Después de dos primeros episodios que no me dejaron muy satisfecha como fan,
Mad Men ha vuelto esta semana con toda su esencia y momentos intensos. Don, todavía en su limbo laboral, sigue dándonos muestras de su evolución personal que nos hacen preguntarnos si es real o sólo una fachada. Si quieres enterarte de todo, continúa leyendo.
*SPOILERS*Don ha sido el protagonista indiscutible del capitulo, donde la trama se ha centrado en su mayor medida.
Una llamada de teléfono del representante de Megan enciende la chispa para que Draper se suba a un avión para ver a su mujer. La pobre
Megan está perdiendo la confianza en sí misma en una ciudad donde todo es glamour y éxito. Sin embargo, para ella,
“una nube negra” le está persiguiendo. El representante, preocupado por ella, decide que sea su marido quien le invite a relajarse dado que está haciendo un gran trabajo. Don, que tiene todo el tiempo del mundo, decide viajar hasta Los Ángeles y así darle una sorpresa a Megan. Pero quien se va a llevar la sorpresa va a ser él cuando Megan no reaccione de la forma que esperaba. Viendo que realmente no está por iniciativa propia, ella no se cree que se preocupe por ella. Le echa en cara que siempre tenga que llamarla él y que, cuando lo hace, todo está en silencio.
Don, viendo que ya no puede mantener más el secreto, se sincera con su esposa y le cuenta que ya no está trabajando por una metedura de pata. La conversación va a más, haciéndose cada vez más profunda. Megan le recrimina que no quiera estar con ella a pesar de todo el tiempo libre que ha tenido.
Finalmente, la charla termina con la caída de la venda de ella, donde le dice que quiere que se vaya a casa y no se preocupe más por ella, que aquí termina su relación. ¡Wow, a cuadros me he quedado! Esa respuesta por parte de ella no me la esperaba en absoluto. Y la cara de Don es todo un poema. Gran conversación, gran escena. Los pelos de punta, señores. Más tarde, la conversación telefónica seguirá la línea profunda y más sincera de ambos con una gran frase por parte de Megan: “Deja de apartarme de ti con ambas manos”. Se nota que está cansada de no tener conexión con su marido y de que no se preocupe gran cosa por ella.
Harto de esperar a que SC&P le haga alguna indicación,
Draper decide cenar con unos colegas de otra agencia. La oferta laboral suena tentadora hasta que una chica se le acerca. Con la excusa de que le sonaba de algo, le da una información bastante valiosa: la habitación en la que se hospeda. Don, volviendo por un momento a sus raíces, se dirige al lugar pero recibe una sorpresa:
Roger Sterling está en ella. Así, comienza
una conversación llena de recriminaciones por parte de un Don dolido por el trato de su agencia y un Roger haciéndole ver que si no fuera por él seguiría vendiendo abrigos de piel. Sin embargo, las cosas se relajan un poco cuando
Sterling le confiesa que le echa de menos. De esta forma, acuerdan verse en la oficina el lunes para que Draper vuelva a trabajar. La contraposición de escenas de la entrada en la oficina y él, obviamente nervioso, mirando el reloj me ha parecido de lo mejorcito. Como si del primer día de colegio se tratase,
Don entra en la oficina de forma precavida, mucho más humilde y aceptando que todo el mundo sabe que hoy vuelve. Pero no es así. Poco a poco va viendo el ambiente y empapándose de él, una gran hostilidad por parte de unos y una alegría contenida por parte de otros, pero todos comparten la sorpresa de verle por esos lares. Personalmente, me ha llamado la atención algunas reacciones. La primera de todas es la de
Joan, con la cual siempre ha tenido una relación de amistad, de buen rollo que me encanta. Sin embargo, su actitud es falsa, de hostilidad, una
bitch. Mi pregunta es, ¿realmente se comporta así porque es lo que siente o porque está con el resto de los socios? Ya veremos. Un apunte, el vestido que me lleva esta mujer me ha dejado muy loca. ¡Qué bien le queda todo, y más con las botas! Otra actitud a resaltar es la de
Peggy, la cual comprendo. Aunque haya sido su mentor, Don está en la lista de negra de la Olson por joderle un gran anuncio. Si le añadimos que tampoco es que viva su mejor momento profesional – ese Lou Avery se merece una hostia YA – la pobre está hasta el moño de todo y de todos – Ginsberg te miro a ti, pedazo capullo –. Así que su actitud es de
total bitch. “No puedo decir que te echamos de menos” resume todo lo que siente Peggy por Don. Lo que me ha gustado es que parece que este comprende el porqué de esa frase. ¿Se arrepiente de haberla puteado? Espero. Otra cosa que me ha gustado de Draper es la recriminación que le hace a Sterling por llegar tarde. WHAT?! ¡Pero si es lo que hacías tú, hombre! ¿Se ha reformado el publicista de los anuncios de oro? Interesante si la respuesta es afirmativa.
