Crítica Del 1x13 "Run, Doctor, Run" De The Resident: Everybody Has Dark Secrets

Publicado el 09 mayo 2018 por Dro @Drolope

Por penúltima semana, The Resident ha vuelto con un episodio lleno de sensiblería, nuevos movimientos en las tramas y alguna que otra pregunta sobre sus personajes. Si queréis saber qué ha pasado, no dudéis en seguir leyendo.

Siempre hay que mirar a los dos lados

Sí, he dicho sensiblería porque “vomitar y cagar arcoíris al mismo tiempo” sonaba demasiado gráfico. No sé si es que en este episodio se han juntado demasiadas historias para tocarnos un poco el corazoncito –la madre de un antiguo paciente, la hermana de Nic y la jefa/madre adoptiva de un montón de exconvictos– y a mí me ha producido hiperglucemia a los diez minutos –necesito una dosis de insulina ASAP para bajar todo esto–, o es que yo no estaba para estas cosas cuando he visto el episodio. Una de dos. Esto ya ha hecho que los casos no me interesen tanto, pero todo lo de alrededor sí. Por un lado, tenemos a la jefa/madre adoptiva, encarnada por la hermana de Luke Danes de Gilmore Girls –no voy a negar que las reuniones de gente que trabajó en la misma serie es algo que me apasiona y me hace dar saltitos cuan fan adolescente en un concierto de Justin Bieber–. En un primer momento, podríamos pensar que Claudia está loca, corriendo por ahí, escuchando voces y viendo cómo el hospital se convierte en una escena del videojuego Resident Evil. Sin embargo, tras las pruebas oportunas, se descarta cualquier enfermedad mental. Lo que no me esperaba es que fuese a ser atropellada por una ambulancia en la misma puerta del Chastain, aunque me parece un poco gracioso –y por estas cosas iré al infierno de cabeza–. ¿Nos podemos tomar esto como una especie de referencia a O’Malley de Grey’s Anatomy? Porque se podría sin problemas. Mientras operan a Claudia, con intervención del Dr. Bell porque, si no opera, se le debe de caer el pito o algo –estoy tan harta de este señor, de verdad. Tiene que meterse en todo–, uno de sus exconvictos adoptados, Félix, aparece dando el cante y, por mi parte, poniéndome bastante nerviosa. Entiendo que cuando alguien querido está en un hospital, ha sufrido un accidente o lo que sea, uno mismo esté nervioso, pero, coño, las formas son las formas. Esa chulería, ese poco respeto por Conrad, me ha hecho cancelarle nada más conocerle. Menos mal que, al ver a Claudia, aquí el amigo Félix se ha calmado un poco y ha empezado a comportarse como una persona normal. Al estar más perdidos que un pulpo en un garaje, Conrad decide aprovecharse de la cercanía que tienen los “hijos” adoptivos de Claudia con Devon para que éste les pregunte por sus hábitos, sitios que ha visitado, comidas favoritas, etc. –¿la cercanía es por el color de piel, verdad? Es en lo que he pensado–. Aquí es cuando ya parece que a Devon se le enciende la bombilla y da con el diagnóstico correcto: meningoencefalitis amebiana primaria, causada por la ameba Naegleria fowleri, también conocida como la “ameba comecerebros”. Este parásito fue noticia el pasado mes de febrero cuando un niño murió en Argentina debido a esta patología, así que podemos ver que The Resident no sólo está al tanto de la actualidad sociopolítica, sino también médica. Para intentar salvar a Claudia, el procedimiento tiene su tranquillo: tendrán que bajarle la temperatura corporal para debilitar a la ameba y administrarla miltefosina, cuyo chute cuesta 48.000 dólares y sólo la puede traer una persona desde Florida. Aunque en un primer momento Devon e Irving se las ven bastante canutas para pagar esa cantidad –el hospital no lo va a costear porque la paciente no está asegurada–, es el grupo de exconvictos quienes reúnen ese dinero de una forma bastante sospechosa, pero todo sea por salvarla. Finalmente, Claudia sobrevive y yo también, después de mi chute correspondiente de insulina para bajar todo este azúcar, a pesar de que ha sido bonito ver cómo su gente le agradece la ayuda que han recibido de ella con esa recaudación imprevista.

