D: El paciente recién operado de corazón viendo porno. LOL. O el momento pedo con Irving. P.D.D: ¿Una pizza de pepperoni con piña? ¡¿Pero por qué, Devon, POR QUÉ?!P.D.D.D: Irving, el decir que eres médico para ligar está muy visto, tío. No me seas patético, gracias.

Irene Galindo (@MissSkarsgard)