Viendo que Beckett no le hace caso, Castle acaba convenciendo a Alexis de que el hombre del edificio de enfrente ha hecho algo malo y se acaba colando en el piso para conseguir pistas sobre el caso, y casi acaba metido en un buen lío, porque: Castle, hijo, ¡qué torpe eres! Una vez que tiene las pruebas en la mano, a Beckett no le queda otra que seguirle la corriente e interroga al sospechoso y hasta lo ayuda a colarse en un trastero propiedad del vecino (el momento en el que sacan la peluca de la bolsa yo me morí de risa), pero a pesar de las evidencias, Castle no cede.
La noche del cumpleaños, cuando están todos guapos y arreglados para irse de cena, Castle llega al límite de su obsesión y Beckett acaba yendo a la casa del vecino para demostrarle que no ha pasado nada, pero sin poder hacer nada, Castle ve desde su ventana como el hombre ataca a Beckett y las luces se apagan. Castle actúa rápido y hace movilizarse a la policía, y para mi sorpresa, y la de Castle, lo que le espera en el interior del piso que lleva días observando no es el escenario de ningún crimen, sino la mayor sorpresa que se ha llevado en su vida. Todo, absolutamente todo lo que ha visto con sus prismáticos era un montaje que Beckett había ideado como regalo de cumpleaños y para que se entretuviera mientras estuviera convaleciente de su pierna.
Doralicia (@Doralais)
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