Crítica Del 7x14 "Person To Person" De Mad Men: Embrace Yourself, Don Draper

Publicado el 19 mayo 2015 por Dro @Drolope
El día ha llegado, Mad Men nos ha dicho adiós, y algunos lo han hecho con lágrimas en los ojos, otros con la boca desencajada, pero nos ha dejado a todos con un gran dolor en el corazón. ¿Sentís ese vacío interior? Otra vez vamos a pasar por el mismo trance de darnos cuenta, a lo mejor no hoy sino dentro de unos días o unas semanas, que no vamos a volver a ver a los personajes de Madison Avenue. Siete temporadas de un viaje increíble y excepcional que han terminado con una series finale a la altura pero, en mi caso, con algún pero. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no dudes en seguir leyendo.
*SPOILERS*
Hablar de una series finale es muy, muy difícil pero, siendo sincera, hablar de la series finale de Mad Men es lo más complicado que me he echado a la cara. Siempre creo que hay muchísimos detalles en los que centrarse y que, viendo una sola vez el episodio no se sacan todos ni se pueden explorar con profundidad. Creo que cada episodio de esta serie, y no exagero ni un ápice, da para tesis doctoral y, la serie entera, también. Por eso, en esta review voy a hacerlo lo mejor posible y lo digo ya como declaración de intenciones.

Por favor, una caja de pañuelos por aquí

El tono de despedida se ha visto desde el minuto uno de esta segunda mitad de la temporada, pero en los dos episodios anteriores a este se ha intensificado de gran forma. Este sólo era el broche de oro, cerrar las historias y hacerlo de la mejor forma posible. Comenzar este tramo finalísimo con Don conduciendo a toda velocidad ese Camaro me ha parecido muy WTF?!, me ha dejado descolocada, un poco como su final. Otra vez hemos visto a ese Don Draper con una mujer en sus brazos que, ¿al final le paga por sus servicios pero quiere que sea voluntario? Más descolocada todavía que me ha dejado. Creo que el primer momento importante y fuerte es cuando habla con su hija Sally y esta, intentando no soltar la bomba, no puede contenerse más y cuenta la noticia del millón: Betty se muere. Y no, no es porque sea una hipocondríaca, Don, esto es de verdad. La cara de Don es todo un poema, como todos nos esperábamos, pero lo es más cuando habla con la susodicha. En los comentarios de la reviewanterior aposté por Don como la persona que  se haría cargo de sus hijos pero, por deseo de Betty, no va a ser así. “Lo que les hace falta es una mujer en sus vidas, y con la familia de mi hermano la van a tener”. ¡Pum, jarro de agua fría! Don se da cuenta de que su rol como padre ha sido pésimo y que ni la madre de sus hijos pondría la mano en el fuego por él en este aspecto. Y pienso que es totalmente normal puesto que Draper no ha sido el mejor de los progenitores – al igual que Betty –, pero ha sido más un padre fantasma que llega en Navidad cargado de regalos para comprar el amor de sus hijos que un padre de verdad, de esos que se desviven por ellos y que van a estar ahí pase lo que pase. Es absolutamente normal que esto pasase, que Don recibiese este mazazo de realidad en toda la cara y que, con una Betty también emocionada al otro lado de la línea telefónica, él se derrumbe un poco.

¿Don por fin es feliz?

