La próxima vez Wilmot se queda sin mano
Después del anterior episodio, donde tuvimos una gran ración de quirófanos, esta vez nos hemos mantenido fuera de ellos y la serie nos ha llevado por el lado más humano de la medicina de la mano de Conrad. Nigel es un bailarín de ballet que lleva muchos años con un dolor crónico en el estómago pero que, tras una larga lista de pruebas, los doctores no han dado con la causa. En un primer momento, como dice él mismo, parece que tiene síntomas de malnutrición y eso podría llevar a pensar que sufre algún trastorno alimenticio, pero no es el caso. Nigel está desesperado, como lo estaría cualquier de nosotros, así que Conrad le dice que le dé veinticuatro horas para averiguar qué le ocurre, cosa a la que el paciente accede, pero se niega a que le pinchen y le hagan más pruebas porque no puede más. Durante el proceso de investigación, los jefes de varios departamentos aparecen en la habitación de Nigel y parece que se están rifando el diagnóstico, algo que me parece alucinante –¡¿QUÉ COJONES, EN SERIO?!– y totalmente despreciable. Tengo la sensación de que, cuanto más arriba estás en la escalera de poder, menos escrúpulos tienes y más oportunista e hipócrita eres. ¿Os imagináis que estáis sufriendo y os viene un grupo de médicos, que supuestamente tienen que ser serios, y tu habitación se convierte en una lonja, donde tú eres el pescado que se pelean por conseguir? Yo no sé si esto tiene un ápice de realidad –no digo ni que sea real directamente, sino que lo sea un poco–, pero si lo tiene, se me caería la puta cara de vergüenza. El Dr. Wilmot –que no sabemos si estará durante más episodios– es el responsable de Conrad, su jefe directo, y son ellos dos los encargados de generar los momentos de mayor tensión del episodio. Aunque el Dr. Wilmot tenga parte de razón al decir que Conrad sólo ve su manera como forma de hacer las cosas, realmente Hawkins se lleva la “victoria” en esta primera contienda: no va a hacerle más pruebas cuando no tiene los resultados de las anteriores; cuando los tenga contemplará qué nuevas pruebas realizarle. Wilmot da la sensación de muchos de los jefazos y jefecillos que hay por el Chastain: a mí me importan tres narices las pacientes, yo vengo aquí a mandar pruebas y a cobrar como un señor. Por eso la labor de Conrad en este episodio me ha gustado mucho. Tras las convulsiones que sufre Nigel por una medida que ha implantado el Dr. Wilmot, Conrad se le enfrenta con un enfado más que comprensible, diciéndole en la cara que, como los apéndices en el cuerpo humano, algunos doctores no sirven para nada y que la nueva prueba que quiere hacerle al paciente es algo que este mismo no quiere, que le escuche. Y eso es precisamente lo que Hawkins hace con su paciente. Se lo lleva para sacarlo de la vista de Wilmot –sí, un método drástico y con el que no estoy de acuerdo, pero parece ser la única manera de que un paciente se rebele–, y le pide que le cuente su historial médico. No es hasta una historia que, aparentemente, puede resultar completamente inocente, cuando Conrad da con ello, síndrome del ligamento arcuato medio, algo de lo que no había oído hablar en mi vida, o al menos que yo recuerde. Con una prueba específica, Nigel por fin puede encontrarse sin dolor en más de una década, y creo que no hay mejor recompensa que ver a un paciente totalmente agradecido y aliviado ante tal hecho. A pesar del final feliz, la guerra entre el Dr. Wilmot y el Dr. Hawkins todavía no ha acabado. Cuando el primero se lo encuentra, no duda en decirle que esta actitud le va a llevar a acabar con un paciente y que, cuando eso pase, habrá una larga lista de personas esperando a joderle la carrera. Sin embargo, Conrad no se achanta y arremete duramente al amenazarle con pegarle si no le suelta del brazo. Últimamente, Conrad tiene que verse las caras con un montón de gente y no le va a dar la vida para tanto.¿Anhelando algo, caballeros?
