Crítica: El cielo es real de Randall Wallace

Publicado el 19 junio 2014 por Reinfeld @reinfeld183


La religión tiene muchas funciones, entre ellas darnos consuelo para enfrentarnos a temas como el de la muerte. La ciencia no sirve para responder a todo y la duda acerca de lo que nos aguarda después de que muramos siempre está presente. No a todo el mundo le sirve que ese es el fin y las religiones llenan este vacío. La película no oculta en ningún momento su vocación de lanzar un mensaje religioso y ser altavoz de una doctrina en concreto. Los protagonistas son una familia bien avenida, él es pastor, ella una abnegada esposa con dos hijos que son una pequeña bendición, cuando el niño cae enfermo y está al borde de la muerte todo parece venirse abajo, pero sucede un milagro y consigue salvarse. El hijo tras ese acontecimiento sufre una transformación y narra las experiencias que ha tenido en ese estado de transición entre la vida y la muerte. Explica un extraordinario viaje al cielo y lo que ha vivido con Jesús. Es curioso la respuesta que tienen los vecinos, si uno es realmente creyente, también puede esperar que en algún momento dios de alguna respuesta. Que las visiones del niño y sus enseñanzas las tomen sin demasiado valor demuestran que en el fondo la gente quizás no sea tan creyente como pretende, que quizás todo tenga que ver con tradiciones culturales y no con un convencimiento de que después de la vida hay algo. Pero evidentemente esto es una película con un propósito en concreto, que es el de hacernos creer que realmente existe un cielo, no en el sentido físico, sino en el espiritual y que allí va una serie de elegidos por su comportamiento terrenal. Todo está pensado aquí para hacernos creer que lo que dice el niño es verdad y que realmente hay un cielo al que acudiremos cuando somos buenos. El director ha buscando lanzar un mensaje en positivo y se olvidan temas de qué pasa cuando uno actúa mal y también omite aquellas cuestiones acerca de qué es lo que entiende dios de qué es una vida merecedora de un castigo.


La película no está mal, tiene una historia entretenida, un guión que va desarrollando unos personajes y una dirección que cuenta la historia de la mejor forma hecha por Randall Wallace, autor entre otras de guiones como Braveheart, El hombre de la máscara de hierro, Pearl Harbor o Cuando éramos soldados. Los actores cumplen du función. Destacar el trabajo de Greg Kinnear, Kelly Reilly y Margo Martindale. El problema con esta película es que se trata realmente de un gran anuncio de publicidad que en Estados Unidos ha tenido un gran éxito de taquilla llegando a recaudar 100 millones de dólares. No creo que aquí corra la misma suerte porque aquí no tenemos una tradición de este tipo de cine si exceptuamos cuando en semana santa en la televisión ponen relatos de la biblia. Cuando la gente sufre, cuando no hay esperanza y todo es circunstancial y hay incertidumbre hacia el futuro caemos el peligro de ceder a la religión y a los misterios que centrarnos en resolver nuestros problemas. No estoy en contra en que se trate la religión en el cine, es más creo que es algo que de alguna forma se puede reflejar porque ya sea por ser creyente o porque rechazan la idea de dios, esta forma parte importante en la vida de la gente y el cine no puede ser ajeno. Son pocos los que tienen una actitud escéptica. Lo que no me gusta y que esta película es un buen ejemplo es que se haga sin ningún espíritu crítico.