¿Y cómo Don Draper intenta salir del agujero en el que la realidad le ha metido? ¡Con alcohol de por medio! Borracho como una cuba, los mismos del Camaro se lo llevan para Los Ángeles, un lugar que le ha dado alegrías y penas a nuestro protagonista. Como dirían los anglosajones, lo de Don en LA ha sido un blast from the past, un eco del pasado, al buscar a Stephanie, la sobrina de Anna Draper, la cual siempre me ha caído un poco mal ya que tengo la sensación de que se aprovechaba de la gente, pero en este episodio no puedo estar más de acuerdo con lo siguiente que dice: “No sé lo que estás haciendo. Apareces con algún recuerdo de familia. Tú no eres mi familia. ¿Qué pasa contigo?”. En realidad, ha resumido perfectamente lo que suele hacer Don: desaparece por un tiempo, no se sabe de él, vuelve con alguna sorpresa – y por sorpresa – y parece que se quiere ganar a la gente así. De esta forma, la gente cala tu juego y está hasta las narices del movimiento de siempre, completamente comprensible. Destacar también lo que le dice Draper a Stephanie antes de esa línea: “Puedes dejar esto atrás. Se hace más fácil a medida que avanzas”. Si no recuerdo mal es, si no exactamente igual, muy similar a lo que le dice el propio Don a Peggy en el hospital cuando esta da a luz y se niega a asumir que tiene un hijo, lo que me ha parecido un detallazo por parte de Weiner. Ese momento entre Don y Peggy me pareció tan cómplice y cercano que es lo que realmente asentó un poco esa amistad que luego hemos visto construirse a lo largo de las temporadas. Centrándonos ya en lo que es el final del personaje, no compro el cómo han llegado hasta ese Don feliz que se acepta a sí mismo, o por lo menos es la lectura que yo saco de la escena final. Lo siento pero no veo a Don Draper, ese caballero en traje, engominado, yendo a un retiro espiritual hippie y, mucho menos, meditando con el mar detrás. Lo siento, pero es que no, y no porque haya estado en la carretera intentando desconectar de todo, encontrándose a sí mismo, y que, a lo mejor, ha cambiado y eso le ha llevado a aceptar ese retiro, pero sigo sin comprarlo. Lo siento, NO. No me lo creo. Me alegro muchísimo que Don haya aceptado sus meteduras de pata, sus desplantes, lo mierda que ha sido en su vida, y que finalmente sea feliz, pero prefiero despedirme de él como lo hicimos hace dos episodios, conduciendo hacia el infinito en busca de la felicidad y, sí, a lo mejor ya con esa aceptación de por medio. Me hubiese gustado mucho más, sinceramente. De todas formas, Don, espero que seas realmente feliz, y recalco FELIZ, porque, a pesar de todo, te lo mereces; y si no te casas mejor, que en ese aspecto ya la has cagado bastante. Tú a tu aire, libre, sin ataduras y haciendo lo que realmente te guste. Te voy a echar de menos, you sexy motherfucker.

Estas dos juntas podrían gobernar el mundo

Otro personaje que ha tenido su cierre ha sido Joan, el cual me ha encantado. Después de andar tras Richard, ese hombre que le vendió el oro y el moro de verdad, ha visto que, en lo más profundo de su corazón, hay algo que no puede cambiar: sus ganas de construir algo por sí misma, ser una mujer de negocios tomada en serio, que pueda crear algo grande. Si ya no me fiaba de Richard un pelo, en esta series finale he terminado por hacerle la cruz y raya, ya que me ha parecido un completo gilipollas. Empezando por el coqueteo “inocente” con la cocaína y haciendo partícipe de eso a Joan, que no me ha gustado un pelo, y acabando en ese “pues si no puedes ser mi ama de casa, esa mujer sumisa callada por el dinero, entonces no puedo estar contigo”. Seriously?! ¡Pedazo de gilipollas, de verdad! ¿Por qué tienen los hombres tanto miedo a una mujer con ambición, con ganas de hacer algo por sí mismas, con ganas de superarse y trabajar? ¡¿POR QUÉ?! ¿Es por el ego de machito o qué? Ascazo no, lo siguiente es lo que me da. Pero me alegro muchísimo de que esto haya pasado porque Joan se ha quitado un lastre de encima para empezar un negocio que puede ser muy brillante y que, por fin, va a ser su propia jefa, sin rendirle pleitesía a otras personas, haciéndose valer por su trabajo sin que nadie se lo quite o se apropie de él. No voy a negar que me he emocionado mucho con la idea de que Peggy y Joan pudiesen trabajar juntas, pero me alegro también tanto por el final de Olson – lo comentaré a continuación –, que no me importa mucho ya que tampoco veía realmente a Peggy como escritora de guiones y estando en una productora. Me alegro de verdad de que Joan haya terminado como realmente quería, con su familia y con un trabajo que la hace feliz. Te voy a echar de menos, Joan, a tu garra, a tus ganas de reinventarte y evolucionar y, para qué negarlo, al portento de mujer en el que te has convertido. ¡Y qué pedazo de mujer!

¡Qué bonitos!