El momento de la verdad

Por otro lado, tenemos a York de vuelta, el hombre cuyo ¿hobbie? es meterse objetos de lo más variopintos por el culo. Esta vez no ha vuelto solo, sino con su madre, Yvonne, quien, dando un paseo, se cayó al suelo de repente. Además de la fractura correspondiente en la pierna, su válvula aórtica se ha calcificado y tiene que pasar por cirugía, cosa que a la paciente no le hace mucha gracia, dado que la anestesia general provocó que un amigo suyo ni reconociera a su familia. A Mina se le ocurre una solución: una operación con la paciente despierta y con anestesia en la región a operar, pero necesita a un supervisor, y ese va a ser el Dr. Austin, quien ya ha hecho de las suyas con Yvonne –cosa que a “Yorkie” no le ha hecho ninguna gracia, por cierto, y ha ido a quejarse a Bell–. Visto que el Dr. Austin es un bocazas y le pierden un poco las formas con los pacientes conscientes, Bell le dice a Okafor que arregle este problema. Así que Mina se dedica a hacerse pasar por la paciente para practicar el saber estar de AJ durante la operación. Esta ocasión nos brinda la oportunidad de conocer un poco más a Austin y, en mi caso, a que me empiece a caer un poco mal. Me da la sensación de que es otro como Bell y como Hunter: un médico muy bueno que se cree en posesión de la verdad absoluta y no hay quien le baje de la burra. Parece que quiere que Mina cambie sus maneras y que sean como las de él, para que así se convierta en la mejor cirujana. Si ya el ambiente en el quirófano era bastante tenso, tras la gran cagada de la enfermera Jess, es todavía peor. Mina prefiere darle un consejo a Jess y terminar con el momento “Tierra, trágame” por el que está pasando; AJ opta por darle una reprimenda delante de todos. Además de esto, se le junta que la paciente empieza a encontrarse mal y que Austin llama al cirujano random de Trauma –que ya no es tan random– para que Okafor vea que sus sentimientos pueden sacar lo mejor de ella durante su labor, lo cual me parece un arma de doble filo bastante peligrosa. Para mí, esos sentimientos pueden ir en dos caminos: uno, que sí te impliques más y termine bien, o que te impliques tanto que te ciegues y todo salga mal. En el caso de Okafor, opta por la frialdad y la templanza cuando opera, una situación más aséptica pero que le van bien a ella. Puedo comprender que lo que hace el Dr. Austin lo hace pensando en el bien de la Dra. Okafor, pero creo que se ha pasado bastante de la raya. Mina es como es, nos guste o no, y creo que es respetable cuando hace su trabajo de esa forma tan brillante, y obligarla en cierta manera a cambiarla para adoptar tus formas, porque las consideras mejores, me parece demasiado. Austin podría sacar lo mejor de Mina como mentor, pero, ¿como persona? No lo creo para nada ahora mismo. Me gusta que ella se haya plantado y no haya cedido ni un milímetro. Aquí cada uno tiene que elegir la actitud, tanto dentro como fuera del quirófano, que crea más conveniente, y nadie debería cuestionar eso.

¡Pillada!

