Crítica: "El Cuerpo"; ¡Por los muertos de Hitchcock!

Publicado el 17 diciembre 2012 por Banacafalata
EL CUERPO


Título Original: El Cuerpo Director: Oriol Paulo Guión: Oriol Paulo Música: Sergio Moure Fotografía: Óscar Faura Interpretes: José Coronado, Belén Rueda, Hugo Silva, Aura Garrido, Juan Pablo Shuk, Cristina Plazas, Oriol Vila, Manel Dueso, Nausicaa Bonnín Distribuidora: Sony Fecha de Estreno: 21/12/2012
Los ojos de Julia arrancaba con una gran atmósfera, la película, en intenciones a veces nos recordaba al giallo italiano e incluso tenía ciertos ecos hitchcocknianos. Pero el resultado final no podía ser más diferente de lo que sus intenciones mostraban, convirtiéndose en un despelote sin fuerza, una película espantosamente ridícula. Oriol Paulo, guionista de aquella, toma aquí el mando en solitario para realizar su debut en la dirección. De nuevo nos encontramos con una trama que bien podría haber pertenecido a una película del mago del suspense. Un cuerpo acaba de desaparecer en la morgue, toda una trama que se desarrolla en una noche dentro de la misma morgue. Un pulso entre los protagonistas, todo un juego de gato y ratón, pistas que aparecen de la nada, pequeños detalles que buscan formar una respuesta. El problema es que Paulo no sólo no es Hitchcock, es que no llegaría ni al chico que le ataba los cordones al gordo inglés. Así en El Cuerpo vemos un punto de partida interesante, un inicio que parece prometer que algo interesante puede llegar, tirando por la borda con un ridículo guión, alargado que convierte a la cinta en una (involuntaria) comedia, realmente divertida.
¿Y cuál es el misterio? La película de primeras muestra clara la situación, ha habido una muerte. Realmente ha sido un asesinato, algo de lo que no había constancia por la policía. Un marido se ha cargado a su poderosa mujer, enamorado de su amante y harto del poder manipulador de su esposa ha decidido acabar con ella. Pero el cuerpo ha desaparecido de la morgue y nadie parece saber muy bien por qué. ¿Cuál ha sido el motivo? ¿Quería su marido deshacerse del cuerpo para evitar la autopsia? ¿Estaba en estado cataléptico y ahora planea su venganza? Poco a poco y según avanza la trama se van dando pequeñas pista, recreaciones de lo que ha pasado. No es lo único, también entran continuos flashbacks de Belén Rueda, y es que había que justificar su presencia en la cinta, más allá de ser el cuerpo que da nombre a la película. Y se nota que ése el motivo de su inserto, más que dedicarse a dar información, sirven para ser reiterativos, repitiendo una y otra vez lo que ya sabíamos. Sí, tenía un humor insoportable, sí, tenía un poder controlador sobre su marido terriblemente agobiante, sí, es lógico que él quisiera escapar. Pero de primeras se da unos datos sobre los que se insiste una y otra vez, estirando innecesariamente la cinta.

Hitchcock jugaba a la perfección con los espacios pequeños, los sabía exprimir, sacarles todo su partido, no hay más que remitirse a La Soga, para ver de lo que era capaz. Esto es otra de las cosas que Paulo trata de imitar, buscar en esa morgue de la que no se sale en toda la noche un ambiente desasosegante. Pero no lo consigue, su énfasis en conseguir trabajar la atmósfera acaba resultando contraproducente, su insistencia en la lluvia (llevada hasta el límite), en truenos y relámpagos, en sonidos que no sabemos de dónde salen, acaban por resultar demasiados excesivos como para resultar creíbles. Su guión, con diálogos que siempre tienden hacia el subrayado, con su incesante tendencia hacía el careo entre los protagonistas e interrogatorios que no van a ninguna parte, una película que parece agotada desde sus primeros compases.
Y es que lo que en El Cuerpo trata de parecer serio acaba siendo risible. Empezando por un José Coronado, alejado en su personaje de aquel Santos Trinidad en todos los aspectos, porque su Jaime Peña es un tipo pulcro, que cambia las greñas de Santos por un flequillo totalmente pasado de moda. El problema está en que Coronado se ha dejado llevar por el nefasto guión y su esperpéntico aspecto, le ha absorbido hasta una demencial interpretación llena de tics y gesticulaciones, más propias de un sketch de José Mota, y es que por momentos es parece dónde está metido, con alguna escena tan lamentable como la de la llamada por teléfono. Y no es que Hugo Silva o Belén Rueda hagan mucho, aunque aguanten el tipo pese a verse envueltos en escenas tan ridículas como la del cuarto de baño, que irremediablemente nos remite a Trainspotting, y que carece de toda lógica.
Y cuando por fin llega la resolución, lo único que mantiene un ápice de interés en toda la película, por que pese al desinterés producido, hay que reconocerle que hace llegar al espectador la incertidumbre de conocer que es lo que ha pasado. Ésta es sorprendente e inesperada, sí, las pistas se han ido dejando por el camino, pero aún así resulta tan precipitada e inverosímil que ayuda a que el espanto generalizado que ha producido la película durante toda la película sea aún mayor, aumentando aún más la sensación de ridículo que la imprime durante todo el metraje. Es como si estuviera la idea hecha, el final preconcebido, y se hubieran esforzado por rellenar los huecos intermedios como buenamente han podido. Un resultado desastroso, un thriller que trata de ser serio y de crear tensión, pero sólo produce una involuntaria diversión, transformada en una comedia de manera no intencionada.