Si dijese lo contrario estaría mintiendo pero el cierre que más me ha gustado es el de mi personaje favorito sin duda alguna, Peggy Olson. Ha tenido una oferta de trabajo grandiosa, de esas que te hacen replantearte un poco las cosas; Don se ha despedido de ella, lo que me parecía lo mínimo que podía hacer, y esta conversación es para detenerse en ella. Draper ha confesado sus “crímenes” ante una de las pocas mujeres que lo conoce de verdad, aunque no toda la verdad, hasta ese momento. Peggy ha actuado un poco como esa madre que se preocupa, que le dice a su amigo que vuelva a casa (“¿No quieres trabajar para Coca Cola?”) pero, ¿a qué casa? Don Draper ha pasado página, se encuentra perdido ante una Peggy Olson que tiene su futuro planeado, casi medido al milímetro, con unas metas muy claras aunque a veces se presenten un poco difusas por las dificultades del camino. Están en extremos opuestos. Que ella se preocupe por él, aparte de lo tierno que me parece, me hace darme cuenta de lo mucho que ha evolucionado su relación, mi favorita de toda la serie, y lo mucho que se quieren, tanto que es un detallazo que Don se despida de ella – jamás estaré suficientemente agradecida por ello – y le diga que sólo quería oír su voz. Gracias, Weiner. En cuanto al momentazo de Peggy, me ha parecido tierno, especial, apasionado, cómico, sincero y deseado por todos los que hemos visto cómo la química entre estos dos era una especie de avalancha que nos llenaba de feelings por doquier. En una llamada de teléfono de lo más cómplice y buscando la ayuda de su amigo Stan, Peggy encontró algo más, una verdad que todos estábamos viendo excepto ellos dos y, sobre todo, ella misma: están enamorados. Esa amistad con tintes de colegas siempre ha sido algo más, como la admiración que siente ella hacia él o esos celos que ha mostrado puntualmente por sus novias, o las miradas de él hacia ella admirándola desde la distancia y estando ahí apoyándola cuando lo necesitaba. Todos hemos sido testigos de cómo la semilla germinaba y ha nacido esto, una pareja que se entiende y que, al mismo tiempo y a pesar de que sean diferentes, se complementan muy bien. Precioso broche final para Peggy quien, sin ninguna duda, se merece ser feliz tanto en lo profesional como lo personal. Te voy a echar muchísimo de menos, amiga mía, y me quedo con ganas de ti. Ojalá la vida te dé lo que te mereces y por lo que tanto has trabajado, grandes éxitos y mucha felicidad.

Con glamour hasta la sepultura

Otro personaje que nos deja es Sally, quien se ha convertido en casi toda una mujer que, en el tramo final, ha tenido que madurar de una forma asombrosa. Su conversación con su padre es para quedarse con la boca abierta de lo mucho que ha cambiado esta niña incluso en el paso del penúltimo al último episodio. La muerte inminente de su madre y el tener que hacerse cargo de sus hermanos es algo que interioriza tan rápido que se ve cómo esto la va cambiando, adoptando una nueva posición más protectora y comedida ante la situación tan tensa y desoladora al mismo tiempo. Si tengo que destacar una escena de Sally es la de la cocina con sus hermanos, en la que llega y ve a Robert con cara de preocupación intentando salvar unas tostadas quemadas. Ahí es imposible que uno no se derrumbe un poco, cuando te das cuenta que los niños, por muy niños que sean, no son tontos y se dan cuenta de que las cosas no están bien, que algo malo ocurre o va a ocurrir pronto. Robert diciendo que sólo estaba intentado hacer la cena me ha dejado derrumbada; se ve cómo el pobre intenta que todo siga adelante cuando no tiene a ningún adulto al que recurrir en ese momento – su madre está en la cama y Henry trabajando –. Da una pena tremenda. Sally, menudo viaje tan excepcional a la par de duro que has tenido. Un placer conocerte y verte crecer; vas a ser todo un portento de mujer.

Bon voyage, Pete!