Si ya la semana pasada veíamos cómo todo el tema de la investigación de Nic sobre Lane Hunter tomaba un giro bastante oscuro, esta semana ha ido a mucho más. El señor creepy con el coche de los cristales tintados continúa siguiendo a nuestra enfermera favorita a todos lados, lo cual el nivel de preocupación tanto de Nevin como de Conrad –y el nuestro propio– aumenta que da gusto. Sin embargo, ante tanta oscuridad, parece que hay una luz: Allie. La amiga de Nic, quien trabaja en la clínica de Hunter, decide, en un primer momento, no ayudar en la investigación, pero, tras pensárselo un poco, opta por implicarse dado que no podría vivir consigo misma si no le ayuda. Por esto ambas quedan antes de que todo el mundo llegue a la clínica, a las cuatro de la mañana. Mirad, a esa hora no están puestas ni las calles, así que como para quedar, ¿sabéis? Esto olía raro. Finalmente, todo este asunto es una trampa en la que Nic ha picado como una campeona y la han detenido por ello, lo cual se torna más interesante, y más negro, para el futuro de la enfermera. Además de la investigación, a Nic se le ha juntado el tema de su hermana. Un porrón de episodios atrás, ella hablaba sobre que tenía una hermana que había sido drogadicta, pero que estaba recuperándose y yendo por el buen camino. Pues ya no. Jessie ha recaído en su adicción por la oxicodina y Nic está dispuesta a hacer todo lo posible para ayudarla. Esto nos lleva a la visita más incómoda y tocapelotas que podía ocurrir: la mismísima Lane Hunter apareciendo ante la puerta de la habitación de Jessie diciendo que está “preocupada” –¡y una mierda preocupación!–. Hunter le ofrece su ayuda a Nic diciéndole que puede meter a su hermana en un programa de desintoxicación con un precio un poco elevado, pero que ella lo haría gratis. JÁ, no se lo cree nadie, y menos después de la llamada de Nic a Conrad y lo que pasa entre éste y la hermanísima. Me da a mí que Nic ha hecho algún trato con Lane, y espero que lo conozcamos en el próximo episodio, que es la season finale. No sólo tenemos este misterio entre manos, sino también ese “demonio” al que se hace referencia que tiene la enfermera, lo cual podría agravar la sentencia ante el delito que ha cometido. Sobre este “demonio”, no tengo ni idea de lo que puede ser y, es más, prefiero que la serie me sorprenda. Ojalá sea que Nic tenía una vida anterior en la que se llamaba Emily y estaba buscando venganza. No, tranquilos, es broma, pero la referencia sería cojonuda.
En general, el episodio ha estado bien, aunque tampoco es que me haya entusiasmado. Como ya he dicho, el abuso de la sensiblería ha matado un poco el capítulo de esta semana, pero, respecto a la trama de Nic, ha estado bastante bien. Las tramas se siguen moviendo de cara a la semana que viene, cuando veremos la season finale. Y, sí, digo season finaleporque THE RESIDENT HA SIDO RENOVADA POR UNA SEGUNDA TEMPORADA, así que tendremos más Conrad, Nic, Devon, Mina, Bell, Hunter y Chastain en general durante un año más. Qué os voy a decir, que estoy bastante contenta con la decisión, es más, estoy pletórica, porque creo que es una serie bastante buena –aunque peque a veces de meterse en algún cliché– que se merece otra temporada y es de las series que más disfruto ahora mismo, así que no me puedo quejar en absoluto. Como decía, nos queda la season finale y espero que nos quedemos con muchas ganas de la segunda temporada, que nos ofrezca alguna respuesta a las últimas preguntas que han surgido, que se revelen algunos misterios y que nos deje con algunas preguntas en el tintero. Tengo muchas ganas de ver cómo cierran y qué nuevas tramas se podrían abrir.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. ¿Qué os ha parecido lo que ha pasado con Nic? ¿Os lo esperabais? ¿Y qué creéis que puede pasar la semana que viene? La sección de comentarios es toda vuestra.
¡Hasta la semana que viene!
P.D: Cuando he visto quién era Claudia, sólo podía pensar “¡Que alguien llame a Luke!”.P.D.D: En este episodio, York se ha comportado como si tuviera metido algo de verdad en el culo. Está más dicharachero cuando va por una de sus visitas regulares. Al menos madre e hijo conocen sus cosas más íntimas.P.D.D.D: Ha sido muy satisfactorio ver cómo el creepy se cagaba de miedo ante la visita sorpresa que le ha mandado Nic. ¡Toma de tu propia medicina, cabrón!P.D.D.D.D: La visita de Bell a Conrad y Devon al final era para cargarse el momento precioso y alegre que estábamos viviendo todos, ¿no? Menudo aguafiestas. Pero me ha encantado la traducción de Conrad: “Ha dicho que eres increíble y que puede despedirte cuando quiera”..

Irene Galindo (@MissSkarsgard)