¡Buenas a todos! No me conocéis así que me presento. Soy Irene, @MissSkarsgard en Twitter, y estoy aquí estrenándome como colaboradora de este blog. Cuando supe que Drolope estaba buscando colaboradores no pude resistirme a decir que sí, ya que soy fan de muchas series y siempre me ha encantado compartir mi punto de vista sobre ellas con el resto del mundo, algo que suelo hacer en mi cuenta del pajarito azul. Así que, ¡aquí estoy! Y voy a estrenarme con la última producción de Alan Ball, conocido por series como Six Feet Under o True Blood. ¡Allá voy!
*AVISO: SPOILERS A TUTIPLÉN*
Tras el último capítulo en el que habíamos dejado al sheriff buenorro de Banshee con la cara destrozada tras una gran pelea con un negro del tamaño de un armario empotrado, su charla con Mr. Proctor y los métodos de este, empezamos este capítulo con nuestro sheriff corriendo como un poseso en lo que luego sabremos que es un museo, ya que ha vuelto al viejo oficio: el de ladrón. Tras pedir ayuda al que veo que va a ser uno de los personajes que va a dar más juego en esta serie, Job, o más conocido como el travesti que se da un aire a Lafayette de True Blood pero en versión asiática, Lucas Hood escapa y presenciamos una de las persecuciones que nos mantienen con el corazón en un puño. Cuando ya vemos que se da por vencido y que le van a pillar aparece su salvadora, Carrie, quien le lleva de vuelta a Banshee con las manos vacías y un traje de policía más para el armario.
Otro personaje que vuelve es Kat, la viuda del tío que mató el sheriff, que le vuelve a advertir que los hermanos del muerto van a por él. Después, ante la conversación del sheriff con el padre del chico muerto (capítulo 2), se le ocurre que por qué no llamar a Deva, la hija de Carrie, para ver si puede identificar a alguien que les lleve hasta el distribuidor de las pastillas de la rave. El resultado es bueno, pero su madre llega cabreadísima hasta la oficina para echarle la bronca a nuestro protagonista.
La ayuda de Deva les conducen tanto a Lucas como a su ayudante a un barrio marginal en el que vive la comunidad aria de Banshee, con banderas nazis incluidas por todas partes (este pueblo tiene de todo: amish, nazis… Ya me espero de todo). Allí hablan con el sospechoso, que les muestra lo poco que queda del distribuidor y les dice que ha sido Proctor quien lo ha hecho. Así que, nuestros policías van a por él a detenerle. Durante el trayecto a la comisaría con Proctor en el coche, una camioneta se empotra contra ellos sacándoles de la carretera. Como bien había dicho Kat, son los hermanos Moody, quienes van a por el sheriff para cumplir el “ojo por ojo” prometido. Sin embargo, no cuentan con la resistencia de Lucas y responde con los puños, clavando cuchillos y cortando orejas. Vamos, que a nuestro protagonista le encanta hacer amigos. Tras mucho esfuerzo, Proctor llega sano y salvo a la comisaría.
Tras un día de gran esfuerzo, supuestamente, el sheriff buenorro se va a dormir, no sin antes recibir una gran sorpresa: Kat. Y como siempre, y previsiblemente, acaba todo en ejercicio físico sobre la cama (este hombre está muy necesitado, y las mujeres de Banshee tienen las hormonas por las nubes). De vuelta a la comisaría, podemos volver a ver los métodos que tiene Mr. Proctor con el pobre alcalde al intentar asfixiarle con sus propias manos.
Pero la gran sorpresa del capítulo nos la llevamos al final donde nos enteramos de que Job va a formar parte del pueblo de Banshee. Si ya lo decía yo, que de este pueblo ya me lo espero todo.
Tengo que decir que la serie no me parece mala sino entretenida. Me gusta, espero con ganas el siguiente capítulo y eso que cada uno dura casi una hora, algo que, personalmente, me tira siempre para atrás. De esta serie espero 3 cosas: más escenas del buenorro sin camiseta (me tiene ganada), ver a Carrie/Anna en acción y más prácticas poco ortodoxas de Mr. Proctor.
¿Y vosotros qué pensáis de la serie?
Yo ya me voy que veo que para ser mi primera entrada os he aburrido demasiado. ¡Hasta la próxima!