Probablemente el general McArthur y el emperador Hiro Hito tuvieron una relación más intensa de lo que marca la película; no en vano, ambos protagonizan muchas hojas de los libros de Historia cuando se intenta analizar lo acaecido en la postguerra. Las bombas atómicas generaron indignación entre la población japonesa, y los militares americanos se debatían entre los sentimientos de venganza y los de justicia. En ese ambiente, cualquier tipo de investigación estaba distorsionada y con presiones desde todos los ángulos posibles.
El director Peter Webber ("Hannibal: El origen del mal") cumple en su cometido, pero demuestra una grave carencia documental. Esa es la única explicación posible para entender por qué paralelamente a la historia principal nos cuenta la relación sentimental de Bonner con una joven japonesa antes de iniciar la guerra. Un drama tan innecesario como erróneo, que parece cubrir el hueco que deja la falta de información sobre el tema principal.
Una buena ambientación y un guión al límite del formato documental, no consiguen salvar el asunto principal: No había material para una película. El esfuerzo de todo el equipo no compensa la desilusión del público cuando descubra que el planteamiento tiene una respuesta débil. Es un título para que los que amamos la Historia, y en especial nos interesa la Segunda Guerra Mundial, salgamos informados, con nuevos y clarificadores datos y con una visión más clara y global de la época; todo ello enmarcado en un paquete cinematográfico de garantías. Por desgracia, no lo consigue.
José Daniel Díaz