Por último, tenemos a dos hombres que han encontrado en sus parejas la felicidad y un futuro que les sonríe. Primero, tenemos a Pete, quien ya sabíamos por el episodio anterior que se iba a Kansas con Trudy y su hija para darse una segunda oportunidad en un trabajo de gran importancia. Aunque Campbell nunca ha sido de mi agrado, sí que me alegro por él y que se haya dado cuenta de que la ambición no es todo en esta vida, que no te llena al igual que el trabajo, sino que tiene que haber algo más, o mejor dicho alguien, que la llene con su presencia. En segundo lugar tenemos a Roger que, viendo que no le queda mucho de vida – y esto es un hecho –, decide poner todo en su lugar, como la modificación de su testamento para que parte de su fortuna recaiga en el hijo que tiene con Joan. Pero, como ya he dicho antes, su camino conduce a la felicidad de la mano de la madre de Megan Draper, la cual no soporto porque me parece un poco como su hija, una niña mimada y enrabietada cada vez que no le sale algo bien o como esperaba. Me da una pereza este tipo de gente… A Roger también le voy a echar mucho de menos, un hombre que pensaba que no iba a llegar al final de la serie con dos infartos en el viaje y un estilo de vida muy poco saludable, como el de la mayoría. Me atrevería a decir que Sterling tiene las mejores líneas de esta serie y nos ha regalado momentazos; el último acompañado de Peggy en los patines. Inolvidable.
Esta última parte de la temporada me ha gustado bastante, dejándome con buen sabor de boca al final de todos los episodios y dándome muchísima pena, pero al mismo tiempo haciéndome ver el camino tan maravilloso que ha sido esta serie. A veces, cuando veo alguna imagen de las primeras temporadas, es como si casi nos los reconociese pero, al mismo tiempo, me invade una nostalgia y una felicidad por el viaje increíble que hemos hecho con ellos. Hemos visto evolucionar a todos los personajes de una forma excepcional; algunos nos han gustado más que otros, a unos los llevaremos más clavados en el corazón que otros, pero va a ser imposible olvidarlos – excepto si os han caído muy mal, como Harry Crane en mi caso, que ha tenido que salir hasta en el último episodio –. Mad Men no es mi serie favorita, que quede claro, pero si alguien quiere tener un viaje apasionante, profundo y en el que los personajes sean la clave, donde el principal atractivo que era la publicidad quede relegada a un segundo plano como mera excusa para adentrarnos en la vida de estas personas, no dudaré en recomendársela. Hay pocas series tan profundas como esta en el panorama televisivo que hagan implicarte con sus protagonistas y quieras conocer hasta el último detalle de ellos. Nos ha introducido de una forma magistral en el Nueva York de los años 60, en la atmósfera cargada de humo y con la gente bebiendo, ya sea para ahogar las penas o celebrar una buena noticia; en la época donde los afroamericanos luchaban contra el racismo de los “blanquitos” de la clase alta y donde la mujer quería tomar otro rol como trabajadora y menos como ama de casa, una mujer que se hace a sí misma. Mad Men nos ha teletransportado y de qué manera tan soberbia gracias al estudio exhaustivo de su creador, Matthew Weiner, un hombre que tiene muy pensado todo lo que ha hecho en esta serie, que no ha dejado nada a la improvisación y que se ha mantenido fiel a su idea hasta el final, el cual, aunque a algunos no les ha gustado por esa sensación de que todo está muy abierto, a mí sí me ha convencido pero con ese “pero” hacia el punto y final de Don. No es un final abrupto, sino encauzado, encaminado hacia un punto para que nuestra imaginación pueda volar en cierta forma teniéndolo presente por el rabillo del ojo. Algunos dicen que esta sensación de “apertura” está heredada de los años que estuvo Weiner en Los Soprano como guionista, un final polémico y sí, abierto, pero no por ello menos merecedor del título de “uno de los mejores de la historia”. Aquí no voy a destripar nada sino que, todo lo contrario, os animo a ver la serie si no lo habéis hecho todavía.
Por mi parte deciros que ha sido un verdadero placer estar estos últimos tres años escribiendo las reviews de esta magnífica serie de la que no puedo decir nada malo. Como he dicho al principio de esta crítica, es muy difícil escribir cada una de ellas debido al gran grado de detalle que tiene cada uno de los episodios que, seguramente, se sacarían muchos más significados e interpretaciones al dejar varios días de reflexión, pero creo que tengo un deber con vosotros y siempre quiero que leáis las reviews lo antes posible. Gracias por leerme todas las semanas, sé que no es fácil ya que suelen ser críticas largas pero es que Mad Men da para mucho y creo que se merece cada palabra que se pueda escribir sobre ella. Os animo a que me contéis vuestra opinión sobre el final de temporada, si os ha gustado o no, y vuestra relación con la serie, que siete años es un noviazgo muy largo. Me despido con esta frase de Don Draper de una de mis escenas favoritas de la serie:
Nostalgia - it's delicate, but potent. Teddy told me that in Greek, "nostalgia" literally means "the pain from an old wound." It's a twinge in your heart far more powerful than memory alone. This device isn't a spaceship, it's a time machine. It goes backwards, and forwards... it takes us to a place where we ache to go again. It's not called the wheel, it's called the carousel. It let's us travel the way a child travels - around and around, and back home again, to a place where we know are loved.(The Wheel, 1x13)
Para nosotros, Madison Avenue siempre será un hogar al que volver y sentirnos queridos.
¡Hasta siempre, Mad Men!
P.D: La revista People nos trae algunas fotos del último día de los actores en el set.P.D.D: Jon Hamm también es de a los que les gustaría ver un spin-off centrado en Sally Draper.P.D.D.D: Hamm también habla sobre la series finale, su experiencia como actor en los últimos episodios y la reacción de la audiencia. 
Irene (@MissSkarsgard)