Finalmente, en la esperada reunión entre socios,
las cartas se ponen encima de la mesa: Don trae el éxito a la agencia y, aunque tenga sus cosas malas, le necesitan. Qué decir tiene que esta conversación es para verla varias veces. Es increíble lo mal que me pueden caer algunos personajes. De verdad, ¿por qué cojones se escudan en que han despedido a Don? ¿Tienen un lapsus de memoria o qué? Nunca dijisteis que se iba a la puta calle, idiotas, dijisteis que se tomara un tiempo para poner las cosas en orden. ¿Por eso tanto miedo, hostilidad e incomodidad en el ambiente, porque Don no puede ir a la oficina dado que está “despedido”? Idos a tomar por culo todos, excepto Sterling, que es el único que parece que le funciona la cabeza. Pero, ante esta actitud, surge la conclusión de antes:
Don es quien gana los premios y hace que la agencia esté en el panorama publicitario porque, sin él, se comen los mocos. Siendo todos más falsos que Judas,
deciden darle otra oportunidad a Don pero no sin antes humillarle otra vez. Le ponen una serie de condiciones para que vuelva a trabajar en la agencia y, la que ha colmado mi vaso, es la de informar a Lou Avery. ¿Estamos de coña o qué os pasa? Vale que ese capullo tenga un contrato pero, ¿es necesaria esta humillación? Porque, para mí, es lo que es. Por su parte,
Don acepta, algo que me ha resultado sorprendente. Después de ver que lo de no pasar por el aro impuesto por la agencia le ha traído graves consecuencias, ha decidido hacerles caso justo en este momento. Esto es un síntoma de evolución grande.
She's so fabulous
Por otra parte,
Betty también ha tenido su momento. Después de dos episodios desaparecida, se la echaba de menos – y eso que no es un personaje que me apasione –.
Debido a una excursión de Bobby, Betty decide ir y pasar un tiempo con su hijo. Aunque el chaval esté contento porque a todo el mundo le cae bien su madre, este comete un error que echará a perder el momento: intercambiar el sándwich de su madre por unas golosinas. Ante esta situación,
Betty se cuestiona su actuación como madre y por qué sus hijos no la quieren, algo que su marido no cree. “Es cuestión de tiempo” le dice respecto a su relación con su hijo pequeño. ¡Qué triste esa reflexión! Vale que Betty no es la madre más cariñosa del mundo, pero yo creo que sus hijos sí la quieren. Cierto que no se llevan a las mil maravillas, pero pienso que se debe a la fase adolescente y preadolescente de Sally y Bobby. Este, por su parte, ha soltado una frase, la que titula esta entrada, que me ha recordado muchísimo a The Beatles. No es ni siquiera un verso de la canción
Yesterday; será un momento de esos en los que asocias conceptos. Por otra parte, también podría relacionarse con la situación de Don y Betty: mientras uno desearía que fuese ayer por estar en la agencia y ser el rey de ella, la otra quisiera vivir en otro momento, cuando sus hijos eran más pequeños y la quería. Por cierto, me encanta lo fabulosa que va Betty a las excursiones. Entre eso y la profesora que va provocando a las juventudes, el viajecito ha salido de lo más interesante.
Por último, uno que ha puesto las cartas sobre la mesa es
Harry Crane. Ya sabíamos que su departamento no era el más valorado por la agencia pero,
harto de esta situación, habla con Jim sobre esto. Los clientes de Koos se han ido con una mentira bajo el brazo: no tienen ni ordenador ni programa informático que facilite el tratamiento de datos.
Jim, totalmente en shock por ver a “la persona más deshonesta con la que ha trabajado” sincerándose,
da la cara por él en la reunión de socios. Creo que va a tener que seguir pidiéndole a Santa el ordenador por Navidad.
Como habéis podido comprobar, el capítulo da para comentarlo ampliamente. ¡Por fin me he quedado contenta con un episodio de esta temporada! Este es el
Mad Men que me gusta, donde pasan cosas que te dejan sorprendido, que te hacen pensar y no dejan a tus personajes favoritos como si fueran estúpidos – Weiner, no te perdono lo de Peggy. Lo siento –. Estos síntomas de evolución de Don me encantan y entusiasman. Me muero de ganas por saber si continuaran en el tiempo o el clásico
Don Draper volverá a nuestras vidas. ¿Y qué pasará con su matrimonio con Megan? ¡Ains, qué interesante que está!
Por último, recordaros que tenéis la oportunidad de expresaros libremente mediante un comentario, los cuales son siempre agradecidos y bien recibidos. Conocer vuestro punto de vista me parece muy interesante.
¡Hasta la semana que viene!
Irene (
@MissSkarsgard)