En el terreno personal, este episodio también lo ha tenido bastante movidito. Si la semana pasada ya vimos que su padre estaba en la ciudad, en esta le ha tocado “desayunar” con él. Si sabíamos que Conrad odiaba a su padre, ahora conocemos que llevan sin hablarse una década y que él se fía bastante poco de su progenitor. Parece que Marshall quiere una nueva oportunidad con su hijo, pero lo conoce bastante poco, y diría que aparecer sin avisar no es buena idea si realmente quieres ganarte su cariño y confianza. De todas formas, Conrad no quiere ni a su padre ni a su dinero en su vida, sobre todo un dinero que viene de la avaricia y de aprovecharse de las desventuras de los pacientes. Con lo último que le dice el hijo al padre en ese momento, creo que se entiende mucho mejor la guerra de Conrad contra la corrupción del hospital: está luchando contra los métodos de su propio padre, contra él una y otra vez. Sin embargo, no se puede negar que la oferta de Marshall es bastante jugosa, un caramelo muy atractivo. Quiere abrir un pequeño hospital privado y quiere que, tras terminar este año como residente, Conrad lo dirija, que instruya a los doctores como ya lo está haciendo, pero desde una mejor posición y sin el lío de la burocracia entremedias. Personalmente, no veo a Conrad dirigiendo un hospital. No por falta de experiencia o porque no se lo merezca, sino porque le veo en la batalla del día a día luchando por sus pacientes. La respuesta más acorde, según lo que conocemos de Conrad, sería una negativa, pero nos puede sorprender, a mí la primera. Por otra parte, antes de encontrarse con su padre, vio cómo Nic y Jude se iban juntos en el coche de éste. Pues bien, Conrad los ha vuelto a pillar, esta vez hablando en un plan más de amigos que de colegas de hospital. Esto ha saltado las alarmas de Hawkins y ha hecho que esté enfadado con Jude y con todo el mundo –hasta Hunter se ha dado cuenta–. Es ya al final del episodio cuando tenemos un poco más de información sobre el tema. Al decirle él a Nic que ese hombre era su padre, ella le pide que se abra, que hable, pero Hawkins no quiere –y como ya dije, no se puede forzar a nadie a ello–. Sin embargo, sí que se abre con otro tema, el que les compete a ambos, y parece que Conrad está a punto de tomar una decisión: dejar de luchar por Nic después de que esta le dijese varias veces que lo suyo había terminado por completo. Parecía que le hacía falta algo así en todas las narices para plantearse seriamente pasar página. En resumidas cuentas, AQUÍ VA A HABER DRAMA. ¿De verdad me creo que entre estos no va a pasar nada? NO. En algún momento, alguien se va a dar cuenta de que echa de menos al otro y tendremos jolgorio. Al menos es lo que me imagino.Al menos Devon no está
tan ciego como Conrad
♥ I FEEL BLESSED ♥
Este sexto episodio empezó con Mina, a quien la estaban intentando robar. Ella, sin dudar, ha decido ir a defenderse y ha llevado al ladrón al hospital para que le traten. Como ya se podía intuir, el chaval estaba colocado y ganador, algo que parece ser lo normal. Mina me encanta, aunque de vez en cuando tenga alguna cosa que haga al personaje patinar un poco –como aquella carrera de pacientes para conseguir el alta–. Pero me fascina que, si ella se hace una herida, se la cose ella sola; que la atracan, se defiende sin pensárselo dos veces; que le tocan las narices más de la cuenta, no le tiembla el pulso para mandarlos a la mierda. Ay, hay que quererla. Gracias a ella y a Nic, han convencido a los padres del chico de que le den una nueva oportunidad y que realmente se aseguren de que se rehabilita. Debido a este momento, hemos conocido una cosa nueva: la hermana de Nic era alcohólica y ahora lleva un año sobria. Durante el episodio hemos podido ver que Mina llegaba tarde a algo. Su gran secreto es que se dedica a tratar a sus vecinos del bloque de pisos en su apartamento y que tiene un arsenal de medicinas para fliparlo –cosa que ha hecho Nic y que me ha representado bastante (“Estás llena de sorpresas”, y ni que lo digas)–. Nic, que es como la madre de todos, por así decirlo, le ha dicho que tenga mucho cuidado, dado que podría perder su licencia y su visa, y que deje de hacerlo, pero Mina ya sabe lo primero y no tiene intención de lo segundo. La historia del tío de la Dra. Okafor trae otro tema a la palestra, la clausura de clínicas locales de los grandes hospitales porque no obtienen grandes beneficios. Esto deja a mucha gente que no tiene recursos sin tratamientos médicos. Creo que lo mejor de esta escena es ver la interacción entre estas dos mujeres, la sorpresa de Nic y esa risa honesta de Mina por la que, personalmente, me siento bendecida. Mina Okafor puede verse como una mujer ruda, parca en palabras y distante con la gente pero, en el fondo, tiene un gran sentimiento de la justicia, quiere lo mejor para sus pacientes y es consciente de que su fuerte no son las personas, pero si puede ayudarlas mediante su técnica y su profesionalidad, no va a dudar en hacerlo."Le voy a hacer una oferta
que no podrá rechazar"
En general, el episodio me ha gustado muchísimo. Los 43 minutos se me quedan, como cada semana, muy cortos y, con tanta información interesante, más todavía. Me pregunto cómo será el trato hacia Conrad ahora que tanto Claire como Randolph saben que es hijo de Marshall –me encanta que, en un primer momento, se queden alucinando–. Por cierto, menuda cagada del padre, así de claro. Tu hijo no quiere que se le vea contigo, ni que tampoco se le relacione, y va él y suelta la bomba. La madre que lo parió. Por otro lado, parece ser que lo de Mina con los vestidos es un hobby y, mirad, me encanta. Es una forma de crear algo de la nada –con un resultado fantástico– y le sirve como práctica para coser y mejorar su técnica, aunque el soporte en el que lo hace no tiene nada que ver con el que luego se encuentra en su trabajo. La verdad es que tengo mucha curiosidad por ver por dónde va a seguir la serie, cómo la visita de su padre va a resonar en Conrad y cómo va a actuar a partir de ahora que parece que ya no va a intentarlo más con Nic. También tengo ganas de cómo el Dr. Bell y la Dra. Hunter van a intentar seguir saliéndose con la suya cuando cada vez cometen más errores y no todo se puede exculpar con “ha sido un accidente”.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. ¿También tenéis curiosidad por saber por dónde van a ir los tiros? Los comentarios son todos vuestros.
¡Hasta la semana que viene!
P.D: Si no había tenido suficiente con el trato condescendiente de la Dra. Hunter a Nic en el anterior episodio, lo han vuelto a hacer con Wilmot y esa palmadita en el hombro a Conrad. Me rechinan los dientes y todo.P.D.D: Entre lo de Mina pidiéndole perdón a Nic por juzgarla y ese “Eso significa que puedo convertirme en “mejor amiga” con Conrad, ¿no?” me ha matado. Le estoy cogiendo mucho cariño a este personaje. Me mola.P.D.D.D: Irving mostrándose como todo un admirador de Carver ha sido muy gracioso. Al igual que el momento en el que Bell le dice a Conrad que no la líe, éste le responde que la bronca no es con él, sino con Wilmot, y va al otro y le vuelve a soltar lo mismo.
Irene Galindo (@MissSkarsgard)