El tono que ha buscado el director para su película es el de la comedia, que no busca el realismo sino que seamos conscientes del conflicto de una forma agradable. Es sabido que este tipo de problemas suelen acabar mal y de forma más trágica pero cuando se cambia la perspectiva y se rebaja el nivel de tensión todo resulta más agradable. Los padres de los novios (me refiero a los hombres de las dos partes de la pareja) no resultan tan agresivos ni cascarrabias como serían de verdad y las madres seguramente no suelen ser tan comprensivas y apaciguadoras. Las hermanas y cuñados juegan un papel complicado y quizás sorprendente ya que no se muestran tan colaborativas como se pudiera pensar. Ellas son las que han abierto el camino pero la libertad que ellas han tenido se la niegan a su hermana pequeña a la que consideran que tiene la obligación de darle el gusto a sus padres buscándose un marido más convencional.
Es una película realmente divertida que se suma a las últimas comedias que nos llegan de Francia. Bienvenidos al norte, Intocable, Guillaume y los chicos a la mesa y ahora Dios mío, pero ¿qué te hemos hecho? En su país de origen ha tenido mucho éxito y aquí no debería ser menos. Sin duda una de las mejores opciones para ir a verla en familia.